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viernes, 14 de enero de 2022

AHORA O NUNCA

 

(Triqueta para un YO encajonado)

 

        ¡Ya está bien!

      ¿Por qué permanecer traspapelados en el triple laberinto de la triqueta “Yo-aquí-ahora”?

        ¿Dónde está el provecho de seguir dando vueltas al huso cuando se acaba la lana de la esquila?

O ahora o nunca: esa es la cuestión

        Es hora de sacar los pies del barro; hora de sacudirnos el lastre y el espesor del légamo del “aquí” y el “ahora”. Hora de seguir andando a nuestro propio paso, antes de que se nos acabe el tiempo aquí.

        Y la linde.

¡El tiempo!

        En verdad que el tiempo es la única baraja con la que podemos jugar a nuestro antojo, aunque ella misma, en cuanto nos descuidamos perdiendo el tiempo, ande en descartarse por su cuenta, naipe a naipe, segundo a segundo. Juguemos o no juguemos nosotros.

        Es inútil seguir gastando el tiempo, nuestro precioso tiempo, enceguecidos por ese señuelo imaginario e inestable: “yo: aquí y ahora”.

        Creedme: estábamos engañados. Nos engatusaron, epejueleando vistosos comodines, quienes no pretendían otra cosa que llegar antes de tiempo a costa de calzarse nuestros pies.

        El tiempo es inexorable. Sucede con él como con el alquitranado de una carretera: cuando avanza la lengua de alquitrán sobre la zahorra, cualquier paso atrás para rescatar chinas ya convictas es un riesgo demasiado estúpido. Como mínimo, nos quemará la planta de los pies, si es que no quedamos atrapados en el tiempo del chinarro.

        A cada momento, lo suyo, sin cerrar puertas en el tapial del campo, (de eso se encarga la utopía), pero abriendo huecos por los que pueda renovarse el aire que pensamos, venga de donde venga y sople hacia donde sople. Ventilar los recintos que habitamos con el pensamiento sanea espesuras insalubres.

        A cada talento, lo suyo; sin pretender enseñar o no enseñar a nadie, (de eso se encarga el tiempo), pero sin perder de vista lo que pudiéramos aprender de otros talentos diferentes y diversos.

Eso sí: poniendo atención a no arrasar a nuestro paso

        Ni pueden ni deben arrasarse los modelos éticos y estéticos de cada momento y lugar, a riesgo de sembrar nuestro entorno de cadáveres que de inmediato entran en putrefacción; o de lo que no es menos peligroso: de mutilados reconcomidos por infecciosas ansias de venganza.

        Si lo que buscamos es tener el frente expedito, hay que dejar la retaguardia diáfana. Lo que no impide que no impidamos morirse a quienes así lo decidan, o proveamos de linimentos higiénicos, si es que nos queda remanente, a quienes busquen remedios de última hora tras quedar al descubierto la purulencia debajo de la costra.

        Cualquier galería de la muerte tiene su enfermería; cualquier guerra tiene sus treguas antes del armisticio, y cualquier viaje cuenta con sus propios apeaderos, antes de descargar la mercancía en la “estación términi”.

Darse un respiro no quiere decir dejar de respirar (yo-aquí-ahora).

        Si en el avance hay que atravesar sembrados, bueno será transitar por ellos −por la ética y la estética de cada momento− como quién atraviesa un campo de trigo parejo, donde no existen ni surcos ni caballones por los que pisar sin pisotear: avanzando con tiento para que las matas alcanzadas por la suela ciega de nuestras botas puedan enderezarse a nuestras espaldas cuando les llegue su propio tiempo, espoleadas por el renovado vigor de la experiencia dolorida.        Y levantar sus cabezuelas hacia la luz: ese es el juego de las luces y las sombras en cualquier tránsito: cuestión de tiento. De tiempo, y de saber pisar encima de nuestra propia sombra si es preciso.

    Ya lo he dicho: ¡El juego de las luces y de las sombras!

        Sin sombra, el cometido de la luz estaría agotado por inservible.

A todos nos hacen sombra

Todos hacemos sombra

        Salvo en ese segundo exacto, brevísimo y recurrente en el que el sol está en su cenit: el perecedero, inestable, insolente e inexistente “aquí y ahora” del que, como en el juego de “entre Pinto y Valdemoro”, YO voy saltando de orilla a orilla −izquierda/derecha− mientras intento no caer en el barrizal del fondo subrepticio del arroYO.

 En CasaChina. En un 14 de Enero de 2022

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