(Palabras para Cristina; a modo de dote y legado)
53/2022
En mi tierra, SIERRA MÁGINA, como en todos los lugares que han permanecido largo tiempo incomunicados, hay muchos chicos que padecen síndrome de Down, (o trisomías 21 o 23). Durante mucho tiempo fueron más o menos apartados de las actividades habituales sin tener en cuenta su inconmensurable capacidad de amor; pero Cristina Vico, como la gran profesional humanista y "activista" del mundo rural que es, se ha empeñado en su movilización y visualización. Esos chicos son otra de nuestras maravillosas realidades. Y yo no puedo por menos que sentirme emocionada y dedicarle un poema en mi blog:
Dijo Bertolt Brecht sobre los hombres:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles»
Digo yo sobre hombres y mujeres:
Cuando en la tradicional lucha encarnizada se decide sustituir el estruendo del disparo por una dadivosa resistencia es que una mano de mujer ha empuñado el arma de la vida; esa que siempre se renueva tenaz entre hombres y mujeres de buena voluntad. Esas son las manos imprescindibles.
A ellas.
A ella: de la que ahora sé que continuará repartiéndose con todo y entre todos hasta que le llegue la hora de entregar el testigo en otras manos.
Ella es...
lo mismo que la aldea de los milagros.
Igual que la colina de Betsaida
donde lo de los panes y los peces.
Pues ella se divide y se reparte
lo mismo que una hogaza racionada
por las divinas manos de una madre.
Ella es
quien sueña mapamundis desiguales
y va coloreándolos con tiento
para que nadie quede desteñido.
Pues ella es
la que hunde la reja en la besana
y prepara
la más arisca tierra de secano
para la perentoria sementera.
Es ella.
Es mi continuidad contra el silencio.
Quien arranca mordazas en mi tierra,
quien les presta su voz a las mujeres,
la que habla de tú a tú con los hombres,
la que empareja mentes desiguales…
Quien avienta las parvas en las eras
y llena las tinajas contra el hambre
de siglos de abandono.
Ya no soy yo.
Ahora me toca a mí:
es hora de montar el butifuera.
Ya puedo dar de mano y hasta holgarme.
Pues yo soy quien contempla sus trigales
sabiendo que con ella
arroyos y graneros están en buenas manos.
Habrá pan de reparto para todos.
Volverán a llenarse los veneros
agotados
de toda Sierra Mágina.
En CasaChina. En un 25 de Septiembre de 2022