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domingo, 19 de enero de 2025

TIERRA DE PROFETAS - DAVID UCLÉS

 

05/2025

        De que nuestra tierra es tierra de profetas da fe diariamente el DIARIO JAÉN, (¡toma redundancia!) un periódico de recorrido temporal consolidado y de contenido local tan buscado de propósito que ya nadie le discute con razón sostenible el liderazgo rural que ocupa dentro de esta Andalucía nuestra que, pedazo a pedazo, suma sus ocho provincias como ocho porciones inseparables de un mismo pan de pueblo.

       La incógnita a despejar en nuestra provincia particular es si los profetas nacen o se hacen en ella.

        A estas alturas de mi vida estoy en condiciones de afirmar que los profetas se hacen a golpe de talento propio, pero se consolidan  por obra y gracia del reconocimiento ajeno.

In illo tempore, en mi adiestramiento y entrenamiento como futura MaestraEscuela, se me enseñó en aquello de que el verdadero talento viene a ser algo así como una suma bipolar:

Talento= aptitud+actitud

O sea: aptitud −con “p” entre la “a” y la “t”−, y la actitud −con “c” entre esos dos caracteres−. De poco vale −aprendí− nacer con mucho talento (aptitud) para algo si el portador de los talentos no decide pulirlos y ponerlos en condiciones de servir para sí mismo y para quienes están ojo avizor a ver qué marca la máquina de crear. Es esa decisión consciente (con “c”) la que eleva a los elegidos-por-sí-mismos para brillar en lo oscuro.

Otra cosa que me ha enseñado el vivir tanto es que todos tenemos talentos para brillar con luz propia; y, cuando digo “todos” me refiero a TODOS. Porque no existe una sola persona venida al mundo que no traiga algún talento en la mochila.

Aplicando el anterior axioma a esto de la literatura, todos tenemos alguna historia que contar. Que lo que contamos alcance o no la gloria del éxito es una nueva incógnita que necesita ser despejada.

La incógnita del éxito literario la aprendí por traslación a mi terreno de lo que me soltó mi padre el día que, tras rebelarle que había decidido seguir sus huellas y hacerme abogada, le pregunté a bocajarro que cómo se ganaba un pleito.

Para ganar un pleito −dijo− necesitarás tres cosas: llevar razón, saber exponerla y que el juez te la quiera dar.

Lo que, trasladado al éxito de un libro, se traduce en:

1)   tener una historia que contar, que cualquiera la tenemos

2)   saber contarla, para lo que ya hay que esforzarse en “desaguar” depósitos, sin olvidarse de  “limpiar, pulir y dar esplendor” al venero con empeño propio

3)   que los juzgadores de la historia ajena la adopten como propia, cosa que requiere de elementos provistos de dedos mágicos que pareciera que sólo tocan cuando quieren y como quieren a quienes estén en el sitio y en momento precisos en el que el dedo señala y toca.

      Y aquí llego al punto álgido al que llevo dándole vueltas desde hace medio siglo: dando por sentado que posesión de historia y maestría para contarla son imprescindibles, me pregunto: ¿es el azar el que mueve la dirección del dedo mágico o hay algo más?

      Hoy, al ver en la portada del Diario Jaén a este paisano triunfante y elevado a la gloria de las letras en que se ha convertido David Uclés, creo haber despejado mis dudas. Por supuesto que David parece que tiene historias que contar; como cualquiera. No cabe duda de que sabe cómo contarlas;  y a eso se aprende si hay aplicación. Nadie puede negar ya que ha sido señalado por el dedo de las Musas…

      Pero su principal talento es haber descubierto y reconocido que ha venido al mundo en una tierra que no se conforma con sentarse a mirar cómo nacen sus profetas, sino que fabrica, interviene, decide… en definitiva, “hace profetas”. Y luego, como buena paridora, los cuida, los mima y los enaltece sin cejar en el empeño. Cosa que David parece que sabe reconocer cuando, elevado a las alturas de la gloria literaria, en lugar de sacudirse el pelo de la dehesa, que por cierto tanto nos abriga a los de esta tierra, y correr a vestirse con ropa de marca para parecerse a los que no son de donde son, va, se cala la gorra campesina, se amarra el pantalón de pana lisa con una guita, se calza una esparteñas y, pereciéndose cada vez más a sí mismo, echa el pregón de la portada de ese periódico que tan a buen recaudo guarda la máquina profeteril: “Podría quizá hacerlo en un periódico nacional, pero mi ilusión es que sea en Jaén. Me gusta deberme a mi tierra y, además, creo que el periodismo local es el más importante, el más auténtico y necesario”.

      ¡Usted sí que sabe, MuySeñorMío! Aptitud, actitud, digitalización direccional suertuda y haber nacido en una tierra donde se cuida a nuestros profetas desde los papeles como a nosotros mismos…

 

PS/ No se crea… algo de EnvidiaCochina sin que hay. Ya le hubiera gustado a una servidora tocar la gloria con su edad en lugar de estar ya de vuelta en la lista de espera para subir a la otra gloria (la eterna).

 

En CasaChina. En un 19 de Enero de 2025

domingo, 10 de diciembre de 2023

EL ÁRBOL DE MÁGINA

(Jaeneando)

       Tiene Jaén muchas cosas que nos llenan de orgullo a los nacidos en esta tierra, tan fronteriza al más puro estilo José-Luis-Sampedro como “desfronterizada”; tierra en la que cabemos todos porque esta tierra nuestra es de todos y de nadie. Un poner: en Jaén tenemos un firmamento desmontable, en el que por las noches ponemos estrellas a granel tamaño XXL y por el día apañamos condumios de tal enjundia que hasta la Guía Michelín echa el freno y nos suelta tres estrellas de las suyas como tres soles, que hablan por sí mismas de lo nuestro.

       Jaén, en su diversidad ancestral, es como un puzle de diez piezas, diez comarcas que, una a una, son diez primores capaces de ofrecer de todiquitico. Juntas, son como una España en miniatura.

       En ese Jaén del que hablo hay un árbol categórico cantado por Miguel Hernández en plan inquisición distributiva: …de quién son esos olivos, andaluces de Jaén. Olivas, en femenino, llamamos por aquí a ese árbol vareado y ordeñado sin piedad por los hombres, mientras nuestras mujeres, de rodillas en los ruedos a sus pies, recogían, una a una, las oraciones moradas que en realidad son las aceitunas −que no “olivas”− con las que el árbol por excelencia nos sostiene y nos iguala.

       Si hay algo mágico en la vida, algo que simbolice la dualidad de la existencia, ese algo es un árbol. Un árbol hunde sus raíces en lo telúrico de la tierra hasta donde ningún ojo humano alcanza, y se eleva hasta el cielo como anticipo del último vuelo de las criaturas, que nos abrazamos a su tronco como si fuera nuestra verdadera patria: la patria vegetal. Pienso que Juan Ramón Jiménez estaba abrazado a un árbol cuando escribió aquello: Mis pies, qué hondos en la tierra/ mis alas, qué altas en el cielo. / Y qué dolor de corazón distendido.

       ¿Será por eso por lo que las mujeres de mi comarca, las que han adoptado como santo y seña el rótulo de “enganchadas de un hilo” se han empeñado este año en tejer lo que ellas llaman El Árbol de Mágina?

Miradlas. ¿No son admirables? Mientras que unos pocos necios se desgañitan tupiéndose por un pues-mi-pueblo-es-mejor-que-el-tuyo, ellas, desde hace unos años, tejen todas juntas hilos de colores para darnos las Pascuas.

Si Rafael Alberti levantara la cabeza, en lugar de preguntarse eso de ¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?, se asombraría a sí mismo escribiendo ¿Qué hacen las mujeres andaluzas de ahora?

       Ellas, las mujeres de Mágina, con ese talento que sólo las mujeres rurales tienen, este año han tejido nada menos que un árbol. Un inmenso árbol, con una plataforma por cada pueblo de la comarca, sobre la que han colocado lo más emblemático de sus lugares.

       Indira Gandhi decía: No se le puede dar la mano a quien permanece con el puño cerrado. Nuestras enganchadas abrieron sus manos para que de ellas salga la luz.

       Si yo fuera una “mandamasa”, o una política de esas que deciden hasta donde le llegan los dineros del presupuesto, o, simplemente, si tuviera una agencia de viajes, ¿saben ustedes lo que organizaría sin pensármelo dos veces? Pues organizaría algo así como la ruta de las tapas, sólo que, en lugar de ir picoteando, engullendo y “ligando”, como se dice por esa comarca, me embarcaría en la ruta de las enganchadas.

       Queríamos mantenerlo en secreto, pero somos muchas y nos gusta hablar entre nosotras en lugar de partirnos la cara. Y, claro, ya se sabe que el día 12 estaremos en Jaén presentando nuestro árbol. Y que allí cantaré yo a esas manos, que igual acarician un hijo que tejen con un lúcido hilo lo mejor de nosotras.

Motivo de las mujeres enganchadas de Jódar

MANOS DE MUJERES ENGANCHADAS DE UN HILO

Se afanan, se encanillan, se aceleran

enganchadas del hilo de la vida.

Punto a punto, suturan esa herida

en la que las ausencias perseveran.

 

Son manos de abundante sementera,

manos hechas al duelo en la partida

que tejen sin descanso la acogida

en ese hogar de paso y de frontera

 

Son manos de agasajos habitadas,

de entrega y de tesón en oleaje,

de abrojos y de aceite laceradas.

 

Son manos de mujeres porfiadas

que convierten el hilo en un paisaje

y el paisaje en utopías saciadas.

En CasaChina. En un 10 de Diciembre de 2023

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