(MalaGente)
182/2024
Hasta que Toñi no apuntó aquello de que el personaje en cuestión debía cambiar para no ir por la vida amargando al personal no había caído yo en la cuenta del privilegio del que gozábamos. De lo que supone tener en nuestras vidas semejantes MalasGentes.
¿Cómo podríamos entrenarnos en la gentileza del señorío propio sin semejantes zurupetillos, sin esos rábulas predestinados a un destino como el de amargar más que el culo de un pepino?
¡Qué haríamos sin tales prójimos y prójimas!
Fue entonces cuando, sin pensármelo dos veces, respondí al mensaje de Toñi:
“No creo que pueda cambiar sin grave perjuicio para el resto de la humanidad. Fue el destino quien le asignó a la criaturica la función de MANCUERNA. Y quien, en lugar de cerebro, le colocó por sesera un MANUBRIO con el que darle vueltas a la malignidad más ramplona. Así que, mal que nos pese a primera vista, quien vino al mundo con semejante marca de fábrica, debe cumplir con su función de carcoma convulsiva en beneficio del resto de la humanidad”.
−Quieres decir que…
−Quiero decir que bastante tiene la criaturica con ser como es.
−¿Y cómo dices tú que es?
−Pues… ya que lo preguntas, te diré: es una de esas personas imprescindibles. De las que fueron pensadas y creadas para que el resto de los vivientes hagamos "músculo emocional". Y eso habrá que agradecerlo. Porque, aunque esa persona no lo sepa, con cada uno de sus descomedimientos nos está haciendo mejores a cualquiera de su entorno si tenemos el talento de fijarnos en lo que nosotras no queremos ser ni en pintura.
−¡Menuda manubriería la de su condena! No quisiera yo haber nacido con semejante roña en el alma y con tan repugnante condición.
−¡Ni de broma!
−¿Entonces?
−Pues…, que precisamente por sus malignerías, nos son útiles, muy útiles. ¿O no…?
En CasaChina. En un 16 de Octubre de 2024