VA DE...Batiburrillo literario

Mostrando entradas con la etiqueta La JUSTICIA bien entendida comienza por uno mismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta La JUSTICIA bien entendida comienza por uno mismo. Mostrar todas las entradas

martes, 14 de febrero de 2023

RAMPLONAS, DESHOJADAS Y DESOJADAS

 La JUSTICIA bien entendida comienza por uno mismo

19/2023

      Tres son los soportes de una verdadera sostenida y sostenible democracia: educación, sanidad y justicia.

        La administración de los tres está transferida al Estado, desde donde, o se dota a cada uno de ellos de los necesarios medios humanos, intelectuales y financieros para que cumplan su función o se está sembrando de minas el campo de una convivencia justa, pacífica y soportable.

        Como jurista veterana aunque a punto de entrar en vía muerta, veo con tristeza cómo las tres extremidades de esta democracia que se ganó con tanto esfuerzo y sufrimiento se está deteriorando día a día, a ojos vista, sin que quienes padecen las consecuencias −que fuimos, somos o seremos todos sepan que no siempre las cosas fueron así, y que aún se está a tiempo de remediar e impedir que las tres diosas de nuestro personal olimpo se conviertan en "rentables" conveniencias  ramplonas, rituales deshojados y cegueras desojadas.

        Dejo hoy para los sanitarios y para los docentes su propia proclama, sin perjuicio de que en mejor momento arrime yo, −como docente que fui y paciente que me siento−, mi propio granito de arena.

      Hoy me referiré a los juristas.

        Tienen derecho a saberlo.

        Los actuales juristas tienen derecho a saber que hubo un tiempo en el que, como adujo con voz férrea en la impresionante sala del Tribunal Supremo aquel ilustre abogado que tuve el honor de conocer, Rogelio Villaplana, “un abogado, cuando toma la palabra en defensa de su cliente, es Dios; y a Dios no se le interrumpe, aunque se acabe el mundo”.

    Tienen derecho a saber que en aquellos tiempos un justiciable, a pesar de verse sometido con “la pena de banquillo” antes de ser condenado o absuelto, gozaba, sin embargo, de uno de los más inalienables y sanadores derechos: el de ser escuchado sin interrupciones premiosas, porque nadie osaba limitarle su derecho al uso del tiempo con la ramplona disculpa de “tenemos-muchos-juicios-hoy-y-poco-tiempo”.

        Lo peor de todo es que quienes así acosan, urgen y someten a sus semejantes no son sino víctimas de la indigencia provisoria de los que manejan la caja, y meten la mano en ella con tanta generosidad y avaricia para sí mismo como miseria para los servicios públicos más sagrados.

        También los esbirros de los que mandan lo que hay que hacer tienen derecho a saber que no es eso… no es eso….

        Sucede que todo derecho apareja una obligación simultánea.

        Los actuales juristas, sea cual sea el lado del estrado en que se aposenten, tienen la obligación de reclamar que se les devuelva la divinidad de su función, hurtada por deshilachadas puñetas teledirigidas, siempre dispuestas a obedecer la indigente tiranía de lo mediocre, tan timorata y sometida como quienes demandan de ellos, y resumida en un “abrevie-señor-letrado-que-no-tenemos-tiempo”.

        Tienen derecho a saber que, a fin de cuentas, cualquiera de nosotros somos potenciales alumnos, enfermos o justiciables.

       Los justiciables (que somos todos por manumisión y transferencia del derecho de "venganza" al Estado) tenemos el derecho a recibir una respuesta sin rígidas acotaciones del máximo de folios permitidos en un recurso −como si la Administración de Justicia fuera un pobretón concurso literario−. Derecho a un enjuiciamiento y, en su caso, un ajusticiamiento digno, donde no nos veamos reducidos a peleles en manos de los hombres de negro con sayones de prestado.

        Derecho a ser oídos, escuchados y entendidos en nuestro propio idioma, sea cual sea la longitud de nuestro discurso.

        Y eso −derecho y deber− se hace/paga/sufraga/exige desde abajo.

        A no ser que se sea tan torpe que lo que se pretenda es “subir” como sea, a costa de pisotear los hombros de quienes sujetan la base para mantener la torre de los "trepadores" in-humanos, sin caer en la cuenta de que, cuando se llega a la cumbre de una torre tan inestable, lo siguiente es caer al suelo.

En CasaChina. En un 14 de Febrero de 2023

 

LA PRESUNCIÓN DE INDECENCIA

  (Mujereando)           45/2024   ¡Ya está bien! Hasta los “huevarios” estamos muchas mujeres de tener que “serlo”; pero, sobre tod...