VA DE...Batiburrillo literario

domingo, 27 de febrero de 2022

TE DECLARO LA PAZ

 13/2022

 Por mi parte,

te declaro la paz, viejo suicida

de músculo infernal.

Ojos de acero

templado en el fogón de la locura

y vulgar chafarote deshonrado

que ya no encuentra tierra que lo enfunde si no es en su mortaja .

 

No voy a dar más vueltas a la noria.

Lo dejo para ti.

Yo

ya te digo:

por mi parte, te declaro la Paz.

Tú sabrás

qué vas a hacer con ella que no sea

violarla por la fuerza

como viola el eunuco del harén a las mujeres

(ajenas):

con un hambre de ojos incapaces.

 

En el fondo,

me causas mucha pena, viejo mirón del mundo,

sin asiento

para unas posaderas tan hediondas

sin nadie que les cambie los pañales.

 

No eres mucho más

(ni nada menos)

que un pobre niño rico que quiere ser más rico

transfigurando en oro sus propios excrementos.

 

Y eso da mucha pena.

 

Además de una casa de muñecas todas decapitadas

tú debes de tener muchos juguetes.

Tienes, seguramente, una gran dacha,

y pájaros de acero de trino fratricida,

y carros de combate,

capaces de aplastar de una pasada un campo de amapolas.

 

Lo que nunca tendrás,

te lo aseguro,

es un beso de amor entre los labios,

un cosquilleo ungido de ternura,

una amapola propia

algo que te ennoblezca, viejo,

y eso

−de lo que tanto sabemos las mujeres−

me causa mucha pena…

¡Mucha pena!

 

En CasaChina. En un 27 de Febrero de 2022

sábado, 26 de febrero de 2022

¿A SETAS O A ROLEX?

                          (Crónica de una manifestación de medio pelo)

 Imagine all the people/ s
haring all the world…

         ¿Recuerdan el chistecito de marras?

        ¡Ese mismo! El de los dos vascos que están en el monte buscando setas, cuando uno da un respingo de alborozo al encontrar un magnífico reloj Rolex de oro; euforia que ataja en seco su compañero cuando le dice:  "Patxi, a ver si nos centramos, ¿estamos a setas o a Rolex?"

        Pues algo así es lo que me pasó anoche, en la manifestación convocada en la Puerta del Sol para −creía yo− mostrar nuestra solidaridad con el sufrimiento del pueblo ucraniano y nuestro rechazo a la invasión de Ucrania por los tanques rusos: que yo creía que íbamos a setas, y allí había más buscadores de Rolex de brilli-brilli que micólogos observadores del color de las esporas. Lo cual que a mí me recordó cuando en 1968, mientras repasaba yo, mochila al hombro, los estragos de una “revolución” de adoquín y pelo a lo "The Beatles", recorriendo Francia, Suiza, y cuando ya había atravesado el túnel de San Gotardo, tuve que volverme porque los tanques rusos habían invadido la entonces Checoslovaquia, metiéndome el miedo en el cuerpo.

        Algo así me pasó anoche: yo iba de manifestación solidaria y lo que me encontré fue un revoloteo de egos oportunistas que eran más una guerra que un rechazo a la ídem.

        ¿Esos son los que vocean para quitarle a Putin el carné de conducir cañoncillos?

        Me explico: una vez, cuando la Bolsa era la Bolsa, estuve yo en la vorágine de su apertura, tratando de entender lo de “los corrillos”, gritones ellos, y expresándose en un lenguaje que no había traductor que lo transcribiera. Anoche la Puerta del Sol parecía una sucesión de corrillos vocingleros adelantándose al carnaval. Ondeaban unos banderas de tal o cual partido político con caras de estar a punto de declararse la guerra por toda una eternidad; repartían octavillas otros de no sé qué trotskismo soviético que, si no me equivoco, es el remanente de una revolución permanente, belicista, pendenciera y, desde luego, lo menos apropiado para la idea que nos reunía allí. Un poco más allá, un corrillo abultado y sedicioso, con sus miembros disfrazados de pobres-niños-pobres, pero de manos cuidadas como las de manicureros de salón,  gritaban cansinos lo de siempre “OTAN NO”, lo cual, que a mí me trastornaba la poca coherencia que me va quedando en esto, porque, que yo sepa, la OTAN “ni está ni se la espera” en Ucrania.

        ¡Que se hubieran apuntado en la lista de entrar en sociedades secretas!

        Finalmente, un megáfono desafinado rasguñaba una consigna algo apolillada: “ni una gota más de sangre obrera”, cuando, si hubiéramos estado a lo que se suponía que estábamos, hubiera resultado tan fácil cambiar lo de “sangre obrera” por “sangre humana”.

        En mitad de semejante desmadre de gallinero pandillero, un grupillo de jóvenes de pelo casi albino, facciones eslavas, banderas de los colores de los que ahora viven en refugios antiaéreos, azul y amarillo, y caritas de haber salido de sus casas ya lloradas, y bien lloradas, miraban con estupor en su entorno, en absoluto silencio, seguramente buscando un amago de solidaridad con su dolor.

        ¡Tantísimo dolor!

        No; no estoy desfasada, por mucho que me esté acercando a los ochenta años a ritmo de polca más que de rigodón. Lo que sucede es que, para llegar desde mi casa, en las afueras de Madrid, hasta la Puerta del Sol, tengo que tomar un autobús, desde la cabecera de inicio de trayecto hasta el intercambiador de Plaza de Castilla; allí tomar el metro, atravesando más de una decena de estaciones del tipo “¡Atención! Estación en curva. Al salir, tenga cuidado para no introducir el pie entre coche y andén”. Todo ello me lleva más de una hora, cosa que refiero para que se entienda que, cuando en una tarde de perros como la de ayer, se abandona el suelo radiante de la casa propia para acudir a la llamada de la solidaridad con un pueblo que está siendo pisoteado, lo menos que debieran hacer quienes acuden a donde sea con tal de hacer su propio número de circo es coger su Rolex y  guardárselo junto con sus gritillos de progres trasnochados, y dejarnos a los demás, a los que creemos en el NO a la guerra, que sigamos buscando setas… menos venenosas.

 En CasaChina. En un 26 de Febrero de 2022

PS/ Por cierto, ante mi pregunta tontorrona sobre VOX, también se me dijo que tampoco. Que “ni está ni se le espera”.

viernes, 25 de febrero de 2022

DE BOTAS y ABABOLES

 

10/2022

Sobre las guerras. Que nunca son ajenas.

Las venas del sonrojo se desangran delante del espejo.

¿Y yo?

¿Qué estoy haciendo yo?

¿Discurseando?

¿Acaso he franqueado el dintel de mis brazos

a los que van llegando, sin alientos,

tiritando de espanto y de amargura?

¿Acaso encendí la luz de mis fronteras

para marcar la entrada del refugio?

¿Acaso me dispuse a compartir

la taza de café de media tarde

con el hombre, vejado de cobarde o de apátrida

por arrojar su fusil contra la nieve,

−no quiero disparar, dicen que dijo−

y esconder una rabia centenaria en la espesura

del bosque desertor?

¿Acaso no eternizo este escupir desprecios en mi entorno

y amagar con los puños de los ojos

un reto ciudadano y miserable,

un duelo universal, apadrinado por viejos usureros,

un combate de castas sin final, a vida o muerte?

¿Acaso no maduro con tiento de artesana

mis propias ojerizas encurtidas al fondo de las orzas

que guardo en la sentina?

¿Tupiendo a troche y moche?

¿Pisoteando

las flores primerizas del jardín de mi vecino?

¡Yo!

¿Qué estoy haciendo yo?

¡Qué estoy haciendo yo!

¿Maldecir?

¡Maldecir!

 

Mientras tanto

se muere de avergüenza el anuncio de otra primavera

en un rubor de sangre y de ababoles.

 

En CasaChina. En un 25 de Febrero de 2022

LA PRESUNCIÓN DE INDECENCIA

  (Mujereando)           45/2024   ¡Ya está bien! Hasta los “huevarios” estamos muchas mujeres de tener que “serlo”; pero, sobre tod...