8/2021
¡Si lo sabré yo!
Si me conoceré bien, siendo como soy la que más he hablado conmigo en lo que llevo de vida. Juntas hemos llorado, reído, amado y desamado sin darnos un segundo de tregua.
Juntas hemos hecho picardías de confesionario, hemos desplegado heroicidades anónimas (a veces puras inconsciencias) y perpetrado miserias como cada hijo de vecino.
Juntas hemos vivido
Por eso, y por vía de negación, al más puro estilo de la Escolástica, estoy en condiciones de decir lo que no soy ontopolíticamente hablando.
Yo no soy “ISTA”
No soy comunISTA, ni fascISTA, ni falangISTA, ni totalitarISTA ni conservadurISTA, ni anarquISTA, ni revolucionarISTA...
Los “ISMOS” políticos, como tú y yo sabemos, exigen una disciplina partidISTA a la que no se me hace a mí el cuerpo, hecho como lo tengo a vivir por su cuenta y riesgo hasta el extremo de arriesgarse a dar cuenta de sus desatinos. (¡Ay, si yo te contara!).
Por supuesto que no soy socialISTA. Ya te lo adelanto
Pero, chico, en cuanto te he escuchado eso de “…Será porque el descaro y el insulto no me representan. Será porque no creo ni en el odio, ni en la tensión", lo que yo te diga que me he sentido una “álguiena” con ilusión por serlo.
De repente, al oírte, se me ha venido a mí a la memoria que, quitando aquella vez en que me disfracé de “TE”, (requeTÉ por más señas, para que me llevaran de balde a pasear por Quintillo una algo añeja boina roja de 16 años recién cumplidos, con margarita incluida de “me-quiere-no-me-quiere) algo sí que soy.
Yo soy AL
Lo digo porque la única vez que he pertenecido a un partido político en condiciones fue cuando lo de el “Partido LiberAL”, del que incluso llegué a formar parte de la ejecutiva. Pero no vayas a creerte que por méritos propios, (tampoco yo era demasiado “divertida”) sino porque, quitado el presidente, Joaquín Satústregui, −ya sabes, el del “Contubernio de Munich”−, a Ángel de Pinies, a Jaime Miralles, y a otros pocos (aunque insignes ilustraos), no éramos muchos más.
Lo de apostar a LIBERAL, como te he dicho, es apostar a caballo perdedor. Los liberales somos tan nuestros que cada uno de nosotros somos un partido único con escasas posibilidades de juntar más de un voto. Aunque sabrás que en las Elecciones de aquel 1977 “los míos” acabaron sacando un puesto de senador para nuestro líder con lo de la ALIANZA LIBERAL.
Luego, como buenos liberales, reincidieron en lo de apostar con peor cabeza que instinto, se juntaron con los de la UCD, y se las dieron todas en el mismo sitio.
De entonces a acá, yo como la santa Maria Goretti de los ojos traspuestos: virgen (a mi pesar), y mártir (pese a quien pese), asaeteada por el cansino y ramplón cruce de navajas en que se han convertido lo de la política y sus ilustres navajeros.
Entonces, cuando una servidora andaba ya algo alicaída, desesperanzada, “despartizada”, y mustia como mi vacilante “si/es-no/es margarita de Quintillo, llegas tú, y sueltas eso de que “…será porque el descaro y el insulto no me representan. Será porque no creo ni en el odio, ni en la tensión".
¡Será!
Tú sí me representas
No sé si mi apuesta será otra vez a perdedores. Tampoco importa tanto. Lo que había que ganar está ganado desde que salieron las urnas a la calle. De lo que se trata ahora es de hacer el recorrido sin malas mañas, sin que importe las cabezas que te saquen los otros jinetes o el puesto con que se llegue a la meta.
Ya ves: será que me has devuelto las ganas de volver a ser sin acabar de serlo ni apearme de mi “AL” al que ya estoy hecha. Porque tú sí que me representas.
Así que, sea: ¡cuenta conmigo, Gabi.
En CasaChina. En un 22 de Marzo de 2021
