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lunes, 20 de abril de 2020

SIN NOVEDAD EN LO NUESTRO


66/2020
(Croniquilla del Viruso Coronado 41)
−Cordia VII−
      −¡Cordiaaaa!

             −Maaaaaaaaaaaandeeee.

        −Nena, no chilles así; que, con la calladera que hay, nos va a escuchar todo el vecindario.

           −Pero, Ulio, si eres tú el que estás berreando como antes de que se decretara el estado de silencio.

          −¿Ya estamos con los andaquetuses? ¡Cómo eres, mujer! Pero a lo que iba: ¿qué tal si, en lugar de estar echándome el pregón desde la balconada, te bajas por aquí, al patio? Es que estoy ensayándome en las labores propias de tu sexo, y he preparado un aperitivillo de los que a ti te gustan.

         −No.

         −No ¿qué?

         −Que no.

       −¿Que no te fías de mis artes aperitivenses, que no se te apetece todavía, o que no, porque no?

         −Porque a esta hora, y hoy precisamente, no.

         −A ver, Cordia. Que ayer mismo decías que lo de los horarios no iba contigo y que ibas a deshorarte.

        −Yo, sí; pero ellos, no.

        −¿Ellos?

        −Los del Comité.

     −Mucho que te preocupará a ti el Comité, por muy “técnico” que quieran llamarlo. Vamos, Cordia, bájate conmigo y te cuento algo más interesante de lo que esos puedan decir. Como si fueran a decir algo nuevo…

      −Te he dicho que de aquí no me muevo hoy hasta que no salga lo del Comité y vea yo sin han despachado con viento fresco al Vuecencia, después de lo que soltó ayer tal que si fuera un “lapsus linguae”, como ha dicho el Mandador de Justicia.

       −¡Y dale con lo que dicen que dijo que dijeron!

       −Yo no estoy a la espera de lo que digan que dicen que dijeron, sino a la espera de hacer el recuento de los que asomen la jeta y se pongan a hacer ostentación de su caletre. Quiero yo saber si hay bajas en el frente.

       −Cordia, ¿te das cuenta del lenguaje que usas últimamente? ¡No estarás leyendo a Ortega y Gasset!

         −Pues mira, no. Luego te enseñaré con lo que estoy, y que ni sabía que lo teníamos entre los libros de segunda mano. ¿Te acuerdas del libro del Cura Fruime?

          −Así, de repente… pues no

         −Es que me está a mi recordando lo de este Vuecencia… ¡Ay, perdona, que ya están ahí… Luego seguimos.

*   *   *

        −¡Uliooooo!

        −Tranquila, Cordia, que aquí sigo. Y de aquí ni me muevo ni pienso moverme, aunque me lo permitan mientras estés tú.

        −Es que ya se ha acabado la funcioncica de hoy. ¡Y ha salido, Ulio, ha salido! El Vuecencia ha salido y estaba ahí como el primero, más verde, más fino y más firme que un junco del Charcón de la Fabriquilla.

        −No te irías a pensar tú que los Mandadores iban a ser tan tontos que lo despacharan al día siguiente para que todos tuvieran que hablar.

      −Sí, Ulio. Tienes razón. Ahí estaba. Pero si hubieras visto cómo tenía los ojos la criaturica… Hay que ver lo bien mandados que son los militares de ahora.

    −¿Bien mandados dices? ¡Vamos, Cordia!, que lo que son es unos caguetas y unos vendidos.

      −A ver, Ulio: o yo no te entiendo, o quien no me entiendes eres tú, o el mundo está volviéndose loco.

      −Pero, Cordia: ¿no dices que ha salido como si ayer no hubiera pasado nada? Un hombre, con lo que debe tener un hombre, y más siendo militar de los de Vuecencia, en lugar de seguir ahí “a sus órdenes”, ya hubiera puesto sus atributos encima de la mesa, y le hubiera dicho a esta panda de mandamases lo que ha de hacerse y lo que debe decírsele a la gente para no tenerla engañada.

        −Si tú lo dices…

        −¡Venga, Cordia, no te me enfurruñes y trata de entenderme!

        −Para lo que hay que entender…

        −No, si tú, a lo tuyo. Si es que no me estás prestando atención.

      −Es que, para que lo sepas, Ulio, cuando te pones estremeciente y te entra la vena visceral, no me sale del entrecejo inferior prestártela. Vamos, que no voy a discutir contigo. Y menos, desde aquí arriba.

        −¡Bueno está! Tengamos la fiesta en paz, Cordia. No vamos a indisponernos tú y yo por lo que hagan o digan otros, queriéndonos como nos queremos, y entendiéndonos como siempre nos hemos entendido, por culpa de los que ni comen en nuestra mesa ni nosotros nos sentaremos nunca a comer en la suya. Y menos, pensando como pensamos.

        −¿Y cómo crees tú que pensamos, Ulio?

        −¡Pues cómo va a ser! Como lo que somos: dos demócratas con sello, póliza y estampillado.

      −¿De verdad te crees lo que estás diciéndome? Porque no hace ni dos minutos que estabas poniéndome a enhuerar huevos.

        −Mujer…

        −Ni mujer ni pita-pita; que no estamos para sacar parvas.

       −Pero ese…Vaya, el estrellado de las estrellas… Ya verás tú cómo lo van a poner como a un trapo viejo unos y otros hasta que acaben con él, por no tener él el coraje de acabar él antes…

       −¡Qué fácil es cacarear desde el patio, eh, Ulio? Qué fácil es jugar a la gallinica ciega y hacer trampas mirando por debajo de la venda. Pero tendrías tú que haberle visto la cara. Tendrías que haberle sentido la voz en pura quebrancía. Tendrías que haberle mirado a los ojos mientras los dirigía a la cámara y acometía con entereza el discurso que vete tu a saber quién se lo ha escrito. A eso le llamo yo ir de frente y por derecho.

            −Cordia, no te dispares…


      −Lo fácil es abrirse la bragueta y sacar los cañoncillos a la calle. Lo difícil es morderse la lengua y tragarte tu propia sangre antes de traicionar el juramento de lealtad prestado.


           −¿Prestado a quién? ¿A quienes nos están engañando desde que todo esto comenzó?


            −¿Engañado? ¿Acaso a ti te han engañado?

      
            −A mí, no, Cordia, pero…

            −¿Pero qué?

            −Que podría…

            −¿Podría qué? ¿Armar otro 18 de Julio al grito de C.A.F.E[1]?

            −¿Y no tienes presentes a esos pobres que se creen todo lo que les dicen…?

           −¡Ya está bien, Ulio! No creas tú también que la gente es tonta, y tú su redentor. Si pusieras algo de atención te habrías enterado de que ya estamos hartos de redentores, de salvapatrias y de pampamoscas.

             −Pero nos están engañando…

           −Por no engañar, ni a mí misma me engañan, que ya es decir viniendo de dónde vengo.

           −¿Quiénes? ¿Los del Gobierno?

       −No. Sus ojos. Los ojos del Vuecencia. Esos que hoy nos han dicho más cosas que si hubiera soltado la lengua, que era lo fácil. ¿O no?

            −Vale, Cordia, vale. Ya me callo.

         −Haces bien. Porque saber callar, cuando el silencio se vuelve un berbiquí despuntado, es el mayor acto de lealtad a uno mismo, que a la postre somos lo más importante. Si lo sabré yo…

        −¡Ay, Cordia, Cordia, que burro soy algunas veces!

        −¿Algunas veces? Para mí que estás perdiendo la noción del tiempo. Pero hala, que aquí no ha pasado nada.

       −¿Entonces…?

     −Entonces, ¡sin novedad en lo nuestro, mi general, sin novedad en lo nuestro!

Callada en CasaChina. En un 20 de Abril de 2020





NOTAS FINALES[2]:



[1] CAFÉ: Camaradas, Arriba Falange Española. Consigna con la que comenzó en alzamiento de julio de 1936.
[2] LO QUE DIJO EL GENERAL JOSÉ MANUEL SANTIAGO EL 19.04.2020:
“… en la lucha contra los bulos que se difunden a través de las redes sociales, la Guardia Civil trabaja en dos direcciones: "Por un lado, evitar el estrés social que producen estos bulos y, por otro, minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno".

LO QUE DIJO EL EL GENERAL EL  20.04.2020

OTRAS FUENTES:  
CAFE: https://www.pressreader.com/spain/muy-historia/20180620/283025465361509 
EL CURA FRUIME:  http://dbe.rah.es/biografias/53668/diego-antonio-de-zernadas-y-castro

CARTA ABIERTA A MIGUEL FERNÁNDEZ PALACIOS GORDÓN

  (Periodiqueando adherencias)     Querido Miguel: (y permíteme que, a falta de conocencia propia, eche mano de ese “querido”, form...