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sábado, 9 de septiembre de 2023

MUJERES TARDÍAS - Pensamentario


(Late women)

De eso que vas bicheando por internet como quien hurga en una cesta de cerezas, y, tirajoneando[1] de aquí y de allá, aparece algo que se resume en el subtitular del encabezado de un periódico[2]: “el arte de conseguir las cosas tarde”, significación entresacada a su vez del avance sobre una serie o algo así[3], cuyo eje conceptual se resume en un ‘late bloomers’, −flor tardía−.

Lo cual que lo susodicho me lleva a desembocar en otro entardamiento de cosecha propia hasta llenarme de bonanza: “late women”. ¡Mujeres tardías!

Como yo, que he tenido que pasar por todas esas inestables “edades de Lulú” tan llenas de eventualidades, por toda esa confusión de la petulancia, por todas las vanidades mal atajadas y los fracasos mal engullidos, para alcanzar lo que me gusta llamar como mi estado categórico, que no es otra cosa que la vejez. La plenitud de la vejez.

 ¡La rotundidez!

¿Existe algo más rotundo que una anciana?

Si ahora fuera desesperadamente joven, me preguntaría: ¿tenían que pasar tantísimos años para llegar a esto? A lo de ser tan razonada como razonablemente feliz, digo.

Pero no soy joven. Afortunadamente, ya no lo soy. Anduve mi camino y, aunque con algún que otro peldaño suelto, unos pocos enflorecidos y alguno más apolillado en su entraña, he tocado techo.

Iniciar la andadura no tuvo mérito: me echaron al mundo, y ahí te las apañes. Lo dificultoso llegó cuando me retiraron el andador, que vino a coincidir con lo de desaparecer lo último que me quedaba con mayor talento, mi madre, dejándome a mí en primera línea de salida hacia la meta final.

Entretenida como estaba en presentarme a concursos donde me certificaran que era la primera “metista” (léase conseguidora de metas) no me di cuenta de que ganarse la vida es mucho más que llegar a la meta demasiado pronto.

Por si no me estoy explicando, pongo un ejemplo: supongamos que en una carrera de obstáculos pusieran la meta al principio de la carrera y los obstáculos en un recorrido posterior. ¿Ven? Ya no quedaría estímulo para seguir corriendo.

Perseguir éxitos antes de estar entrenadas para no morirse de ídem es como ponerse el maquillaje encima de la crema limpiadora: se corre el riesgo de que el maquillaje se corra.

Lo mejor es que las cosas lleguen cuando tenerlas pueda convertirse en gozarlas y perderlas no se convierta en una calamidad. Entonces es cuando se alcanza el éxito sin riesgo de hacer el ridículo de arruinarlo.

El mío, mi éxito está en haber perseverado y permanecido hasta convertirme en esta mujer tardía que soy ahora.

 En CasaChina. En un 9 de Septiembre de 2023



[1] TIRAJONEANDO: gerundio del verbo TIRAJONEAR, (que tampoco existe).

[3] El éxito de ‘Solo asesinatos en el edificio’ trae de vuelta la denominación ‘late bloomers’: aquellas personas que escapan de la cultura de la inmediatez y se anotan una victoria a su ritmo y en sus propios términos

 

 

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