Hay lenguajes aparentemente inocuos que
encierran en sí una forma de perversidad encubierta, en tanto que son como una
especie de "anestesia" aparentemente concesiva con la que acallar
pretensiones más que legítimas.
Me explico:
Hace pocos días, en unas jornadas de
estudios diversos organizadas por el grupo SIAL PIGMALIÓN con motivo de la
Feria del Libro de Madrid, tuve el honor de moderar una mesa sobre las gentes
(que no “sobre la gente”) de Sierra Mágina. El título: <SIERRA
MÁGINA C.R.E.A.> -Colectivo Rural de Escritores y Artistas-. El coloquio
derivó hacia la distinta posición que ocuparon hombres y mujeres de aquella
comarca como consecuencia de la escasez
de medios económicos en una época concreta: la de los años 50/60; de ahí,
se llegó a la forma en que se sacrificó la formación de la mujer en favor de la
del hombre cuando los medios no alcanzaban para darle estudios a todos; y, como
no podía ser menos, emergieron DOS TEMAS CANDENTES: ser
o no ser “feminista” al estilo más profundo o más superficial de su
concepción, y la perversión del idioma
a partir de un recurso tan facilón como el sacrificio de la más pura concepción
gramatical de formación de la lengua a un -a mi entender- mal llamado “lenguaje
inclusivo”.
Personalmente pienso que la adopción de posiciones
fuertemente ideologizadas y poco fundamentadas derivan en estas “desviaciones
conceptuales”, y son las que a la larga más daño hacen a la imprescindible
batalla por la dignificación de la causa feminista, tomando el concepto “feminismo”
como ELEMENTO SUMATORIO, en tanto que el machismo aparece indubitadamente como
ELEMENTO RESTATORIO.
Y también es personalísima (aunque muy
meditada) la sensación que tengo de que esas “concesiones
lingüísticas” con las que se habla de “lenguaje inclusivo” posiblemente nos
hace visibles, pero no como personas que atraen el respeto del conjunto para un
objetivo común, sino que se nos expone con una visibilidad degradada,
concesiva, pobretona y transgresora, más propia de un limosneo caritativo que
de una auténtica y cuidada equivalencia entre géneros.
Poco a poco, en lo referente a la causa femenina,
voy acumulando mis propios axiomas frente a situaciones reales y a conflictos incontestables
en la posición de la mujer, sin pretender -ni de broma- trasladar de lugar el
problema, para convertir una causa noble -la dignificación de la mujer- en una
persecución incontrolada del hombre por el hecho de serlo. (Muchas madres de
varones saben de qué hablo; muchas madres de mujeres, también).
Primera conclusión
axiomática:
El feminismo suma -añade valor a la causa de la dignidad femenina-; el
machismo resta -resta valor a la mujer-.
Por eso, por la causa de las personas
-hombres y mujeres- desde una visión amplia y no limosnera, quiero contestar a
este cartel lúcido donde los haya, (y del que no debiera hacerse bandera por
quienes entienden el feminismo como excluyente), aunque ligeramente incompleto
(siempre desde mi personal visión).
“Un hombre no viola… Viola un violador”.
Sucede que una mujer
nunca viola…
“Un hombre no mata… Mata un asesino”.
Sucede que las asesinadas suelen ser mujeres…
“Un hombre no maltrata… Maltrata un maltratador”.
Ahí hay menos visibilidad. Habría que ampliar
el estudio sobre las formas de maltrato.
“Un hombre no humilla… humilla un cobarde”.
Personalmente, detesto ciertas “valentías”
frente al más débil…
No quiero cerca de mí ni valiENTES ni valiENTAS que generen polémicas lingüísticas estériles,
desviando el enfoque de un problema grave hacia algo tan trivial como una “a” a
destiempo y a contrapelo.
Sierra Mágina C.R.E.A. |
Quiero
no tener que mendigar protecciones
ni agradecer
la añeja y más que
discutible dádiva
de la limosna de
lenguajes adulterados.
Lo que verdaderamente quiero es poder hablar de
igual a igual sin que mis interlocutores se sientan inseguros por el hecho de
ser hombres, ni yo amenazada de incultura… o de muerte por el hecho de ser
mujer.
Pues aquí dejo mi segundo
axioma:
yo no quiero SER (ente) IGUAL AL HOMBRE. Lo que exijo, desde mi evidente
diferencia (diversidad), es SER TRATADA IGUAL QUE EL HOMBRE.
Y tratar al hombre como a mí misma.
¿O sucede que somos tan
"acostumbradizos" que nos vamos a conformar con la utilización de
medios tan esperpénticos como los que se nos proponen y es evidente que no
funcionan para hacer visible un problema espantoso cual es el del número de
mujeres silenciadas?
En CasaChina. En
un 15 de Junio de 2019
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