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sábado, 14 de enero de 2023

MUY SEÑOR MÍO (por decir algo)

 

[1]

07/2023

        MuySeñorMío”: Permítame el desahogo; si bien tengo para mí que, visto lo visto, sus entendederas no van a alcanzarle a entender, aunque le hable con la trompetilla pegada a la oreja.

        Reconozco que lo de “muy”, seguido de “señor”, en su caso, es mucho decir. Dejémoslo, pues, en simple forma retórica para no tener que escribir lo que de verdad se me viene a la boca.

        ¡Bochorno! Eso es lo que he sentido −por no decir nauseas− al enterarme de su “ocurrencia uretrada” sobre la escucha uterina previa impuesta sobre la decisión más difícil que pueda adoptar cualquier mujer: la de abortar.

        ¿Así que el protocolo que usted propone (¿impone?) es la de ponerse a la escucha de entresijos mujeriles ajenos, cual mirón de colegialas, y obligar a esa criatura desesperada a escuchar, en lo peor de su trance, el tic-tac de un reloj que a lo mejor nunca debiera haberse puesto en marcha…?

        ¿Nadie le ha dicho a usted, MuySeñorMío, que eso puede ser tan ilegal o más que cualquier escucha no consentida, con la agravante de sadismo?

        A no ser que usted esté muy enfermo, su propuesta o es de una muy mala persona, o es simplemente…asquerosa. Así de claro.

        Careciendo como carece usted −entre otras carencias− de mayores atributos uterinos que no sea el recuerdo del útero que lo envolvió, ¿de verdad cree usted, MuySeñorMío, que puede ponerse a la escucha de nuestras personales y más desgarradas decisiones?

        ¿De verdad piensa usted −suponiendo que pueda pensar− que las mujeres no hemos escuchado endolorecidas nuestras propias entrañas antes de que usted mande ponerles megáfonos verbeneros con los que amplificar tantísimo sufrimiento como el que nos envuelve antes, durante y después de tener que decidir abortar?

        Por cierto ¿conoce usted el significado del término pudor? ¿Y el de vergüenza ajena?

        ¿Y el de sadismo? Porque usted da el tipo de un verdadero sádico, MuySeñorMío, un sádico de libro sin ovarios.

        Para mí que lo suyo está tomado de la espeluznante parafernalia penitente que montaban los saltimbanquis santeristas para conducir a los condenados al patíbulo, tan magistralmente descritos por J. J. MARTINENA en el blog que le copio más abajo, y del que tomo un parrafico de nada:

Camino de la horca 

  

 Marchaban delante tres hermanos de la Vera Cruz, con sus túnicas y  caperuzas: el del centro portaba una cruz cubierta con un paño morado y los de los lados, velas encendidas. Seguían los niños doctrinos, cantando las letanías de la Virgen. Los mayordomos de la cofradía, entunicados, marchaban junto a las aceras, con platillos o azafates, pidiendo limosna repitiendo una y otra vez aquella triste salmodia: «Para hacer bien por el alma del que van a ajusticiar».

  http://patximendiburu.blogspot.com/2020/07/condenados-muerte-jj-martinena.html

         ¿Sigue usted en sus trece? ¿Ponerle altavoz a semejante tortura? ¡Vamos, anda! Hágaselo mirar porque, repito: o usted debe ser muy, muy malo, o usted debe estar muy, muy enfermo. Porque, si no, no se explica.

        ¡Si sabrá esa mujer que espera en la antesala del quirófano cómo late el corazón de la vida que lleva dentro, y que ha de arrancarse de su vientre por razones que usted, MuySeñorMío, ni siente, ni padece, ni puede, ni debiera “manejar” metiendo mano en lo nuestro como quien se echa mano a sus atributos colgantes para magrearlos y esgrimirlos como su personalísimo delirio urnero!

        Usted, arriero con zahones encima de cabalgadura ajena, cabalgante “a carallo campante” −que diría mi santo− como el cuarto caballo del Apocalipsis sobre tan legítima como dolorosa decisión de las mujeres, no me merece mayor respeto que el que pueda merecerme una sabandija o un gusarapo emponzoñando aguas cenagosas.

        Mucho me temo, MuySeñorMío, que, si en lugar de aplicar el fonendo a la preñez indeseada, se aplicara a un indeseable como usted, lo único que se escucharía es la más absoluta perversidad que pueda imaginarse en un ser humano: la de mandar ponerle el video de una ejecución de garrote vil al condenado a muerte antes de dispararle una perdigonada de rancia testosterona.

        Mire usted: mejor no nos haga hablar a las mujeres, porque, a lo peor, no le iba a gustar el redoble de los tambores destemplados que preceden al reo de indignidad.

        Por ponerle un ejemplo, a ver si lo entiende: ¿qué tal si nosotras exigiéramos que les pusieran escuchas previas a los corazones de las menores marroquíes de acogida, abusadas −presuntamente, ¡vive Dios!− por el exconsejero de Sanidad de Ceuta antes de magrearlas al grito de “Ceuta Avanza”, confeso, por más señas, de alzarle las vacunas a sus paisanos, y a quien acaban de mandar a la trena ayer mismo por lo del magreo infantil? ¿O al corazón de la víctima de “La manada” antes de…? ¿O a los corazones de las modernas MariasGorettis, en el trance previo a decir no? ¿O a los corazones de esas mujeres que, en las camas de sus propias casas o en las de un club de carretera de los que usted habrá visto más o menos de paso, tienen que decir sí, a cambio de cuatro cuartos, y dejarse meter mano cada día por unas manos que manejan el “parné” a su antojo y luego, si te he visto no me acuerdo?

        Mire usted, MuySeñorMío: ¡Cállese! Porque escucharlo hace mucho, mucho daño.

        Y produce mucho, mucho asco.

        Y, porque, a lo mejor, −oído al parche[2]− es usted uno de esos parches tipo Jack the Ripper que mejor hubiera sido silenciarlos a tiempo si no fuera porque aquí, desde hace tiempo, y gracias a la gente de bien, nadie silencia a nadie sin ser oído.

        Aunque lo que se escucha produzca nauseas.

 En CasaChina. En un 14 de Enero de 2023


[1] IMAGEN: Sra. Guilford Dudley de Nashvile, con trompeta de oído, hablando al oído de un burro. De Mary Semple Scott-1920. − Asociación Nacional Americana de sufragio de la mujer.  

[2] OÍDO AL PARCHE: expresión de advertencia.

LA PRESUNCIÓN DE INDECENCIA

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