70/2018
VA DE...EL OFICIO DE ESCRIBIR
(Ser Poeta)
Contemplo con verdadera ternura cómo
surgen voces en mi entorno que responden a esa necesidad de expresar
sentimientos y emociones inasibles, para los cuales la prosa se les queda
demasiado estrecha. He ahí la dicotomía poesía/prosa a la que nos enfrentamos
quienes escribimos.
Muchas veces me han preguntado
cuáles son las claves para escribir un buen poema, y siempre he contestado lo
mismo: no las hay.
Lo que sí es imprescindible es saber
que hacer poesía es un OFICIO ARTESANAL en el que el Poeta debe conocer que no
basta con plasmar a borbotones ese sentimiento que, convertido en palabras, se
traspasa al papel a trompicones, aceleradamente, acosados por la ansiedad en la
que se nos pierden palabras esenciales, trasladando a esas palabras la clave de
lo que queremos decir, sin apercibirnos que cada palabra, en sí misma, carece
de sentido, porque no es sino una pieza que debe encajar armoniosamente en el
conjunto. Lo importante es el conjunto; no sus elementos. Lo esencial es la
casa, no cada ladrillo o cada piedra con la que se construye.
Quizá el quid del buen hacer poético
esté en esa idea de conjunto arquitectónico, donde los CIMIENTOS estarían en
una sólida formación lingüística. LA FACHADA respondería a la capacidad de
combinación de elementos constructores de manera armoniosa. Y la CONSUMACIÓN
demandará una ineludible capacidad de revisión y remate preciosista. No vale
con ser un buen “arquitecto” si no se tiene una buena técnica de albañilería, carpintería,
ferrallería, etc.
EN DEFINITIVA: SER POETA ES SER UN
ARTESANO.
Hay que tener de origen buena
materia prima (PULSIÓN POÉTICA). Y hay que adquirir la HABILIDAD suficiente
(oficio) para administrar, tornear, modelar, someter y pulir esa materia prima
que es la APTITUD ESPONTÁNEA (connatural) mediante una ACTITUD LABORIOSA
(adquirida).
Tomo como ejemplo versificado este
poema de Goytisolo, al tiempo que recomiendo la lectura de Gastão Santana Franco da Cruz
EL OFICIO DEL POETA
de José Agustín Goytisolo
Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.
En CasaMagica. En
un 11 de Agosto de 2018