VA DE...Batiburrillo literario

domingo, 27 de mayo de 2018

LOS COMICIOS


 


(Cuentecillo para un día electoral)
En el salón de plenos acabo el recuento de los votos. El perdedor se acercó al ganador, le dio una cariñosa palmada en la espalda, le guiñó un ojo -"ahora os toca a ti y a los tuyos"- y se retiraron festivos a la sala donde los camareros de siempre servían champán y caviar para los próceres con cargo al fondo de pensiones.
Abajo, en la plaza, los partidarios de unos y otros seguían insultándose y aporreándose sin piedad. Casi hasta la muerte.
De lejos se escuchaban sirenas de ambulancias. En un momento de descuido, una puerta entornada dejo llegar el aullido de las ambulancias hasta la sala del festejo. Entonces, el perdedor, con gesto amoroso, se dirigió al ganador:
-Ahora que te toca mandar a ti, tendrás que ocuparte de la sanidad pública; no sea que los tuyos maten o me dejen inservibles a más de los censados entre los míos, y no podamos celebrar las próximas elecciones por falta de cuórum.
-Tranquilo; todo está previsto, que para algo somos colegas. Si a esos idiotas se les va la mano, propondré subvenciones a la natalidad; tú apoyas la moción, y asunto resuelto. Y ahora, -dijo dirigiéndose a los invitados- brindemos, hermanos, por el esfuerzo de esos pobres diablos.
-¡Por los nuestros!
-¡Por los nuestros!
-¡Por lo nuestro! -bramaron los elegidos.

        En CasaChina. En un 27 de Mayo de 2017

viernes, 25 de mayo de 2018

LLUEVE EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID 2018


Foto de Internet
 34/2018
Hoy se inaugura 
la FERIA DEL LIBRO DE MADRID.

Y ¡cómo no! Llueve.
       En la Feria del Libro de Madrid, SIEMPRE LLUEVE.
      
 Recién llegada como quien dice de la FERIA DEL LIBRO DE BOGOTÁ, a donde voy cada año desde hace algunos, rebusco en mis recuerdos:
       Y recuerdo que en la Feria del Libro de Bogotá SIEMPRE LLUEVE.

       Estando como estamos en tiempos de sospechas, ante semejantes detalles, más que significativos, sospechosos, voy yo a proponer una rogativa para tiempos de sequía: que, en lugar de darle la matraca a los santos y a las vírgenes, sacándolos de sus casas a deshora y aperreándolos como a una balumba de támaras, saquemos en rogativa una procesión de libros cada vez que nos arda el gaznate de sed, y el corazón de hastío.


       Pero, eso sí: LOS LIBROS LOS SACAMOS LOS DE A PIE: LOS QUE ESCRIBIMOS Y LOS QUE LEEMOS. No sea que a los otros les entren las malas ideas de siempre y se echen a la quema de lo único que va quedando fuera de la cárcel sin cargos.

       Y, ahora que lo pienso: ¿No será que el Dios de los Libros sabe de la manía genética de sus acólitos y arrimaos en eso de reducir a cenizas el conocimiento, y cada vez que le ponemos delante la tentación del árbol de la ciencia de tanto libro irresistible, va Él y remoja el campo de lectura por un por si acaso fogonero…?
      Por si acaso, yo, aunque sea con mi paraguas de MaryPoppins, mis botas katiuskas colorás, y mi impermeable antilujuria, voy a alargarme a la FERIA DEL LIBRO DE MADRID a ver si rescato del fuego del olvido alguna joyita antes de que el olvido le meta candela.
       ¡Ah! Y a saludar a mi último libro: EL AÑO DEL VESTIDO AZUL, en la caseta 122.

       En “CasaChina”. En un 25 de Mayo de 2017

jueves, 24 de mayo de 2018

MAL DE MUCHOS... DISCULPA DE TODOS


 Hoy la radio habla de “otra operación policial contra la corrupción”, de nuevos e ilustres detenidos por sesudas e inteligentes rutinas de financiación ilegal, de ilustrados presuntos corruptos huidos de la Justicia, de sagradas independencias de poderes que andan pisando callos ajenos a los caminantes de medio pelo, con sus togados pies llenos de callos impisables, constitucionalmente protegidos frente al populacho, y de sedicentes purísimos vocingleros que andan en rasgarse unas vestiduras de prestado dejando al aire algo así como “para que veas lo listísimos que somos nosotros; no como tú, pringao”.

Entonces voy y recuerdo.
Hablaba ayer con X –llamémosle X-, un amigo de aquellos que desde siempre estableció fronteras entre rojos y azules, buenos y malos, demócratas y fascistas, creyentes y ateos, maricones y machos, putas y monjas, sí y no, blanco y negro.
Sus colores siempre eran puros, (con lo que tengo para mí aún hoy que su gama cromática se reducía a los tres colores verdaderamente puros que existen: el rojo, el azul y el amarillo, mientras que lo mío era tan negro como la suma de todos los colores, tan blanco como la ausencia de color o tan gris como la superposición de negros y blancos en distintas intensidades).
Para X, todas sus fronteras siempre estaban perfectamente delineadas en su afilado y feroz lenguaje.
Todas menos su concepto de amistad. “Por un amigo pierdo el…! ¡Ejem!
Hace ya más de cuarenta años –éramos entonces apenas lo que seríamos luego- cuando X me adoptó como amiga, a pesar de que yo apenas tenía fronteras definidas, o me acobardaba corriendo sin dirección concreta o agredía y cañoneaba sin piedad con toda mi artillería de palabras -exquisitas; eso sí, por no decir relamidas- a quienes se mantenían encastillados en ellas. En las fronteras, digo, fueran las que fueran.
Es más: teniendo mis orígenes en una tierra de fronteras (entre provincias, sí; pero, sobre todo, entre sentires y decires), y siendo fronteriza entre casi todo lo demás, detestaba profundamente las fronteras, y amaba con pasión lo de cruzarlas, de noche a poder ser, como lo hacía el contrabandista de aquella inolvidable novela El enamorado de la Osa Mayor, de Sergiusz Piasecki, cargada con el contrabando de este corazón mío tan dispuesto siempre a transitar la ruta de la seda con mercancía de contrabando.
De entonces a acá, desde los años en que yo leía esa novela para identificarme con Fela, y X leía el Manifiesto Comunista mientras preparaba oposiciones, cada uno de nosotros hemos hecho un largo recorrido; yo dejé de ser funcionaria del Estado convencida de que no quería vivir con cargo al erario público, donde tantas fronteras hay que atravesar para no llegar a ningún sitio que no sea una mediocre paga vitalicia a mitad de camino entre la pequeña burguesía indemnizada y La envidia igualitaria[1] con la que algunos intentan “igualar” a los demás por abajo mientras ellos se agarran como gatos a las murallas de los poderosos para escalar paraísos de castas denostadas por megáfono de plaza pública y aquelarre de macho cabrío.
X ganó sus oposiciones a funcionario del Estado, y se vio atrapado en la rueda de lo público, tras las oscuras fronteras de dentelladas entre licántropos y depredadores de lo ajeno.
Lo que nunca perdimos uno y otro fue nuestra “tierra de nadie”, esa en la que la amistad es más poderosa que la desertificación de los arribismos.
X, ayer tarde, con su lengua siempre afilada, aunque con algunas mellas, me repetía un “si yo te contara”, que siempre acaba contándome, sobre corrupciones y corruptores (y abusadores de alta graduación, título certificado, cargo hipotecado y baja cama sobre la que los de abajo pagan hipotecas).
Las cosas que ayer me contó X me arrancaban un “¡Pero tú…!, ¡¿cómo pudiste no sacar a la luz todo eso?!”.
Ayer fui consciente de lo viejos que nos hemos hecho X y yo cuando entendí (y amé) sus últimas palabras:

-Tú eres libre, y hasta puedes permitirte el lujo de ser pobre sin darte un tiro en el pie. Yo tuve hijos, tengo mujer, una casa más o menos propia… ¡Qué iba a hacer cuando todos hacían lo mismo! ¿Ser el tonto de la función?

-Alguna ventaja tenía que tener la soledad -respondí sin mucho convencimiento.

         ¡Ah, Fela, Fela! Mi espejo de juventud perdida sin acabar de descarriarse en condiciones: regresemos a las páginas de la novela El enamorado de la Osa Mayor, y allí, bajo las estrellas, que no conocen fronteras ni le temen a los carabineros, bebamos vodka y comamos pepinillos en vinagre.

Y amémonos.

Aunque lo de amar sea el pecado más desacreditado, risible e improductivo del mundo.


En CasaChina. En un 24 de Mayo de 2018


[1] Libro de Fernández de la Mora
      

    


CARTA ABIERTA A MIGUEL FERNÁNDEZ PALACIOS GORDÓN

  (Periodiqueando adherencias)     Querido Miguel: (y permíteme que, a falta de conocencia propia, eche mano de ese “querido”, form...