Jaeneando 102/2025
Muy señor DonMinistro: me dispensará usted si hoy hago un cambio de agujas en plan ferroviario y, en lugar de felicitarle por lo de la llegada de su nuevo hijo o presentarle más quejas por lo de nuestros trenes que no acaban de llegar, me veo en la precisión de dirigirme al personal de mi tierra, que lo está pasando tan mal con lo de cargar sobre su costillar culpas que no son propias pero que, si no se les aclara en condiciones, acabarán por obligarlos a amagar la cabeza cuando, salvo unos pocos pelanas, la mayoría puede llevarla bien alta.
Ya sabe usted de lo que hablo. Ellos, también, así que…
Queridos paisanos: hoy me dirijo a todos los que, en el ejercicio de vuestra libertad, de vuestras querencias o de vuestros apegos, decidisteis pertenecer a una de esas dos castas que en la novela de moda, escrita por uno de los nuestros, se aluden como “Hunos” y “Hotros”.
Entre los “Hunos” y los “Hotros” habemos una pléyade −y menos pléyade− de “Hoscilantes” dispuestos a la quebrancía antes de que los tironazos de “huno” u “hotro” bando nos arranque de nuestra legítima querencia de hacer de “hoficiantes” en lo de escudriñar querencias y balancear certezas.
Os escribo esta carta porque, con la que está cayendo en lo de las corruptelas, las corrupciones, las mangancias, las contrincancias y las maledicencias, os supongo tan pesarosos como yo lo estoy con esta tendencia dañina que tenemos los seres humanos en asumir como propias las vergüenzas de un puñado de mangantes por el solo hecho de habernos enrolado en una u otra sigla de las de concurrir a aspirantes a mandar.
Roces y conocencias tengo yo en “hambos” lados que, a pesar de haber dedicado sus vidas, y hasta sus dineros, al servicio de sus congéneres, se ven en el trance de tener que bajar la cabeza por lo que ellos no han hecho ni harían jamás aunque les pusieran delante un anzuelo con más carnada que la que se puede digerir en una vida.
Es a esos “hunos” y “hotros” a los que me dirijo yo con esta carta para tratar de meter un poco de discernimiento en semejante batiburrillo. Y no es que una servidora pretenda aleccionar a nadie cuando tiene por delante tantísimo que aprender y tan escaso tiempo para hacerlo. Mi única pretensión es arrimar algo de consuelo a quienes militan en cualquier sigla con honradez inquebrantable, sabiendo como sé que no hay mayor consuelo que el reconocimiento público a quienes no lo son.
Y vosotros no lo sois. Así que a alzar la cabeza por mucho cieno que se conjure a grito pelado, o caiga del cielo de los encenagados.
“Ni son todos los que están, ni están todo los que son” −que dice el refrán para indicar que no hay nada tan cerril que “meter a todos en el mismo saco”, que es otro de esos dichos que dan que pensar a quienes conservan su capacidad de SeresPensantes, en lugar de dejarse prender a ciegas en la primera leva que pase por su lado mientras le estrujan a sus telefoninos la última consigna recibida por WhatsApp para orarla de memorieta, sin calibrar las consecuencias de lo del “pedid y se os dará”.
Vosotros, los “hunos” y los “hotros” no lo sois. No sois los que habéis metido las manos en la caja de los dineros del común para pagar servicios particulares con lucecitas, ni quienes le funden los plomos a quienes arrojan luz sobre el muladar, ni quienes se inventan churreterías para tupir a quienes no tienen poderes para defenderse. Os conozco bien y sé de vuestra honradez. Así que a retirarse de eso de avergonzarse por cuenta ajena por el solo hecho de haberos apuntado a las mismas siglas que otros percuden.
Eso sí: a la hora de cabalgar, agenciémonos una montura noble. Ni se os ocurra subir a lomos de burdéganos por mucho que engañe su alzada de caballos. Si os paráis a mirarlos, la cabeza la tienen de burro. Y en una cabeza de burro no cabe otra cosa que no sean los clásicos emborricamientos con los que se defiende lo indefendible, mientras sea rentable, y se ampara a los inamparables… mientras convenga.
A esos, ni agua, por mucho que impongan lealtades.
Junio de 2025