VA DE...Batiburrillo literario

sábado, 26 de febrero de 2022

¿A SETAS O A ROLEX?

                          (Crónica de una manifestación de medio pelo)

 Imagine all the people/ s
haring all the world…

         ¿Recuerdan el chistecito de marras?

        ¡Ese mismo! El de los dos vascos que están en el monte buscando setas, cuando uno da un respingo de alborozo al encontrar un magnífico reloj Rolex de oro; euforia que ataja en seco su compañero cuando le dice:  "Patxi, a ver si nos centramos, ¿estamos a setas o a Rolex?"

        Pues algo así es lo que me pasó anoche, en la manifestación convocada en la Puerta del Sol para −creía yo− mostrar nuestra solidaridad con el sufrimiento del pueblo ucraniano y nuestro rechazo a la invasión de Ucrania por los tanques rusos: que yo creía que íbamos a setas, y allí había más buscadores de Rolex de brilli-brilli que micólogos observadores del color de las esporas. Lo cual que a mí me recordó cuando en 1968, mientras repasaba yo, mochila al hombro, los estragos de una “revolución” de adoquín y pelo a lo "The Beatles", recorriendo Francia, Suiza, y cuando ya había atravesado el túnel de San Gotardo, tuve que volverme porque los tanques rusos habían invadido la entonces Checoslovaquia, metiéndome el miedo en el cuerpo.

        Algo así me pasó anoche: yo iba de manifestación solidaria y lo que me encontré fue un revoloteo de egos oportunistas que eran más una guerra que un rechazo a la ídem.

        ¿Esos son los que vocean para quitarle a Putin el carné de conducir cañoncillos?

        Me explico: una vez, cuando la Bolsa era la Bolsa, estuve yo en la vorágine de su apertura, tratando de entender lo de “los corrillos”, gritones ellos, y expresándose en un lenguaje que no había traductor que lo transcribiera. Anoche la Puerta del Sol parecía una sucesión de corrillos vocingleros adelantándose al carnaval. Ondeaban unos banderas de tal o cual partido político con caras de estar a punto de declararse la guerra por toda una eternidad; repartían octavillas otros de no sé qué trotskismo soviético que, si no me equivoco, es el remanente de una revolución permanente, belicista, pendenciera y, desde luego, lo menos apropiado para la idea que nos reunía allí. Un poco más allá, un corrillo abultado y sedicioso, con sus miembros disfrazados de pobres-niños-pobres, pero de manos cuidadas como las de manicureros de salón,  gritaban cansinos lo de siempre “OTAN NO”, lo cual, que a mí me trastornaba la poca coherencia que me va quedando en esto, porque, que yo sepa, la OTAN “ni está ni se la espera” en Ucrania.

        ¡Que se hubieran apuntado en la lista de entrar en sociedades secretas!

        Finalmente, un megáfono desafinado rasguñaba una consigna algo apolillada: “ni una gota más de sangre obrera”, cuando, si hubiéramos estado a lo que se suponía que estábamos, hubiera resultado tan fácil cambiar lo de “sangre obrera” por “sangre humana”.

        En mitad de semejante desmadre de gallinero pandillero, un grupillo de jóvenes de pelo casi albino, facciones eslavas, banderas de los colores de los que ahora viven en refugios antiaéreos, azul y amarillo, y caritas de haber salido de sus casas ya lloradas, y bien lloradas, miraban con estupor en su entorno, en absoluto silencio, seguramente buscando un amago de solidaridad con su dolor.

        ¡Tantísimo dolor!

        No; no estoy desfasada, por mucho que me esté acercando a los ochenta años a ritmo de polca más que de rigodón. Lo que sucede es que, para llegar desde mi casa, en las afueras de Madrid, hasta la Puerta del Sol, tengo que tomar un autobús, desde la cabecera de inicio de trayecto hasta el intercambiador de Plaza de Castilla; allí tomar el metro, atravesando más de una decena de estaciones del tipo “¡Atención! Estación en curva. Al salir, tenga cuidado para no introducir el pie entre coche y andén”. Todo ello me lleva más de una hora, cosa que refiero para que se entienda que, cuando en una tarde de perros como la de ayer, se abandona el suelo radiante de la casa propia para acudir a la llamada de la solidaridad con un pueblo que está siendo pisoteado, lo menos que debieran hacer quienes acuden a donde sea con tal de hacer su propio número de circo es coger su Rolex y  guardárselo junto con sus gritillos de progres trasnochados, y dejarnos a los demás, a los que creemos en el NO a la guerra, que sigamos buscando setas… menos venenosas.

 En CasaChina. En un 26 de Febrero de 2022

PS/ Por cierto, ante mi pregunta tontorrona sobre VOX, también se me dijo que tampoco. Que “ni está ni se le espera”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ELENA CAMY RUS EN MI MEMORIA

  (Moribundarios)   Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar que es el morir Jorge Manrique. 83/2024 A mi lado, −co...