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domingo, 16 de febrero de 2020

DE VIRGOS Y DE INSOMNIOS


                                                                                                     


Hoy, relato. Dedicado a José Iglesias, el prologuista de mi nueva novela, con quien estuve sola  en la última madrugada.

(A propósito de cómo se va escribiendo un libro)

         Eran las cuatro de la mañana. El teclado del ordenador, bajo la luz sesgada de la lamparilla de noche, se me antojaba ligeramente desordenado, y el orden de la casa estaba en silencio como corresponde a la soledad. 
Sigo durmiendo en la misma cama de matrimonio de hace tantos años, aunque ahora el lado vacío me sirva de mesa auxiliar para tentempiés, cuadernos y para papeles; esos cuya lectura de última hora deciden el argumento de los primeros sueños.
Anoche, sin ir más lejos, estaba yo empeñada en repasar unas viejas cartas de un noviete caducado, de las que intentaba inútilmente sacar material para una de mis   patrañas, cuando me venció el sueño.

(Entre nosotros: hay que ver lo doloroso que resulta que, a fuerza de tedio, deje de dolernos quien un día nos dolió como una pupa viva empapada en yodo).  

A eso de las tres de la mañana, cuando estaba en lo mejor de más enloquecido sueño, me despertó la edad.


(Entre nosotros: a esta edad suele suceder que el sueño dé portazos desconsiderados a cualquier hora de la noche). 

Sacada de la fragilidad de mi sueño, y metida en la ordinariez de lo oscuro, decidí encender la luz y ponerme a escribir un capítulo de esa novela con la que completaré el círculo de la trilogía de LAS VIRGOS.
Aclaro que <VIRGO POTENS> ya la publiqué por el 2016, con lo que me libré de uno de sus más descarados personajes: la Salomoncica de las narices. <VIRGO FIDELIS> está en imprenta, cosa que a La Oliva, a la que le he dado el papel de narradora coral, no parece haberle complacido especialmente.
Ya se sabe que las olivas son muy suyas y les gusta hacer solos estentóreos en canciones colectivas de viaje de autobús de fin de curso.
Entre manos tengo mi virgo más virgo: mi <VIRGO CLEMENS>, de la que ya llevo más de 20 capítulos sin que los habitantes de sus páginas dejen de darse codazos, dejándome a mí fuera de juego.
Como iba diciendo, a eso de las tres de la mañana, y a falta de con quién pegar la hebra, me puse a escribir un nuevo capítulo de mi <CLEMENS>, cuando hete aquí que uno de los personajes de quien más espero, “el Culebras”, me avisó de que las cosas estaban alborotadas por “Los Refugios”, y que él estaba harto y había decidido morirse.
¡Para qué voy a contaros lo que tuve que hacer para convencer al Culebras de que él no podía morirse o me desmochaba la novela antes de tiempo! ¡Hasta he tenido que meterle la luz en su refugio para ver si así me concedía la gracia de seguir vivo!
Arreglado el embrollo con un recurso como el de meter la luz en Los Refugios, cosa que no tenía yo prevista con antelación, ya que el amo es un pelín avaro, eché una parrafada con el “mi-Pepe”, del que ya os hablaré otro día, pero os adelanto que es de carne mortal y el prologuista de <VIRGO FIDELIS>, y me quedé eclipsada sobre la luz azulona del ordenador en el que había mantenido mi último coloquio con el Culebras.
¡Lo que tiene una que hacer para ocupar en algo útil los insomnios de la edad!
Sin embargo…
Me fascina haber llegado a la edad de los insomnios creativos

En CasaChina. en un 6 de Febrero de 2020

CARTA ABIERTA A MIGUEL FERNÁNDEZ PALACIOS GORDÓN

  (Periodiqueando adherencias)     Querido Miguel: (y permíteme que, a falta de conocencia propia, eche mano de ese “querido”, form...