Por mi parte,
te declaro la paz, viejo suicida
de músculo infernal.
Ojos de acero
templado en el fogón de la locura
y vulgar chafarote deshonrado
que ya no encuentra tierra que lo enfunde si no es en su mortaja .
No voy a dar más vueltas a la noria.
Lo dejo para ti.
Yo
ya te digo:
por mi parte, te declaro la Paz.
Tú sabrás
qué vas a hacer con ella que no sea
violarla por la fuerza
como viola el eunuco del harén a las mujeres
(ajenas):
con un hambre de ojos incapaces.
En el fondo,
me causas mucha pena, viejo mirón del mundo,
sin asiento
para unas posaderas tan hediondas
sin nadie que les cambie los pañales.
No eres mucho más
(ni nada menos)
que un pobre niño rico que quiere ser más rico
transfigurando en oro sus propios excrementos.
Y eso da mucha pena.
Además de una casa de muñecas todas decapitadas
tú debes de tener muchos juguetes.
Tienes, seguramente, una gran dacha,
y pájaros de acero de trino fratricida,
y carros de combate,
capaces de aplastar de una pasada un campo de amapolas.
Lo que nunca tendrás,
te lo aseguro,
es un beso de amor entre los labios,
un cosquilleo ungido de ternura,
una amapola propia
algo que te ennoblezca, viejo,
y eso
−de lo que tanto sabemos las mujeres−
me causa mucha pena…
¡Mucha pena!
En CasaChina. En un 27 de Febrero de 2022