ProfetiDiario – 153/2025
Llega la Feria.
Os declaro la PAZ
con ramos verdes.
Se acerca LA FERIA DE JAÉN, la más tardía de todas las ferias de España.
Lo sé porque me llega hasta aquí, hasta este destierro urbanita en el que ahora habito, la invitación a gozar de cada año
Tras envolverme en la calidez de ese combite a la “ligailla” de caseta, se me juntan los VIEJOS RECUERDOS con UNA FANTASÍA NUEVA.
Recuerdo que… aquel día yo tomé de prestado una rama de oliva de mi tierra para sellar un pacto de amor.
Fantaseo con… ¿Y si cada feriante o cada paseante de la feria Jaén, en un alarde de humanismo rural, le declarase la paz al mundo luciendo una rama de oliva, como sea y donde sea?
Una rama de oliva en el pelo, en las manos, en la solapa, en la collera de los caballos del ferial, en los tiros de las mulillas de arrastre o en las pinzas que sujeten las partituras de las dianas floreadas de las bandas de música en los pasacalles mañanero o vespertinos. En los carritos de la infancia, en la gloria de la juventud o en los báculos de la vejez.
A terra usque ad caelum:
desde nuestra tierra bendita hasta el cielo de todos
¡En las manos que trazan en el aire arabescos de PAZ!
Las ramas de una oliva de Jaén: ese fue el ramo que elegí aquel lejano día de mi boda.
Las ramas de las de las olivas de mi tierra nos sirvieron de santo y seña para "declararnos la PAZ” cada vez que el cuerpo nos pedía guerra.
Mientras él vivió, le pedí que nunca me regalara flores cortadas. El me regaló siempre ramillas de amor con raíces por abajo y retoñadas tras cada contienda.
Cuando él murió, me ocupé personalmente de que no se enterrara con él ninguna flor como si fueran viudas vegetales condenadas a la oscuridad de la sepultura por el solo hecho de haberle sobrevivido.
Siempre pensé que nadie debiera enterrar la vida de las flores como último agasajo a humanitas mortales.
Este año, en el que tanta ignominia guerrera nos rodea y nos abruma, y desde esta inhumana lejanía de mi tierra, la tierra de las olivas por excelencia, me he echado a fantasear:
¿Y si cada feriante o cada paseante de la feria Jaén, en un alarde de humanidad rural, le declarase la paz al mundo luciendo como sea y donde sea una rama de oliva?
Una rama de oliva en el pelo, en las manos, en la solapa…, en la collera de los caballos del ferial, en los tiros de las mulillas de arrastre o en las pinzas que sujeten las partituras de las dianas floreadas de las bandas de música... En los carritos de la infancia, en la gloria de la juventud o en los báculos de la vejez.
En la entrada al recinto, en las jambas de las casetas o en el florerillo de cada mesa feriera…
¡En las manos que trazarán en el aire y hacia el cielo el prodigio de tan jaeneros ARABESCOS DE PAZ!
Con casi setenta millones de olivas, tenemos en nuestra provincia árboles de sobra para poder declararle la paz al mundo agitando una pequeña rama, como lo hizo la paloma.
Como cuando la borriquilla.
¡Por qué no!
En CasaChina. En un 25 de Septiembre de 2025