Algunos días amanecen sin sol. Y hasta las viejas sombras amantes
se hacen imposibles por ausencia de luz.
Algunos días amanecen sin pájaros. Y resuenan los silencios
pronunciando palabras inquietantes: "destierro", “despoblado”,
"invierno", "distancia..."; palabras que amarillean en el
suelo, como hojas otoñales condenadas al olvido.
Entonces, obstinada en la espera que nunca me abandona, saco de mi
dedo el anillo sanador, y leo con detenimiento -ya no hay prisa- la frase que
aquel día del desgarro mande grabar en su interior, a cincel: "esto también pasará".
Otoño en Baeza |
Luego rebusco descuidos en esta
inverisimilitud generosa que es seguir viviendo, sin saber muy bien dónde
guardé la última esperanza.
Hoy, tras encontrar en el cajón de los calcetines un nuevo motivo para
permanecer en la espera, me pregunto si quizá debiera grabar otro anillo con
una nueva leyenda de confianza contrastada:
"Aquello regresa siempre".
De internet |
Porque nadie
puede cegar la luz de la memoria, que alarga viejas sombras amorosas hasta el
infinito.
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26.11.17