(Postales
de tránsitos – Disfraces)
A
propósito de máster impostados y de impostores con maestría
El
término se lo acabo de escuchar por la radio al siempre ingenioso locutor
mañanero en la cadena SER Carlos Alsina: “masterizada”. Estaba refiriéndose a la “amontonada” señora Montón, ministra
de sanidad (flamante gobierno socialista tras su moción de censura), que anoche
dimitía tras hacerse pública la más que dudosa obtención de un master de no sé qué
interdisciplinar, que se ha demostrado como presuntamente fraudulento,
resultado de una oportuna (¿falseada?) manipulación de notas, incluyendo un
“aprobado” allí donde antes había un suspenso -o un no presentado; no estoy muy
segura-, en un curso necesariamente “presencial”, sin que se haya constatado la
“presencia” de la interfecta, y que bajo el título de “Estudios interdisciplinares de género” ¡…! fue ejecutado con
recortes de trabajos ajenos tomados de aquí y de allá, sin mencionar su
procedencia, lo que en puros términos literarios se denomina “plagio”, con toda
su carga de incursión en actividades muy próximas a lo que el Código Penal
incluye como delictual.
Cuando
apareció en la prensa la primera noticia sobre la dudosa obtención del master
(maestría) de la ministra recién dimitida, ésta salió a la palestra esgrimiendo
en alto un mamotreto de papeles inaccesibles con los que, ante los medios de
comunicación, trató de demostrar a distancia la legitimidad de su “maestría”, y
ello al sonoro -demasiado sonoro para no convertirse en precario- grito de “no todos somos iguales.
¡No todos somos iguales!” clamaba a voz en
grito la dimitida ministra socialista pillada en renuncio.
Está claro: se refería al master de la dimitida
presidente de la Comunidad de Madrid (gobierno del Partido Popular), que con su
siempre exquisito atrezo de niña-bien de las Ursulinas, sonrisilla retadora y
pícara, y como guaseándose del estupefacto personal de a pie, gritaba ante las
cámaras aquello de “no me vooooyyyy”.
¡No
me voooyyyy…!
Lo
decía también empitonando el aire con un manojo de papeles en la mano a manera de vergajo de conmovedor
material machorro, con los que no pudo demostrar que su master fuera tan… tan…
(no sé cómo llamarlo sin que me empitonen), aunque, bien mirado, no fuera
propiamente el ¿falso? master -esta vez de la del “PP”- el que le costara el
cargo y el sillón a la dimitida presidente de la Comunidad de Madrid, sino unas
imágenes captadas por las cámaras de un indiscreto comercio las que exhibirían
a tan egregia “carguista” afanando unas miserables cremas de belleza.
¡No todos somos
iguales! -gritaba la ministra
aspirante a última dimitida pocas horas antes de dimitir, sugiriendo la
conveniencia de que se ahonde en la “maestría” con la que el flamante
presidente del Partido Popular acabó su licenciatura en derecho, -doctorado
incluido- en un plazo récor digno de figurar en el libro de los Guinness.
Mientras
tanto, aparecían ante las cámaras unos dolientes rostros anónimos, lamentándose
de la manera tan zafia en que sus títulos y maestrías, que tanto tiempo,
esfuerzo y dinero les ha costado, se hubieran convertido en material devaluado
y sospechoso de ser materia-basura por mor de unos políticos con “curriculum” amañado por ser vos quien
sois.
No
se necesita ser de ningún partido, ni de ninguna disciplina, ni de ninguna
creencia para llegar a la conclusión de que, visto lo visto en esa titulada
“clase política”, la ministra recién dimitida tenía más razón que un santo
cuando gritaba:
¡NO TODOS SOMOS IGUALES!
A lo que añadimos los de a pie un ¡gracias a Dios! “desahogoso”:
Yo no soy una “masterizada”.
Gracias a Dios, muchos de nosotros -la mayoría- no somos unos/unas
“masterizados” / “masterizadas” con el
estigma de la sospecha de falsedad, certificado por una Universidad cuyo nombre con
birrete comienza a sonar a risa.
En
“CasaChina”. En un 12 de Septiembre
de 2018