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jueves, 25 de noviembre de 2021

¿POR QUÉ NO SIN SU PADRE?

(Carta a un padre muy amado)

        Querido, queridísimo padre:

        No sé si debiera confesarme por pensar lo que pienso. Pero te aseguro que, según están las cosas, mejor sería que te fueras. Aunque fuera para siempre.

        Si supieras cómo me duele tener que escribir esto… Si supieras tú lo muchísimo que te amo, y la pena que me entra por el cuerpo cuando te veo ponerte como te pones, como si te poseyera la semilla del diablo cuando menos nos lo esperamos…

        ¿De verdad te piensas que madre se merece eso?

        ¿Y nosotras?

        ¿Qué te hemos hecho nosotras que no sea amarte con locura y admirarte como a nuestro particular dios a domicilio?

        Qué deprisa pasan las cosas cuando te entra el nervio.

        Ayer, cuando te vi agarrar el último melón que quedaba en la casa con esa rabia que se te apodera como un torbellino, y luego lanzarlo por los aires hacia la esquina donde madre tiene su sillón de dolerse en silencio, y cuando en mitad del pánico lo vi estrellarse contra la pared, justamente por encima de la cabeza de madre, te aseguro que, en medio del pavor que siempre me acomete cuando te pones así, me alegré de tu falta de tino para acertar en el blanco.

        Nuca atinas, padre, nunca atinas. Ni en la ventolera de tus iras ni en el lanzamiento de improperios de esos que jamás se te oyen por fuera de las paredes de la casa, ni en el voleo de melones contra esas paredes.

        Creo que, por muchos años que pasen, no voy a olvidarme de la estampa de ayer: el melón, reventado contra el muro, llorando cuesta abajo pepitas empapadas en pringues amarilla con una lentitud desesperante, dejando en la cal, a las espaldas de madre, una pulpa dulzona e inocente; y madre, como siempre que estamos nosotras delante, reprimiendo sus propias lágrimas blancas, perdida en vete a saber qué de su particular falta de tino al elegir destino, y distrayéndose de sus sueños rotos con el pensamiento puesto en “majaderías” −como tú lo llamas−, perdida en dolerse de que, por no tener, nosotras ya no tendríamos ni el alivio de nuestra tajada de melón cuando llegara la hora de los postres.

        Yo estoy segura de que ella, padre, no te hubiera incomodado pidiéndote dineros para hacer la compra si tuviera sus propios dineros. Pero la vida es así, y ella se quedó en lo que se quedó porque era el sino de los tiempos para las hembras.

        Claro que, a lo mejor, no es cosa de dineros, sino de tinos. (Para los machos; que de machos sin desbravar parece que va la cosa).

        Y tú, con esos arranques que te dan cuando menos se espera, que me asustan en la misma medida que la del amor loco que te tengo, y que me tienen con el estómago encogido como si fuera un gurruño.

        Ya sé que a ti no te enseñaron otra cosa, padre; pero, aunque sea por desahogarme, y reponerme del sofocón, se me apetece a mí decirte que me estás echando abajo los andamios de mi propia vida como ni tú mismo te imaginas, con tanto que dices que soy tu princesa.

        ¿Y luego me preguntas a escondidas que con quién quiero vivir si madre y tú tiráis cada uno por vuestro camino? Ya me contarás qué quieres que te responda. Yo no nací valiente, padre. Pero, aunque hubiera nacido valiente, nadie iba a quitarme el miedo a los melones por una palabra mejor o peor dicha.

        Aunque, bien pensado, algo sí que me estás enseñando con tus ventoleras y con tus desafueros, y eso te lo voy a agradecer siempre: te aseguro, padre, que, aunque me deje los ojos, y las manos y las rodillas y las uñas y los dientes en lo de prepararme para la vida, yo voy a tener siempre mi propios dineros para hacer la compra sin necesidad de esperar que mi hombre me quiera dar lo que me quiera dar. Así sabré siempre por qué me quedo al lado de mi hombre.

        Y si mi hombre se pone como te pones tú, padre, podré irme por mi cuenta, sin miedo a tener que elegir entre que me lastime mi hombre a melonazo limpio o verme tirada en mitad de la calle a disposición de todos los hombres que quieran lastimarme.

 En CasaChina. En un 25 de Noviembre de 2021

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