VA DE...Batiburrillo literario

Mostrando entradas con la etiqueta CRONIQUILLA DE UN VIRUSO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CRONIQUILLA DE UN VIRUSO. Mostrar todas las entradas

viernes, 13 de marzo de 2020

ACUARTELADA


(Croniquillas del viruso coronado)
        Ahora, antes de dormirme, suelo dejar entornada la ventana de mi dormitorio, esa que da a la parte de detrás de la casa, donde, en esta época del año, la piscina comunitaria está abrigada por una lona azul calizo, los árboles reventando gruesos y jugosos anuncios de primavera y el silencio de la obra cercana amagado por los miedos del viruso coronado.
       Perezoseo entre las sábanas.
       Anoche desinfecté y guardé la ropa de calle. No hay nada que me urja.
       El “viruso” con corona nos ha confinado dentro de nosotros mismos. Tan lejos del abrazo callejero. Tan cerca del silencio.
       Me declaro en estado de sitio.
       Un recuerdo, envuelto en el frescor del todavía, me visita: fue allá por unos recién estrenados años 80 del siglo pasado. Mi marido, el marcial tempranero de las seis de la mañana, en lugar de enfundarse en su áspero uniforme de militar de alta graduación y sus habituales y ruidosas urgencias frenéticas, se vistió un chándal azulón y hortera, con bandas blancas laterales de una verticalidad acomodaticia; paseo una desacostumbrada calma chicha por el dormitorio, abrió su eterno libro y se sentó a leer en aquel sillón de orejas en el que apenas conseguía holgar algún fin de semana, cuando “el servicio” daba de mano.
Los carices eran alentadores y dejaban claro que se presentaba una jornada hogareña a la vieja usanza de la que tanto carecíamos.
−¿No vas al Gobierno Militar?
−Hoy, no. Y tampoco en los siguientes tres días.
−¿Estás de permiso?
−¡Arresto domiciliario! Me han arrestado por primera vez en mi vida.
Su voz, lejos de compungirse, sonaba festiva.
−¿Y el motivo? −tanteé confusa.
−Lo de la publicación de “INTERVIÚ”.
−A ver si yo me entero: ¿No fueron tus jefes quienes te dijeron que era aconsejable ese reportaje?
−Sí. Pero no me dieron un permiso especial para las fotos. Así que… ¡Estamos arrestados!
Con qué placer recuerdo aquel arresto…
Y digo yo, precisamente hoy, que aún no me he puesto ni siquiera el chándal hortera que heredé de mi hombre, y que me resisto a tirar: ¿Será verdad que no hay mal que por bien no venga…?
O a lo mejor el refrán debiera ser otro: No es lo mejor patalear entre dos aguas cuando nos hundimos en la alberca; lo sensato e dejarnos caer hasta el fondo, desde donde poder impulsarnos hacia arriba con un golpe certero.
(Y ahora me voy a jugar a los barquitos conmigo misma).

Acuartelada en “CasaChina”. En un 13 de Marzo de 2020


CARTA ABIERTA A MIGUEL FERNÁNDEZ PALACIOS GORDÓN

  (Periodiqueando adherencias)     Querido Miguel: (y permíteme que, a falta de conocencia propia, eche mano de ese “querido”, form...