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domingo, 22 de junio de 2025

FEMENINO SINGULAR & MASCULINO PLURAL


(De política y políticos)

Politicastrerías - 106/2025

Hay un sustantivo para el que me niego a reivindicar el lenguaje inclusivo inverso: me refiero la política.

La política es un sustantivo/sustancia de género femenino, singular en toda su extensión, omnipresente en cualquier paisaje en tanto todo es política, e imprescindible desde su propia médula etimológica: la polis”, que trascendía el concepto de simple estructura política y social para ampliarse hasta el reconocimiento y acondicionamiento de un hábitat en permanente estado de germinación donde cultivar distintas líneas de pensamiento, tendente a la búsqueda de la sabiduría. Si al espacio “polis” se le añade el sufijotica”, que induce la idea de organización activa disciplinada, ya tenemos esa hermosa e inexcusable palabra: política.

De esta forma, política, en femenino singular, sería tanto como esa zona cósmica evolutiva y cambiante donde se organiza una forma ética de convivencia participativa, expresiva, colaborativa y solidaria.

Pero en un espacio tan fértil siempre hay un riesgo a tener presente: el riesgo de que algo tan permeable se trasmute en degradante cuando esa hermosura conceptual y femenina que es la política se encarna, se encarniza y se constituye en un oficio cronificado e institucionalizado en masculino plural: los políticos, −como genérico− llamados con carácter de transitoriedad a organizar y administrar desde la ética las mil facetas espaciales de la política.

Agarrada a la gramática −también femenino singular− me atrevo a afirmar que lo de la política y los políticos es una cuestión de género, número y, acaso, caso.

Desde lo genérico, digo que ya está bien de achacarle a la política las impudicias, obscenidades y vilezas en las que solo pueden enfangarse los políticos (cuestión de género masculino plural).

Hablando de número, errará sin duda quien piense que todos los políticos envilecen la función política. No todos lo son. Pero todos los que están y convierten la política en su única forma de sustento están en grave peligro de caer en el pecado capital del rufianismo. Acaso en convertirse en galeotes encadenados al remo de la deriva política dando por hecho que “cambiar” de opinión que arrastró a la marinería a enrolarse en un determinado viaje es tan legítimo como vadear el temporal pateando los pecios del propio naufragio a los que la tripulación pugna por agarrarse.

Ese es el caso y el acaso que la política en estado puro contempla con verdadero desprecio desde la distancia que le otorga la nobleza de su razón de ser. Me refiero a ese afán por meterse a remover en el fango con el que se envician algunos políticos −que no todos− y algunas “políticas ejercientes” −adjetivas, que no sustantivas−, para defender a correligionarios, enfangados y enfangadas por querencia propia, y que lucen con desvergüenza su más que merecido marchamo de cualidad apestosa, a la altura de dos trópicos puntuales: la alforja y la bragueta.

  Yo, hablando desde esa sustantiva femineidad singular, tan magreada por algún machirulo pluralista y promiscuo, no me echaría al fango a tratar de rescatarlos de sus propias ciénagas. Se corre el riesgo de enfangarse “motu proprio” teniendo en cuenta lo infecciosa y contagiosa que es la indecencia. Ya lo tengo dicho: es aconsejable alejarse de las arenas movedizas tanto como de quienes caen en ellas por acción u omisión. (Lo del deseo merece capítulo aparte).

 En CasaChina. En un 21 de Junio de 2025


FEMENINO SINGULAR & MASCULINO PLURAL

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