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jueves, 26 de mayo de 2022

LA MEJOR MANERA DE VOLVERSE LOCA

(Cavilaciones de una superviviente)         78/2022

         Esto de vivir tanto tiene sus ventajas, entre la que no es la menor lo de que te importe tres pepinos que el aire te levante las faldas y te deje los “cucos” al aire, entre otras cosas porque a nadie le interesan los “cucos” talla-ballena que tapan las sinvergüenzas de una ballena humana.

        Los inconvenientes son más sutiles, y van desde el mapeo de ese lugar del cuerpo que no te duele y ataca nada más despertarte, para tomar posiciones en tan deliciosa como escasa zona vital, hasta el testarazo que se pega una en el pasillo, intentado ensayar sin público la última prueba de equilibrio a que la sometió el neurólogo: “camine poniendo un pie delante del otro, pegando el talón del pie que avanza a la punta del que se queda quieto” −me instruyó el de la bata blanca abierta de par en par sobre unos vaqueros de rodilla huesuda y deshilachada−.

        Conste que una servidora lo intentó, aunque con escaso éxito, antes de cimbrearse hacia el de las rodillas huesudas al aire, que ya estaba en función de “Dios-mío-la-que-se-me-viene-encima”.

        Como una viene de aquellas tan interminables como apasionadas reuniones de la Acción Católica remozada a golpe de vocal (JARC[1], JEC[2], JOC[3], Etc.), donde, a partir de la “J” −de “juventud”; que quede claro− se discutía de lo divino y de lo humano hasta el agotamiento, se ha pasado la vida dándole a la manivela de decir cosas mientras haya alguien a quien colocarle el rollo.

        Pero, los que antes se iban al bar de la esquina a por otra botella de vino con la que empapar el tedio de la facundia, un día no regresaron. De manera que esto de vivir tanto lleva incluido en el paquete una especie de silencio eterno de los que vamos quedando. No es de extrañar, pues, que una machaque a cualquiera que ponga el oído, aunque la escuchancia sea hostil y carente de eso que antes se llamaba cotorreo compartido y ahora le dicen algo así como darle al feedbak[4].

        Lo más fastidioso −créanme− es el silencio. Este silencio que, con el paso del tiempo, se me ha instalado de “okupa” de puertas para adentro, sugiriéndome a cada momento la conveniencia de salir para afuera. Claro que el maldito dolorcillo movedizo, tipo “dónde-está-Wally” que se pone a recorrerme los rincones del cuerpo cada vez que amago salir a la calle en busca de cháchara y compaña tampoco es menos disuasorio, de manera que no me queda otra que pactar con el silencio y hablar con los espejos.

        Lo que pasa es que el silencio del que hablo también tiene sus ventajas. Me refiero a que, si es cierto eso de que “la función crea el órgano”, en poco tiempo se me habrá revenido por falta de uso esta lengua lenguaraz e inoportuna que pide suelta, y se me habrá inflado el cerebro por darle al coco tantísimo como le doy en plan onanismo mental.

        “Le da usted muchas vueltas a las cosas” −me soltó a bocajarro el de los pantalones vaqueros des-rodillados cuando, por alargar la palabrería, le pregunté si lo de poner un pie delante del otro me iba a llevar a algún sitio que no fuera ese al que todos vamos.

Puesta a darle vueltas a las cosas, caigo en la cuenta de que el exceso de rozamiento −léase pensamiento contra pensamiento propios−, sin “salida de humos”, −léase facundia con alguien ajeno, aunque no nos escuche− puede entrañar el peligro de convertirse en la mejor manera de volverse loca.

¿A ustedes qué les parece?

En CasaChina. En un 25 de Mayo de 2022



[1] JARC: Juventudes Agrícolas Rurales Católicas.

[2] JEC: Juventudes Estudiantes Católicas

[3] JOC: Juventudes Obreras Católicas

[4] FEEDBACK: más o menos, pegar la hebra de ida y vuelta.

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