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domingo, 8 de octubre de 2017

TEMPUS FUGIT



73/2017

 TEMPUS FUGIT
¡Ay, cómo pasa el tiempo!

 Del muro de Berta Lucía Estrada tomo un enlace (gracias, Berta) que me lleva a hacerme algunas reflexiones (amorosas):



Decididamente, yo APUESTO POR LO DIFÍCIL: LA NO CRISPACIÓN.
Lo fácil es indignarse, iracundarse, sacar a pasear el orgullo de casta, airear la dignidad herida, escandalear y escandalizarme por lo que pienso que dicen los demás, en lugar de pararme a escuchar lo que verdaderamente dicen; lo fácil es lanzar anatemas, hacer sonar como campanilla de viático la integridad despedazada, y comenzar a proyectar pedazos de dignidad a diestro y siniestro contra la cabeza de mis paisanos, solo porque alguien me dice cómo debieran pensar los demás. Y cómo debiera pensar y sentir yo misma para no ser condenada a la hoguera.
Y yo que creí que la Inquisición era cosa de un pasado que causa cierto rubor, y que "Las alegres comadres de Windsor" -cuya lectura recomiendo- ya estaban en decadencia...

ESO ES LO FÁCIL: convertirse en un basilisco y escupir al cielo "con la cabeza bien alta", sin recordar aquello de que "quien al cielo escupe, en la cara le cae".
Si lo sabré yo que lo hice tantas veces…
Lo fácil es rasgarme las vestiduras ante lo que, desde mis gafas de miope, veo vergonzoso en los demás, sin advertir que a través de mis mismísimas vestiduras, rasgadas por propia mano, estoy exponiendo a la vista pública mis vergüenzas más recónditas.
Con el tiempo he ido aprendiendo que, lanzado el último ripio de mi dignidad rota contra la cabeza de mi enemigo, me quedo sin munición.
Des-ARmada de metralla y des-ALmada de desaliento.
¡AR!

Imagen de Internet
¡No! Definitivamente, NO. No soy tan valiente como para declarar/me la guerra.

Declarar la guerra es demasiado fácil: solo hay que gritar ante una masa enardecida un “a por ellos”. Y las turbas, como rebaño sin cordura, como un azafate pringado de grumos de leche cortada, y con el cerebro como un queso fermentado en estiércol de redil ajeno, se lanzarán por el precipicio, dejando a los pastores sin tarea.
Y tocando/se la flauta...
 
Ni siquiera me llama lo de alistarme como soldado de fortuna, ni convertirme al mercenariazgo. Me niego. No quiero quedarme a ver qué pasa. Ni rezagarme en esa guerra que no es mi guerra, sino de unos "alguienes" cuyas medallas desconozco, pero que hacen demasiado ruido como para no ser pura chatarra.
Yo deserto de la batalla que se han montado los generales del purismo, sin pedirme opinión. Mi sangre vale demasiado para que cualquier vampiro pueda chupármela en mitad de cualquier reyerta de colores.

Que nadie ponga pistola de perdigones en mis manos. Me niego a disparar a los postres contra las alas de quienes se sentaron a mi mesa hace tan poco tiempo; contra mis amigos.

Me niego a ser una copa rota en manos ajenas, mientras unos pocos tienen suficientes ahorros como para comprarse una copa nueva con la que poder brindar por mi tontuna.

Me queda cada vez menos tiempo para gastarlo en banderas de colores en lugar de poder envolverme en mi bandera de sábanas blancas y ponerme a amar durante el tiempo que me quede.

El desamor lo dejo para los que TAN FÁCILMENTE, TAN NECIAMENTE, piensan que aún tienen tiempo, sin pararse a escuchar el urgente “tic-tac” de su corazón.

En "CasaChina". En un 8 de Octubre de 2017
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Siempre me ha espantado la idea de lo difícil que es crear, construir algo, y lo fácil que es destrozarlo. Tiene uno una copa de cristal en la mano, hermosa en su fragilidad, íntegra, capaz de contener el vino o el agua y de mostrar, suspendida en el aire, los…
elespectador.com











LA PRESUNCIÓN DE INDECENCIA

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