Y mientras en alguna ciudad de este universo
−un MundoPuzle digo−
que se nos ha repartido por fronteras
estallan ominosos proyectiles,
aquí
en este Madrid nuestro sin fronteras
se escuchan inaudibles estallidos
que van humedeciendo la retina.
¡Buuummm!
Aquí, … y allá, … y más allá…
Estallan microscópicos colores.
Estallan los almendros
y los prunos.
Y los árboles,
esos que sin jactarse de anchos nombres propios
circunvalan
las distintas entradas a la Villa
apuntan un verdor imperceptible
igual que un menudeo de metralla
verde.
Algunos cafetines remozados
−metralla; o, quizá, pedrea de palabras−
escurren chorreones de poesía
por el delgado borde de las copas
apuntaladas
en los labios tardíos de algún superviviente
del silencio pandémico y tozudo.
Todo sigue cabal.
Si no me engaño
aún puedo tentarme con los dedos el pulso palpitante.
¿Acaso no resulta sorprendente?
Y a mí me faltan dedos en las manos
para poder contarme
sin errar en este “suma-y-sigue”
viva.
¿Será que es otra vez la primavera?
En CasaChina. En un 29 de Marzo de 2022