153/2023
Lo de machihembrar es cosa de carpinteros; y, quien no me crea, que se lo pregunte a San José, que era del oficio.
Viene esto a cuento de que, dentro de mi particular programa de detección precoz de albures machirulos, estoy releyendo un inquietante libro de AMÍN MAALOUF, −“EL PRIMER SIGLO DESPUÉS DE BEATRICE”− al que, como a la Biblia, regreso recurrentemente por ver si acabo de entender lo que allí se dice. (Hablo de entender la Biblia).
Volviendo al otro, en ese libro de Maalouf de lo que se habla es de un supuesto hallazgo −en forma de haba/escarabajo endiosado− cuyo efecto final es conseguir que sólo nazcan machillos en lugar de hembras de segunda. No voy a hacer espóiler (o revelación de la trama si así lo quieren) sobre las consecuencias del invento. Sólo diré que, con sólo pensarlo/releerlo, me entran tabardillos, y acabo atacada del mal de san vito.
En la Biblia, que, como digo, va pareja tanto en mis recurrencias lectoras como en lo de los tabardillos, compruebo que, cuando Dios decide tener descendencia, (que debió ser a mitad del siglo de lo de la eternidad), como era Él quien llevaba la voz cantante, al no existir oposición, se inclina por un machillo y por una virgen.
Lo cual que a mí, por distender tan endiosada decisión, pelín machista si bien se mira, me recuerda aquel chiste mejicano en el que un “manito” le dice a otro lo que le dice, obteniendo la respuesta que obtiene:
−En mi pueblo todos somos muy machos.
−Pues en el mío, la mitad somos machos y la mitad hembras, y no veas cómo lo disfrutamos.
¿Ven? Eso también puede considerarse una especialización orgánica en lo de machihembrar.
Pues eso: que, como se usa en Albanchez de Mágina cuando van a dar el pésame a los familiares del “occiso”, sólo el primero de la fila de la manifestación lleva la voz cantante y la carga de proferir la consigna o la contraseña completa: “te-acompaño-en-el-sentimiento”. El resto del duelo se limita a ponerse en la cola, machihembrarse en un resquicio secundario de lo ya dicho, y repetir el estribillo cual badajo de cencerro colgón y campanudo: “lo-mismo-digo-yo”, “lo-mismo-digo-yo”, “lo-mismo-digo-yo…”.
¿Y lo de pensar?
Qué piensen otros −escucho por ahí a algún malpensado.
En CasaChina. En un 11 de Noviembre de 2023
