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sábado, 24 de octubre de 2020

TRES JEREMIADAS POR EL HOMBRE DE LESBOS

   123/2020

 (Tres eran tres y ya no lo son)

Ayer lo encontraron en su cama, inmóvil, sin vida.

(Muerto). (¡Uf! Por fin lo dije)

Me refiero a su cuerpo, esa habitación de paso en la que a veces pernoctaba, y que algunos días festivos utilizaba como coche de punto para desplazarse y repostar yantando en cualquiera de esos restaurantes pijos recién descubiertos, de los que a él tanto presumía y nosotros nos aprovechábamos. 

En Nápoles 2019
En Nápoles 2019

 

 (Cuando hablo de “nosotros” tres eran tres me refiero a él, Raimundo, a mi primo Jóse y a mí, las tres “viejendades” de andar por esta vida intermitentemente juntos. Como aquel último viaje a Nápoles, donde también nos descubrió el mejor restaurante de pizzas del mundo).

  (Primera jeremiada: ¿Quién nos buscará a “nosotros” ahora restaurantes pijos por descubrir?).

     A diario, mientras ese cuerpo que han encontrado de semejante manera brujuleaba por juzgados de pueblo y tabernas aledañas, desempeñándose en su tarea provisoria de lo del pan nuestro de cada día como procurador-de-los-tribunales, él se quedaba en cualquier rincón de lo de los sueños realizables, imaginando ciudades sin ley y guerreros del antifaz con los que deslumbrarnos.

    (Segunda jeremiada: mi primo Jóse aún sigue ahí. Pero, sin Raimundo… ¿Dónde busco yo ahora un procurador de los de antes?)

 −El próximo verano nos vamos a Lesbos −soltó como quien dice “vamos al bar de la esquina”.

−¿A Lesbos? ¡Anda ya! ¿Se puede saber qué hay en Lesbos además de alambradas y vergüenzas?

 −Mira que sois ignorantes.  Todavía no sé por qué os saco a la calle. Yo estoy hablando de esa parte de Lesbos donde este “body” y yo pasamos los veranos en cuerpo y alma desde que tengo memoria.

 Él, el verdadero él, se permitía desde unos cuarenta años atrás regalarle a su cuerpo algo más que la vergüenza del incendio oportuno, y de las cercas recién levantadas para ponerle coto al afán de seguir viviendo que sólo algunos locos son capaces de buscar a costa de su propia vida embutida en una patera.

“Esa es la vergüenza del mundo con nombre propio” −decía si se le pinchaba en condiciones−. “Pero Lesbos es mucho más”.

Entonces, enfocaba sus ojos en una lejanía con paisaje invisible para el resto de los mortales, y tomaba la palabra, eximiéndonos a Jóse y a mí misma del esfuerzo de buscar un qué-decir cuando ya se ha dicho tanto. En esos momentos era él quien hablaba durante horas, más de lo humano que de lo divino que era trasladarse a sus veranos con olor a bosque, a salitre y a brea de puertecillo sin yates; y del recóndito y familiar hotel Votsala, (https://www.votsalahotel.com/), y de la barquichuela crujidora que se podía alquilar “por-dos-reales” para ir a cenar al otro lado de no sé que lado de la isla.

 O de la mesa del desayuno

hundiendo sus patas en la arena de la playa

Desayuno en Lesbos

       Nuestra última incursión por Madrid, arrastrando nuestros tres cuerpos mortales por mitad de la desolación del confinamiento recién aparcado, fue un domingo. Él nos convocó en un restaurante que, a manera de “nuevo mundo” de fogones, acababa de descubrir;  y yo lo puse por escrito en mi blog como suelo hacer cuando me quedo sin palabras: https://soco-marmol.blogspot.com/2020/10/restaurante-berlanga-en-madrid.html

Le envié el enlace a él, al hombre que siempre hablaba de Lesbos, a Raimundo. Y mantuvimos una breve conversación por WhatSapp:

 [11:40, 4/10/2020] Raimundo Ramírez Ocaña: Oye Soco precioso escrito. Me encanta es buenísimo. Perfecto artículo sobre la ambrosía. Me encanta el equilibrio entre lo descriptivo y lo sentido

Muchas gracias

 [11:41, 4/10/2020] Soco: pues sigamos haciendo croniquillas. Me falta el vino (el nombre del vino). Y el lugar de los brebajes de la tarde.

 [11:42, 4/10/2020] Raimundo Ramírez Ocaña: El vino, bellísimo nombre,  “Pétalos”.

[11:42, 4/10/2020] Raimundo Ramírez Ocaña: Y el lugar, Miranda.

 [11:43, 4/10/2020] Soco: oh, gracias.

[11:43, 4/10/2020] Soco: acabo de corregir algún errorcillo tipográfico en lo del restaurante

 [11:53, 4/10/2020] Raimundo Ramírez Ocaña: ¿Soco se lo has mandado a José?

 [11:58, 4/10/2020] Soco: nor

[11:58, 4/10/2020] Soco: pero lo he puesto en Facebook y él entra

 [12:00, 4/10/2020] Raimundo Ramírez Ocaña: Ok

 (Tercera jeremiada: ¿Por qué  tuvo que ser un “OK” tan breve lo último que escribía para mí, si no estaba dispuesto a cumplir con la palabra empeñada de ir a Lesbos?)

          Ya no hay vuelta atrás. Esa fue nuestra última conversación virtual tras el último cuerpo a cuerpo en el que hablábamos de ir a Lesbos el verano que viene.

         Hoy, mientras mis ojos, por su cuenta, le lloran a la muerte de su cuerpo, yo, por mi cuenta, rebusco un arrimo con el “él verdadero”, y cavilo en que la palabra dada hay que cumplirla. Así que, si antes no me encuentran a mí de semejante manera, este verano me voy a Lesbos, al hotel VOTSALA, a desayunar en la mesa de patas hundidas en la arena de la playa, y a ir a no sé dónde en la barquilla de pescadores que se alquila “por-dos-reales”.

Ya lo he hablado con mi primo Jóse.

         Y con Gloria.

         (Tres serán tres)

En “CasaChina”. En un 24 de Octubre de 2020

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