(In memoriam)
Hay mujeres artesanas que, como ella, con su sola presencia ausente, abren la puerta de las palabras enjauladas.
Se ha ido
en esta tarde gris de un gris noviembre
con esa aparatosa prisa suya
cargada de vehemencia.
Por fuera, aparentara
ser una bicolor en blanco y negro:
los ojos, los cabellos, la textura…,
las manos,
como oscuras golondrinas,
planeando arabescos de palabras
casi como tizones apagados
sobre el blancor de cal de los cuadernos.
Ha sido
−pareciera−
reciedumbre encendida de voz multicolor
que amanece de luto esta mañana
orlada en arco iris.
Hacia adentro
(pasión y encrucijada)
transitaba polícromos caminos.
Adiestraba
minúsculos pedazos de pintura,
igual que desmandadas canicas de colores.
Detrás de su escritorio,
simulaba
ser una doctoranda laboriosa
cursando maestrías coloreadas
en tiempos amarillos.
Su sólida frescura
iluminó las hojas de papel
como una prodigiosa inundación,
con un multicolor vocabulario.
Un goteo
de inquietas aprensiones
contendientes, febriles, seductoras
como una ebullición de colibríes
que liban su estupor en pleno vuelo
hacia un espacio gris.
Invernadizo.
Y ahora ya no está.
Pero se queda
sobrescrita
en los márgenes de todas sus libretas.