66/2020
(Croniquilla del Viruso
Coronado 41)
−Cordia VII−
−¡Cordiaaaa!
−Maaaaaaaaaaaandeeee.
−Nena, no chilles así; que, con la calladera que hay, nos va a
escuchar todo el vecindario.
−Pero, Ulio, si eres tú el que estás berreando como antes de que se
decretara el estado de silencio.
−¿Ya estamos con los andaquetuses? ¡Cómo eres, mujer! Pero a lo que
iba: ¿qué tal si, en lugar de estar echándome el pregón desde la balconada, te
bajas por aquí, al patio? Es que estoy ensayándome en las labores propias de
tu sexo, y he preparado un aperitivillo de los que a ti te gustan.
−No.
−No ¿qué?
−Que no.
−¿Que no te fías de mis artes aperitivenses, que no se te apetece
todavía, o que no, porque no?
−Porque a esta hora, y hoy precisamente, no.
−A ver, Cordia. Que ayer mismo decías que lo de los horarios no iba
contigo y que ibas a deshorarte.
−Yo, sí; pero ellos, no.
−¿Ellos?
−Los del Comité.
−Mucho que te preocupará a ti el Comité, por muy “técnico” que quieran
llamarlo. Vamos, Cordia, bájate conmigo y te cuento algo más interesante de lo
que esos puedan decir. Como si fueran a decir algo nuevo…
−Te he dicho que de aquí no me muevo hoy hasta que no salga lo del
Comité y vea yo sin han despachado con viento fresco al Vuecencia, después de
lo que soltó ayer tal que si fuera un “lapsus linguae”, como ha dicho el Mandador
de Justicia.
−¡Y dale con lo que dicen que dijo que dijeron!
−Yo no estoy a la espera de lo que digan que dicen que dijeron, sino a
la espera de hacer el recuento de los que asomen la jeta y se pongan a hacer
ostentación de su caletre. Quiero yo saber si hay bajas en el frente.
−Cordia, ¿te das cuenta del lenguaje que usas últimamente? ¡No estarás
leyendo a Ortega y Gasset!
−Pues mira, no. Luego te enseñaré con lo que estoy, y que ni sabía que
lo teníamos entre los libros de segunda mano. ¿Te acuerdas del libro del Cura
Fruime?
−Así, de repente… pues no
−Es que me está a mi recordando lo de este Vuecencia… ¡Ay, perdona,
que ya están ahí… Luego seguimos.
* * *
−¡Uliooooo!
−Tranquila,
Cordia, que aquí sigo. Y de aquí ni me muevo ni pienso moverme, aunque me lo
permitan mientras estés tú.
−Es que
ya se ha acabado la funcioncica de hoy. ¡Y ha salido, Ulio, ha salido! El
Vuecencia ha salido y estaba ahí como el primero, más verde, más fino y más firme
que un junco del Charcón de la Fabriquilla.
−No te irías
a pensar tú que los Mandadores iban a ser tan tontos que lo despacharan al día
siguiente para que todos tuvieran que hablar.
−Sí, Ulio. Tienes razón. Ahí estaba. Pero si hubieras visto cómo tenía
los ojos la criaturica… Hay que ver lo bien mandados que son los militares de
ahora.
−¿Bien mandados dices? ¡Vamos, Cordia!, que lo que son es unos
caguetas y unos vendidos.
−A ver, Ulio: o yo no te entiendo, o quien no me entiendes eres tú, o
el mundo está volviéndose loco.
−Pero, Cordia: ¿no dices que ha salido como si ayer no hubiera pasado
nada? Un hombre, con lo que debe tener un hombre, y más siendo militar de los
de Vuecencia, en lugar de seguir ahí “a sus órdenes”, ya hubiera puesto sus
atributos encima de la mesa, y le hubiera dicho a esta panda de mandamases lo
que ha de hacerse y lo que debe decírsele a la gente para no tenerla engañada.
−Si tú lo dices…
−¡Venga, Cordia, no te me enfurruñes y trata de entenderme!
−Para lo que hay que entender…
−No, si tú, a lo tuyo. Si es que no me estás prestando atención.
−Es que, para que lo sepas, Ulio, cuando te pones estremeciente y te
entra la vena visceral, no me sale del entrecejo inferior prestártela. Vamos,
que no voy a discutir contigo. Y menos, desde aquí arriba.
−¡Bueno está! Tengamos la fiesta en paz, Cordia. No vamos a
indisponernos tú y yo por lo que hagan o digan otros, queriéndonos como nos
queremos, y entendiéndonos como siempre nos hemos entendido, por culpa de los
que ni comen en nuestra mesa ni nosotros nos sentaremos nunca a comer en la
suya. Y menos, pensando como pensamos.
−¿Y cómo crees tú que pensamos, Ulio?
−¡Pues cómo va a ser! Como lo que somos: dos demócratas con sello,
póliza y estampillado.
−¿De verdad te crees lo que estás diciéndome? Porque no hace ni dos
minutos que estabas poniéndome a enhuerar huevos.
−Mujer…
−Ni mujer ni pita-pita; que no estamos para sacar parvas.
−Pero ese…Vaya, el estrellado de las estrellas… Ya verás tú cómo lo
van a poner como a un trapo viejo unos y otros hasta que acaben con él, por no
tener él el coraje de acabar él antes…
−¡Qué fácil es cacarear desde el patio, eh, Ulio? Qué fácil es jugar a
la gallinica ciega y hacer trampas mirando por debajo de la venda. Pero tendrías
tú que haberle visto la cara. Tendrías que haberle sentido la voz en pura
quebrancía. Tendrías que haberle mirado a los ojos mientras los dirigía a la
cámara y acometía con entereza el discurso que vete tu a saber quién se lo ha escrito.
A eso le llamo yo ir de frente y por derecho.
−Cordia, no te dispares…
−Lo fácil es abrirse la bragueta y sacar los cañoncillos a la calle.
Lo difícil es morderse la lengua y tragarte tu propia sangre antes de
traicionar el juramento de lealtad prestado.
−¿Prestado a quién? ¿A quienes nos están engañando desde que todo esto
comenzó?
−¿Engañado? ¿Acaso a ti te han engañado?
−A mí, no, Cordia, pero…
−¿Pero qué?
−Que podría…
−¿Podría qué? ¿Armar otro 18 de Julio al grito de C.A.F.E[1]?
−¿Y no tienes presentes a esos pobres que se creen todo lo que les
dicen…?
−¡Ya está bien, Ulio! No creas tú también que la gente es tonta, y tú
su redentor. Si pusieras algo de atención te habrías enterado de que ya estamos
hartos de redentores, de salvapatrias y de pampamoscas.
−Pero nos están engañando…
−Por no engañar, ni a mí misma me engañan, que ya es decir viniendo de
dónde vengo.
−¿Quiénes? ¿Los del Gobierno?
−No. Sus ojos. Los
ojos del Vuecencia. Esos que hoy nos han dicho más cosas que si hubiera soltado
la lengua, que era lo fácil. ¿O no?
−Vale, Cordia, vale. Ya me callo.
−Haces bien. Porque saber callar, cuando el silencio se vuelve un
berbiquí despuntado, es el mayor acto de lealtad a uno mismo, que a la postre
somos lo más importante. Si lo sabré yo…
−¡Ay, Cordia, Cordia, que burro soy algunas veces!
−¿Algunas veces? Para mí que estás perdiendo la noción del tiempo.
Pero hala, que aquí no ha pasado nada.
−¿Entonces…?
−Entonces, ¡sin
novedad en lo nuestro, mi general, sin novedad en lo nuestro!
Callada en CasaChina. En un 20 de Abril de 2020
NOTAS FINALES[2]:
[1]
CAFÉ: Camaradas, Arriba Falange Española. Consigna con la que comenzó en
alzamiento de julio de 1936.
[2] LO QUE DIJO EL GENERAL JOSÉ MANUEL SANTIAGO EL
19.04.2020:
“…
en la lucha
contra los bulos que se difunden a través de las redes sociales,
la Guardia Civil trabaja en dos direcciones: "Por un lado, evitar el
estrés social que producen estos bulos y, por otro, minimizar el clima
contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno".
LO QUE
DIJO EL EL GENERAL EL 20.04.2020
OTRAS FUENTES:
CAFE: https://www.pressreader.com/spain/muy-historia/20180620/283025465361509
EL CURA FRUIME: http://dbe.rah.es/biografias/53668/diego-antonio-de-zernadas-y-castro
CAFE: https://www.pressreader.com/spain/muy-historia/20180620/283025465361509
EL CURA FRUIME: http://dbe.rah.es/biografias/53668/diego-antonio-de-zernadas-y-castro