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viernes, 21 de junio de 2019

LENGUAJE INCLUYENTE PERVERSO


  
   
         Hay lenguajes aparentemente inocuos que encierran en sí una forma de perversidad encubierta, en tanto que son como una especie de "anestesia" aparentemente concesiva con la que acallar pretensiones más que legítimas.



         Me explico:





Antonio Miralles y su artesanía
           Hace pocos días, en unas jornadas de estudios diversos organizadas por el grupo SIAL PIGMALIÓN con motivo de la Feria del Libro de Madrid, tuve el honor de moderar una mesa sobre las gentes (que no “sobre la gente”) de Sierra Mágina. El título: <SIERRA MÁGINA C.R.E.A.> -Colectivo Rural de Escritores y Artistas-. El coloquio derivó hacia la distinta posición que ocuparon hombres y mujeres de aquella comarca como consecuencia de  la escasez de medios económicos en una época concreta: la de los años 50/60; de ahí, se llegó a la forma en que se sacrificó la formación de la mujer en favor de la del hombre cuando los medios no alcanzaban para darle estudios a todos; y, como no podía ser menos, emergieron DOS TEMAS CANDENTES: ser o no ser “feminista” al estilo más profundo o más superficial de su concepción, y la perversión del idioma a partir de un recurso tan facilón como el sacrificio de la más pura concepción gramatical de formación de la lengua a un -a mi entender- mal llamado “lenguaje inclusivo”.
        Personalmente pienso que la adopción de posiciones fuertemente ideologizadas y poco fundamentadas derivan en estas “desviaciones conceptuales”, y son las que a la larga más daño hacen a la imprescindible batalla por la dignificación de la causa feminista, tomando el concepto “feminismo” como ELEMENTO SUMATORIO, en tanto que el machismo aparece indubitadamente como ELEMENTO RESTATORIO.
        Y también es personalísima (aunque muy meditada) la sensación que tengo de que esas “concesiones lingüísticas” con las que se habla de “lenguaje inclusivo” posiblemente nos hace visibles, pero no como personas que atraen el respeto del conjunto para un objetivo común, sino que se nos expone con una visibilidad degradada, concesiva, pobretona y transgresora, más propia de un limosneo caritativo que de una auténtica y cuidada equivalencia entre géneros.
        Poco a poco, en lo referente a la causa femenina, voy acumulando mis propios axiomas frente a situaciones reales y a conflictos incontestables en la posición de la mujer, sin pretender -ni de broma- trasladar de lugar el problema, para convertir una causa noble -la dignificación de la mujer- en una persecución incontrolada del hombre por el hecho de serlo. (Muchas madres de varones saben de qué hablo; muchas madres de mujeres, también).

        Primera conclusión axiomática: El feminismo suma -añade valor a la causa de la dignidad femenina-; el machismo resta -resta valor a la mujer-.

        Por eso, por la causa de las personas -hombres y mujeres- desde una visión amplia y no limosnera, quiero contestar a este cartel lúcido donde los haya, (y del que no debiera hacerse bandera por quienes entienden el feminismo como excluyente), aunque ligeramente incompleto (siempre desde mi personal visión).

“Un hombre no viola… Viola un violador”.
Sucede que una mujer nunca viola…

“Un hombre no mata… Mata un asesino”.
Sucede que las asesinadas suelen ser mujeres…

“Un hombre no maltrata… Maltrata un maltratador”.
Ahí hay menos visibilidad. Habría que ampliar el estudio sobre las formas de maltrato.

“Un hombre no humilla… humilla un cobarde”.
Personalmente, detesto ciertas “valentías” frente al más débil…

        No quiero cerca de mí ni valiENTES ni valiENTAS que generen polémicas lingüísticas estériles, desviando el enfoque de un problema grave hacia algo tan trivial como una “a” a destiempo y a contrapelo. 
Sierra Mágina C.R.E.A.
 Quiero
no tener que mendigar protecciones
ni agradecer
la añeja y más que discutible dádiva
de la limosna de lenguajes adulterados.

Lo que verdaderamente quiero es poder hablar de igual a igual sin que mis interlocutores se sientan inseguros por el hecho de ser hombres, ni yo amenazada de incultura… o de muerte por el hecho de ser mujer.
       
        Pues aquí dejo mi segundo axioma: yo no quiero SER (ente) IGUAL AL HOMBRE. Lo que exijo, desde mi evidente diferencia (diversidad), es SER TRATADA IGUAL QUE EL HOMBRE.
Y tratar al hombre como a mí misma.

¿O sucede que somos tan "acostumbradizos" que nos vamos a conformar con la utilización de medios tan esperpénticos como los que se nos proponen y es evidente que no funcionan para hacer visible un problema espantoso cual es el del número de mujeres silenciadas?
En CasaChina. En un 15 de Junio de 2019       

LA PRESUNCIÓN DE INDECENCIA

  (Mujereando)           45/2024   ¡Ya está bien! Hasta los “huevarios” estamos muchas mujeres de tener que “serlo”; pero, sobre tod...