38/2020
Se acabó el comercio al PorMayor de carne humana
(Croniquilla del Viruso Coronado - 13)
Algo bueno tenían que tener los pavorosos
“efectos colaterales” de éste Viruso Coronado, como lo tienen todos los
horrores que los seres humanos somos capaces de crear.
En este caso, el “algo bueno” es este
“se-acabó” que me brota de los bandullos como un geiser vomitando quinientos
grados sobre cero.
¿Acaso puede haber un horror mayor que el de ir a fumigar una
residencia de ancianos y encontrarse a muchos de ellos abandonados por sus “cuidadores”,
e incluso muertos en sus camas, y a saber si de hambre, de desconsuelo, de
Viruso o de qué?
¡Pues se acabó!
O eso espero
Se acabó el comercio al PorMayor −no pienso separar esta palabra− de carne humana.
Se acabaron las “residencias” de “PorMayores”, a los que nos llevan por mayores, y
donde la materia prima es el confinamiento, el apartamiento, el agravio y la
humillación. Como es esa lamentable y asumida costumbre de llamar “abuelos” a
quienes ni lo somos ni queremos serlo.
Tres cosas hay en la vida −como decía la canción− que no
deben generar más plusvalía para particulares que no sea el disfrutar de su
existencia:
1. La educación.
2. La salud.
3.
La vejez.
Así que: ¡se acabó!
imagen de Internet |
No es exactamente por morbo, sino por razones de
concienciación, que me obligo a mí misma a imaginar cómo les llegaría la muerte
a esas criaturas, etiquetadas ya con fecha de caducidad, pero con las mismas
ganas de vivir que las que tenían / teníamos a los quince años, o de que
alguien les acaricie los últimos alientos para hacerlos menos “transitorios”.
Pienso en ello y algo se remueve en mi interior como si me
hubiera tragado un bote entero de chiles sin desbravar.
Imagino que yo misma me convierta en MateriaPrima al-por-mayor; por-ser-mayor, y
todo el miedo que no tuve a lo largo de esta ya no menos larga vida en mis
peores momentos de peligro −que los hubo− se me sube a los pulsos, hasta
ponerme la tensión por las nubes y el ánimo por los suelos, de tal manera que
solamente que queda resuello para gritar en voz alta:
¡Se acabó!