VA DE...Batiburrillo literario

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martes, 15 de febrero de 2022

¡QUÉ PELIGRO!

 

23/2022

         Hasta ayer mismo como quien dice estaba yo clamando contra este diálogo de sordos que es no tener con quién cruzarse por el pasillo −un decir− de esta casa mía, que más que pasillo tiene no mucho más de una zancada desde el salón −otro decir− hasta la cocina, ese lugar de engorde al que no hay manera de exorcizar para que los demonios del frigo no se me aparezcan agarrados al muslamen.

        Dicho de manera menos propia de mí: que, hasta ayer mismo como quien dice, estaba yo penando por lo de haberme quedado sola después de haberme trabajado con tanto primor lo de apañarme un marido tan ilustre y tan lustroso.

        (Eso de morirse uno antes que el otro debería ser delito).

        De repente, ayer, −día de los enamorados por más señas− mientras escuchaba desde detrás de las puertas a ver que pillaba, me descubrí a mí misma escuchando nada menos que <LA CABALGATA DE LAS VALKIRIAS> de Wagner.

        ¡…! Vaya: una algarabía.

         Nada más sorprenderme en semejante reniego, me agarré de la pechera y me llevé ante el tribunal del espejo dispuesta a interrogarme:

         −A ver, nena −me dije a bocajarro− ¿tú no eras de boleros al estilo de “ponme-la-mano-aquí-Macorina”, el “Sin-ti”, y esas cosas?

         −Era −me respondí sin miramientos.

         −¿Entonces?

         −Entonces ¿qué?

−Pues que no es día de amazonas, walkirias y mujeres solas.

−¡Anda ésta! −me mofé de la del espejo sin piedad. ¡Total…!− …Como si tuvieras tú alguna posibilidad de encontrar arrime a estas alturas.

−¿Sabes lo que te digo? −me dije−, que te estás convirtiendo en un peligro para ti misma con esto de quedarte en casa como si lo de “el buen paño en el arca se vende” no hubiera prescrito. Ya mismo estás poniéndote la mascarilla y echándote a la calle en plan galopina. Y ya, de paso, pasate por la peluquería, a ver si te matizan el canerío.

−¿La mascarilla? ¿Pero si ya no es obligatoria? −me escabullí de la insinuación sobre mis canas de quita y pon.

−Tú hazme caso. Ponte la mascarilla, y ¡a la calle! No querrás que te vean la cara de “yo-me-mi-conmigo” que se te está poniendo, cuando todavía te rebulles pensando en principesos.

 

Me voy a la calle; que ayer no quise salir por no verles las caras de “miel sobre hojuelas” que sacan a pasear todos los 14 de febrero los adoradores de San Valentín, y que, para ser justa, tengo que agradecer que tantísimo trabajo me hayan dado en los tribunales de divorciarse cuando se les pasa el trastorno mental transitorio, sin aprender a encontrar lo que yo encontré durante tantísimos años de “dejarás-a-tu-pedre-y-a-tu-madre”.

         ¡Quién sabe! Todavía recuerdo el refrán de aquella cocinera de mi infancia cuando le decía: “tu, con los años que tienes, ya no vas a encontrar novio”; a lo que ella contestaba: “siempre habrá un ramalillo con el que atarse”.

¿Lo habrá?

Aunque, bien mirado, tampoco soy tan mala compañía para mí misma.

         ¡Qué peligro!

En CasaChina. En un 15 de Febrero de 2022

https://youtu.be/Clg1IbQ7sNY

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