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viernes, 27 de septiembre de 2024

ALUCINACIONES

 

169/2024

      Quiero pensar que no es cosa de la edad, sino más bien de alguno de esos malhadados bajones de azúcar visual y auditiva que suelen ser consustanciales a la facundia en la que germinamos y nos multiplicamos los escritores cuando nos juntamos a hablar de nosotros. El caso es que ayer, a eso de las ocho de la tarde, y cuando ya se nos anunciaba que intervendrían los últimos de la Calle Huesca número 7 de Madrid, sucedió algo que me hubiera hecho entrar en pánico si no fuera por esta tendencia mía a poner el oído cada vez que escucho hablar como a escondidas y de tapadillo.


El murmullo comenzó hacia arriba y hacia mi izquierda, allí donde el marrón de las estanterías le presenta batalla al blanco general, que es el color que domina en la nueva sede de SIAL PIGMALIÓN, en el número 7 de la calle Huesca de este Madrid nuestro en el que tantos liceos, ateneos, cafetines literarios, librerías y mentideros hay donde poder pegar la hebra, sin necesidad de tener que ir a juntarse en cualquier Speakers' Corner al más puro estilo londinense.

      Por cierto que, como no quisiera yo desviarme como siempre hago de a lo que iba hoy, que es lo de la inauguración del AULA LITERARIA que dirigirá ese sabio que es el profesor
Francisco Gutiérrez Carbajo
, recuérdenme que les hable en otra ocasión del día de la inauguración de la nueva sede, que fue el pasado día 12, y que no tiene desperdicio.

      Volvamos ahora a lo del Aula Literaria, cuya primera intervención magistral estuvo a cargo del profesor de la Universidad de la Manouba de Túnez, Ridha Mami. ¡Que gozo escucharlo sobre tema tan delicioso como la figura de Lorca! Con ese acierto propio de los grandes pedagogos avezados en el oficio, en lugar de ponerse a pontificar y pavonearse, comenzó con la mayéutica de la pregunta certera: ¿Quién es Lorca en el mundo árabe? Las respuestas se las dio él mismo: “Lorca para nosotros es un símbolo, un icono, un mártir de Al-Ándalus, que para todo árabe es el paraíso perdido, con Granada en el centro, como la última esperanza morisca…”.

    Y así estaba la tarde, metida en lírica, cuando, por detrás de la voz del ponente, comencé yo a percibir los bisbiseos de los nuevos habitantes de HuesSial –ya saben: el nombre que me he agenciado para resumirme a mí misma sobre la editorial SIAL y su nueva ubicación en la calle HUESCA–.

      ¿Ven?, si es que no puedo conmigo. Ni que fuera una escritora. En cuanto me descuido, me desmando y tiro por mitad de la trocha en lugar de estar a lo que estoy y seguir camino alante. 

    A lo que estaba y a lo que vuelvo, que era lo de los murmullos recónditos a espaldas de los asistentes.

      Como iba diciendo, entré en pánico cuando comprobé que los murmullos provenían de las voces de los múltiples autores encerradas en los mismísimos libros, que comenzaron de repente a inquietarse, primero en monólogos entrecortados y vacilantes; luego en diálogos confusos de tomo a tomo entre los más próximos y, al final, en auténtica barahúnda de pasapágina, sin la menor consideración con nosotros, los asistentes quienes, por otra parte, y quitada una servidora, no parecían darse cuenta de lo que allí estaba pasando.

Solo a Raquel, con esa discreción de la que siempre hace gala, la vi llevarse el dedo índice a los labios y mirar hacia los sediciosos, reconviniéndole a las estanterías el desbarajusta, como si les estuviera demandando silencio al jolgorio de los libros, quienes, sin darse por enterados, siguieron a lo suyo:

     
–¿Pero qué hacen estos humanos deshumanizados que no paran de hablar? –decía un libro que me pareció imitar la voz de una ausente Gloria Nistal?

      –¡Es que no van a acabar nunca con su facundia parlante en lugar de ponerse a lo que deben que es escribir! –se lamentaba ahora un libro de José Luis López Amigo mientras se ponía un apósito sobre una puñalada recién recibida en la página del último crimen.

      –Pues mira lo que está escribiendo la muy cursi de la Soco Mármol en su inseparable cuaderno de chismosa-sin-nadie-con- quién-hablar.

    -Lo que yo os diga que esa es una espía...

   Pues yo, a lo mío:

Recitaba en voz alta

el Poeta llegado del desierto.

Desde la blanca estantería, a mis espaldas,

los libros cuchichean fascinados

y sisean entre sí

cual fantasmal susurro de la arena.

Hasta que dan las ocho de la tarde.

Entonces

la profusa familia de los libros

prorrumpió  su diálogo entre líneas

de vidas en conserva.

 

En CasaChina. En un 27 de Septiembre de 2024

ALUCINACIONES

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