VA DE...Batiburrillo literario

viernes, 29 de octubre de 2021

VIRGO FIDELIS: Una novela nominada para Premio Nacional de Literatura 2021

        Un pudor siempre presente en mí me impidió hacerlo público antes de que se resolviera y conociera al ganador. Me llegó hace algún tiempo la tan reconfortante como inesperada noticia de que la novela <VIRGO FIDELIS>, publicada en plena pandemia, era una de las propuestas por el Ministerio de Cultura para optar al PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2021 en su modalidad de NARRATIVA.

       No soy yo dada a “jalearme" a mí misma, y sí a dudar cada día de la bondad de mi obra para tratar de mejorarla. Por eso, no quise hacerlo público hasta que no se fallara el premio a pesar del honor que supone tal designación, por la que se eligen desde el Ministerio de Cultura los 17 −creo− mejores libros publicados durante el año anterior en España.

         Se ha alzado con el premio la novela <VIRTUDES (E MISTERIOS)> de XESÚS FRAGA, a quien felicito de todo corazón, a la espera de poder hacerlo en persona, al tiempo que yo me siento honrada por la nominación propia, que ya es por sí misma un verdadero premio y un reconocimiento a esa novela de mi autoría, elegida entre tantas novelas como las que se publicaron el pasado año en España.

        ¿Qué cómo me siento? Obligada desde la humildad a mejorar cada día mientras tenga alientos para escribir, a fin de no defraudar a quienes quiera que hayan sido los que me nominaron, a los que agradezco tal distinción y deseo que con mi propósito de superación diaria se sientan a su vez pagados por tan maravilloso regalo. ¡Gracias por siempre!

29 de octubre de 2021

 

 Noticia oficial sobre ganadores

https://www.culturaydeporte.gob.es/premiado/busquedaPremioParticularAction.do?action=busquedaInicial&params.id_tipo_premio=97&layout=PremioNacNarrativaLibro&cache=init&language=es

martes, 26 de octubre de 2021

EL COLEGA PRÓFUGO


Dedicado a todos los Mediadores que creen en ello.

(Leguleyerías)

    La amonestación que percibía en la mirada de su colega, el incomprensible prófugo de su veterano oficio de juez, lo animó a contradecirlo:

    −¿Puede ofrecerse a una sociedad tan pendenciera como la nuestra algo mejor que la seguridad jurídica que nosotros le ofrecemos?

    Como tenía por costumbre, el prófugo, como él lo llamaba con cierto resentimiento, no respondió directamente a su pregunta, sino que se valió de una nueva pregunta, aunque esta vez aprovechó la ocasión para introducir como al desgaire una afirmación de cosecha propia.

    −¿Realmente crees que “sois” los jueces (¿por qué aquel “sois” le sonaba a sentencia condenatoria?)  quienes ofrecéis la seguridad jurídica de la que tanto os jactáis? Ni siquiera lo es esa señora cegata y fosilizada a la que se le llama “Justicia” la que aporta seguridad alguna que “nos” resulte apetecible a los simples mortales renegados (¿por qué ese “nos” era como un empellón excluyente?).

    ¿Por qué −se preguntaba con resentimiento− buscaba él la polémica con un colega apóstata, cuando era evidente que sus confrontaciones lo colocaban en el límite mismo de la ojeriza?

    ¿Qué era lo que no funcionaba?

    No pudo evitar un tonillo de mordaz altanería cuando contradijo:

    −¿No crees que quienes sabemos y podemos hablar de eso somos los jueces que hemos permanecido fieles a nuestro oficio?

    −¿Y no crees tú lo que dice el refrán? “Sabe más el necio en su casa que el sabio en la ajena”. Así que no. No lo creo. Yo diría que nadie lo cree. En el mejor de los casos, la “seguridad” de la que tanto alardeas tú ahora como yo lo hice durante mucho tiempo reside en la Ley.

    Una vez más el colega desertor se le escabullía por donde menos se esperaba, aunque aprovechando de inmediato el desconcierto para cimentar su nueva afirmación.

    −¡Nosotros aplicamos la Ley cada día! −Se irritó ya sin disimulos el veterano juez.

    −Y yo aplico una mano de pintura en la fachada de la casa cada año sin que por ello me convierta en el espíritu de pintura.

    −Nosotros cortamos los conflictos de raíz.

    −¿Pero estarás conmigo que lo hacéis sin arrancar las raíces? No por talar árboles emponzoñados a ras de tierra se puede garantizar que no rebroten llenas de nuevas ponzoñas las raíces subterráneas −desgranaba con calma infinita el colega prófugo con aquel tono suyo, tan parsimonioso como exasperante.

    −Entonces ¿cuál sería según tú la mejor manera de atajar la injusticia entre las personas?

    −¿Atajar? ¡Y qué sé yo! ¿Quién, soy yo para saberlo! Yo sé cómo abordar, intervenir, manejar o escapar de mis propios aprietos, de la misma manera en que creo que los demás saben sin duda cómo menearse entre los suyos. Dios me libre de los terceros dispuestos a poner orden en mi propia casa.

    −¿Estás relegando a la condición de “tercero” a quienes debiéramos ser los primeros?

    −Estoy hablando de “terceros en discordia”, que no es lo mismo. En el peor de los casos, en cualquier beligerancia lo que se necesita es que alguien, con la cabeza fría, el corazón templado y los pies calientes, asista e introduzca en la disputa un elenco de expectativas complejas con infinitas opciones imaginativas por las que escapar de la asfixia.

    −No creo que eso aportara esa indispensable seguridad jurídica que con tanto ahínco llevamos persiguiendo desde tiempo inmemorial.

    −Si tú lo dices... Pero ¡ay, lo inmemorial e inamovible de resultado único…!

    −¿…?

    −Tengo para mí que existe una forma de “seguridad jurídica” odiosa en su propia esencia: la que, como en la mayoría de los pleitos, solo ofrece la alternativa ganar/perder.

En CasaChina. En un 26 de Octubre de 2021

 

viernes, 17 de septiembre de 2021

UNA TORRE CON CAMPANAS

 

128/2021

(El Jaén que yo recuerdo)

 Al hilo de una foto eternamente repetida que hoy vuelve a regalarme Encarna Gómez Valenzuela

     ¿Os habéis fijado alguna vez? La torre de la izquierda es la única que tiene reloj y campanas. Y bien que se ufana ella sobre la calle −por llamarla calle en lugar de callejón− a la que le da nombre.

    Tras remontar el último tramo de esa tan hermosa y anchurosa como breve calle que era Bernabé Soriano, mentidero por excelencia del viejo Jaén y tribuna de honor de la torre con campanas de su catedral, y tras atravesar la desigual y mal trazada Plaza de San Francisco, acometía una servidora la tarea de presentarle cara a la ventolera que bajaba encañonada desde el cerro de Santa Catalina para incomodarse en la estrechez de la calle Campanas. Todo fuera por tomarse una rosquita de tallos de los bien fritos en aceite de oliva en aquel establecimiento largo y estrecho que era el Bar Las Campanas, justo enfrente del portillo lateral catedralicio.

    Gustaba yo por el invierno de cobijarme en el rincón inmediato a la puerta para observar tras la empañada cristalera el subir y bajar de angelicales y caducas devotas mañaneras, en un trasiego de lutos y rosarios que, tras tomar esa portezuela lateral de la Catedral, en la acera de enfrente, ascendían sigilosas hasta la capilla del Sagrario, bajo cuya cripta, y a decir de algunas añosas con las que me hablaba yo por entonces, parece que se reunían en conciliábulos “non santos” los pocos o muchos espectros que iban resistiendo el paso de los siglos allá por los años sesenta del siglo pasado.

    Tal pareciera que acceder a la Catedral por ese portillo de la calle Campanas le quitara miedos a lo de abordarla por la puerta principal de la plaza de Santa María, donde se daban cita todos los malos vientos invernales de Jaén para tomar razón de a dónde y con cuánta saña debían repartirse por sus calles, con el único objetivo de amargarles la vida a los viandantes de bastón y desesperanza y subirle las faldas a las quinceañeras, para regocijo de las filas de colegiales que subían por Bernabé Soriano o a la de los seminaristas que bajaban por la Carrera de Jesús, bamboleando sobre el negro ensotanado sus fajines rojos de pequeños generales en desuso antes de tiempo.

    Contadas fueron las ocasiones en las que, tras cruzar de dos zancadas la estrechez de la calzada, sin miedo a un tráfico rodado casi inexistente, cambié yo los churros del bar Las Campanas por una visita de cortesía al inquilino de detrás de la capilla que da cobijo al Santo Rostro. Hablo del enranciado obispo, pobretico mío, Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, quien, por aquellos años, y desde que entregara su alma a Dios allá por el mes de las ánimas de 1520, aguardaba a que alguien acabara con la pelea de dónde debía enterrarse su cuerpo para poder tomarse un más que merecido descanso en lo de pegar la hebra con cuatro chifladas que, como yo, iban a cumplimentarlo alguna vez por si necesitaba una ración extra de padresnuestros.

    Lo de sacarlo del rústico cajón provisional y darle sepultura como dicen que Dios manda fue mucho más tarde. Allá por el 2001, cuando en el bar las Campanas ya no freían los churros en aceite de oliva y los espectros de debajo de la capilla del Sagrario estaban en decadencia.

    Pero esa es otra historia.

En CasaChina. En un 16 de Septiembre de 2021

miércoles, 15 de septiembre de 2021

SAÚRA

(Palabras con historia en el EXPRESIONARIO DE MÁGINA)

 A las 9,13 horas de un 15 de septiembre de 2021, enfangada como estoy con mi EXPRESIONARIO DE MÁGINA desde hace más de medio siglo, trasladaba yo este texto a ese grupo de WhatsApp que algunos de los de por aquellas tierras compartimos desde 2017, enfangados como estamos en lo de los decires de por allí:

IMAGEN SIN PALABRA

(S.O.S)

        Si ayer era el “mansico” de Flori, hoy es algo que no acabo de fijar al trapo, pero que, de seguro, alguno de vosotros le habéis visto las sayas.  

        Muy buenos días, buenas gentes. Me he despertado yo hoy con una IMAGEN SIN PALABRA atravesada en los pulsos. La imagen es la de ese tipo de personas que abundan (o, quizá, no tanto) en nuestra tierra, que son aparentemente intratables y atravesadas a primera vista, y que,  cuando una acumula el coraje preciso para arrimarse a su vera, resultan ser fragantes como un horno de madrugada y tiernos como miajón de pan recién cocido.

        Hablo de esas criaturas que en el lenguaje culto se definen como “aviesos”, en Granada llaman “malafollá”, y por otros lugares más hechos a lo visual les dicen “retorcidos”.

        ¡Venga, paisanos! Recoged mi S.O.S. Regaladme esa palabra que busco hoy y que no sé en qué rincón de mi cerebro la dejé olvidada.

[9:13, 15/9/2021] Soco: 😳

 La respuesta no se hizo esperar:

 [9:15, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Saurón

[9:16, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Esto parece el rosco de Pasapalabra jajajaja

[9:17, 15/9/2021] Soco: ¡Eres mi héroA, Flori

[9:18, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Yo lo tengo claro, la definición no da lugar a equivocación: malafollá, saúras y más autóctono aún saurón

[9:18, 15/9/2021] Soco: Pero ¿se dice -se "siente- por allí?

[9:19, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Vamos, de toda la vida.

[9:19, 15/9/2021] Soco: calla, calla, que no había yo pillado lo de "saura"

[9:19, 15/9/2021] Soco: saúra

[9:19, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Supongo que viene de "asadura"

[9:19, 15/9/2021] Soco: con su acento

[9:19, 15/9/2021] JUAN CANO PEREIRA: ¿Saurón como «asaura»?

[9:19, 15/9/2021] Soco: ¿Y esto de malas entrañas?

[9:19, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Sí

[9:20, 15/9/2021] FLORI TAPIA: Entiendo que sí

[9:20, 15/9/2021] Soco: lo ratifico: eres mi héroA

[9:20, 15/9/2021] Soco: y "entrañas" de guajerro

[9:20, 15/9/2021] Soco: ay, qué cosa tan bonica

 

        Esta fue la entrada gloriosa y “florida” de la palabra “saúra” en mi EXPRESIONARIO,  −que empieza a no ser tan “mío”.

 En CasaChina. En un 15 de Septiembre de 2021

 

ELENA CAMY RUS EN MI MEMORIA

  (Moribundarios)   Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar que es el morir Jorge Manrique. 83/2024 A mi lado, −co...