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lunes, 20 de marzo de 2023

INIQUIDADES "LEGALES"

De urnados de 1ª nacional y desurnados de 3ª  rural

        Regreso yo de Jaén con un regusto al fondo del paladar a mitad de camino entre el dulzor del paloduz que enraíza por los sotos del río Jandulilla, la acedía adictiva de las tueras de nuestros despoblados rurales y el amargor traicionero del pepinillo del diablo con el que disparan ocurrencias algunos de los que tienen la sartén por el mango.

        Digo esto porque, cuando más embebida y embobada estaba yo con las jerigonzas del paisanaje de mis benditas gentes en la FERIA DE LOS PUEBLOS, con la trabajera que eso lleva, va el alcalde de Noalejo, siempre dispuesto a engancharse al tajo del bien hacer, Antonio Morales, y me da razón de la sinrazón de lo de suprimir en las próximas elecciones la presencia de las urnas en núcleos rurales tan dispersos y aislados como lo pueda ser LA HOYA DEL SALOBRAR, (de la que, ya de paso, informo al personal que conocer el paraje es como entrar en otra dimensión mágica que nadie debiera perderse). Porque, −dice que dicen− “…para qué van a gastarse los dineros en esos desterrados para recaudar tres votos mal contados que, a lo mejor, se escoran hacia donde no deben”.

        Lo que me contaba hace algunos días el alcalde de Noalejo, me lo remueven hoy un artículo de Manuela Rosa Jaenes, en el periódico JAÉN, y un recital de la música de toda la vida del GRUPO ANDARAJE, grabada en mitad de la nada, y encauzada por el director del mismo periódico, Juan Espejo, al grito de “agua, agua, agua...”, artículo y concierto que acaban abriéndome otra vez esta escocedura mal cerrada que es el campesinado jaenero en extinción.

        ¿Es “legal” eso de suprimir las urnas en cortijadas y pedanías a las que no se puede llegar sin riesgo a deslomarse a lomos de mula, y desde las que no se alcanza a llegar si no es echándole muchas horas de camino, emprendiendo una aventura que malamente pueden acometer los pies de nuestros viejos estilitas sin riesgo de despeñarse por una barranquera? −pregunto, por ver lo que piensa el personal−; porque una servidora, como jurista en retirada que es, y embadurnada en la irrenunciable epiqueya griega, ha aprendido que no todo lo legal es justo; y que, a la larga, solamente lo justo justifica lo legal para la gente de bien.

        Parece que, aunque no pueda creerse, la cosa de alzarle las urnas a un puñado de paisanos que conocen la trabajera de sol a sol, con fecha de caducidad vencida y casi amortizados ya, está regulada más o menos así por quienes, jovenzanos ellos, escriben las leyes desde sitiales pagados a escote entre todos. Y lo peor es que esas leyes están interpretadas a la buena de Dios por algunos leguleyos, quienes se dedican a gastarse los dineros ajenos en lo que no debieran, mientras nos regatean a quienes ponemos los dineros encima de la mesa en la medida de nuestros haberes la mejor manera de elegir a los siguientes regentes salidos de las urnas.

        Parece ser también que, con esa manera de “interpretar” las leyes, algunos mandamases han llegado a la conclusión de que “…para qué van a llevar urnas tan lejísimos, para rebañar, aquí y allá, dos o tres votos sospechosos de desafección, cuando esos paisanos de tercera bien pueden poner de su parte, montarse en sus borricos, y acercarse a donde las urnas se enseñorean con habitantes más “de primera” que los “de segunda” de los pueblos, y fatalmente etiquetados como “de tercera”, que son esas olvidadas dispersiones rurales de aldeas y cortijadas”.

        ¿Entonces?

        Pues eso: que esos “intérpretes” de la Ley siguen marcando en el lomo con yerros al rojo vivo, como si fueran rebaño de ganado de tinao propio, la distinta categoría de los ciudadanos: los de “primera”, que son los que pueden menearles la silla a algunos con solo echarse a las calles asfaltadas con una pancarta; los de “segunda regional”, a mitad de camino entre tierra de promisión y de conquista; y los fatalmente de “tercera” que, a fin de cuentas, están tan dispersos, y con las albarcas tan percudidas de tierra de mil caminos, que interpretado en clave garrula, no hay nada que temer de ellos. Y menos si se los enmudece.

        ¿Es así como se trabaja para remediar lo de la España despoblada?

        Pues miren ustedes: ¡no señor! Así es como se trabaja a contrapelo A FAVOR DE la España despoblada.

        Pero, yo que ustedes, me lo pensaría dos veces. Porque, en estas cosas de lo rural, pasa como con “el primo de Zumosol”; que todos tenemos un primo, o un abuelo, o un recuerdo, que escuecen en alguna de esas cortijadas sin caminos. Y, cuando menos se piense, podemos revirarnos a pie de urna de asfalto y votar contra quienes siguen acordándose de los de “tercera división rural” para ordeñarlos a dos manos sin pagarles la leche.

En CasaChina. En un 20 de Marzo de 2023.

Porque ya nunca habrá otro 20 de marzo de 2023, te escribo, Marzo, con mayúscula.

LA PRESUNCIÓN DE INDECENCIA

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