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miércoles, 25 de marzo de 2020

RUTINAS, TEMORES Y LAGRIMEOS


 39/2020
(Croniquilla del Viruso Coronado -14)

Lo primero, el café.
¡Faltaría más!
Es mi rutina irrenunciable
Con todo el poderío que está demostrando, no tiene este Viruso con corona tanto poder como para torcerme esa necesidad perentoria con la que salto yo del catre a diario: mi mañanero café de cada día.
Las necesidades dilatorias vienen después del lavado de dientes, y esos otros menesteres que cualquier cuerpo humano sin distinciones tiene, después de holgar toda una noche.

Encerrada, sí
     pero con rutinas, ya sean perentorias o dilatorias

Ahora, como antes, me lavo el pelo cada dos días, para que no se me quede como los boquerones fritos en manojillos: pegados por la cola con el engrudo del enharinado, y abiertos en canal por las puntas como abanico en adobo.
Lo mismo que antes de esto, y también antes de salir del cuarto de baño, arremeto contra los personalísimos estragos del tiempo armada de brochas, afeites, sombras de ojos, lápices de colores, abéñulas, coloretes… Todo, salvo el rímel; que, con esto de haber llorado a solas más de lo que fuera menester, se me han reblandecido los ojos en escozores. Y, cada vez que arrimo el cepillillo del rímel a la pestaña, los ojos pegan un repullo y sueltan las torrenteras, arruinando la tarea de mi restauración de fachada mañanera más de lo que ya estaba sin esos desconchones.
Lo mismo que antes, y fiel a mis rutinas, me asomo a las dos o tres ventanas que aún quedan abiertas en el mundo en estos días: −Facebook, WhatsApp, correo electrónico…− …y saludo con mejor o peor humor al webcindario, que tal parece que nunca duerme.
Luego, haraganeo, hago pan, barro por barrer, compruebo que me queda lejía, alcohol, jabón y papel higiénico. Salgo al jardinillo y pico pan duro en los comederos de los pájaros, que me vigilan desde el ciprés sin tenerlas todas consigo. Me parece a mí que, con tanta limpieza en el aire, se me van a asfixiar los pobreticos si no encuentran pronto un tubo de escape donde llenar sus pulmones, porque dicen que en Madrid ha caido la contaminación un 50%.

Algunas veces, escucho jazz.
Muchas veces, leo, sin acabar de concentrarme, y me concentro en algún pensamiento de esos que todavía alborotan el corazón a pesar de lo mustio que lo va dejando el tiempo.

Lo que ya no hago −y aquí comienzan los temores− es marcar números de teléfono de esos que están ahí, en la lista de contactos, desde siempre, y a la espera de que algún coleguilla en retirada les mande unos buenos días más o menos achacosos.
Mis temores no son tan insustanciales como pudiera parecer. Sucede que, de repente, me doy cuenta de lo mortales que somos.



¡Tres!
Llevo ya tres números borrados
 a causa del “cosicoso” este

En Silos 2014
Ayer, bien a mi pesar, borré el de mi amigo SIMEÓN MARTÍN MORALES, esa voz que antaño, desde la radio, nos llenó de matices nunca escuchados; en Silos fue un magnífico conversador con el que compartir una cervecita sentados a la puerta del Hotel Santo Domingo; en “Las tardes de Prometeo” de los primeros miércoles de mes, nos deleitaba como lector/poeta insustituible colgado de una sonrisa irresistible.
En la totalidad de la vida, lo recuerdo hoy como una eterna evocación de aquella mujer que fue la suya, Encarnación Huerta, también poeta, que emprendió el camino sin vuelta antes de que su hombre pudiera hacerse el cuerpo a convertirse en un impar doliente que se consuela leyendo versos de la amada.
Me pregunto yo si ya estarás con ella, Sime, abrazándoos al alimón con aquellos poemas que ella escribió y tú nos recitabas con tu hermosa voz radiofónica de amante de serial, como quien ejecuta un sortilegio o convoca al ataque con toque de generala.
Pues eso: que, hasta que esto no se enrute, no estoy yo por marcar un número de los que guardo en alcanfor, …y que nadie no conteste.
Tendré que conformarme con esta rutina de escribir, que es una manera de hablar con los que me lean, y de convocar a los que se fueron, siquiera poniendo en el picú de la memoria aquello de la canción: “espérame en el cielo”, ese que, de puro azul, ahí afuera, me tiene los ojos en un puro lagrimeo, tal que como si estuviera llorando.

Enlutada en CasaChina. En un 25 de Marzo de 2020

CARTA ABIERTA A MIGUEL FERNÁNDEZ PALACIOS GORDÓN

  (Periodiqueando adherencias)     Querido Miguel: (y permíteme que, a falta de conocencia propia, eche mano de ese “querido”, form...