VA DE...Batiburrillo literario

sábado, 10 de junio de 2023

AZUL CELESTE

 

32/2023

Dijeron que eran cuatro

los niños perdidos,

y hallados en el templo de la selva.

 

(Oremos por los ángeles caídos

en todos otros templos del rencor.

Oremos por los otros).

 

A todos los que quieran escucharlo:

cuentan ellos ahora

(me refiero a los niños; no a los otros)

que el cielo estaba azul,

lo mismo que los ojos del gato del poblado,

cuando un vértigo fatal, calamitoso,

arrastró sin piedad su bastimento

hasta el infierno verde.

 

El cielo

entonces se hizo verde, muy verde.

Muy verde.

Muy cansino.

Muy miedo.

Sin estrellas.

 

Lesly

la más grande entre todos

nos contaba

−cuentan los más pequeños−

muchos cuentos de estrellas, cada noche,

antes de que cerrara nuestros ojos

con besos que sabían a mosquitos

a polvo de iniciático poporo

y a hojas remojadas de jacinto.

 

Luego

la hora de dormir se volvía negra

allá arriba: en lo verde.

Y Lesly se volvía

un sagrado nuhué con tres chinchorros

y una sola plegaria:

No olviden el temblor de las estrellas cuando sueñan

−decía Lesly−

es la única senda que conozco

para lograr volver al cielo azul

de la concordia.

 

Algunas veces

un pájaro metálico graznaba encima de lo verde

anunciando lo azul

y lo divino de tiempos sin zozobras:

el jugo alimenticio del kuibolo,

el sacrosanto fuego de la tulpa,

 la tierna encrucijada del abrazo,

los otros:

otros otros.

 

¡La otredad indulgente de los otros!

 

Y bajaron los ángeles del cielo

a prestarnos sus alas

de nuevo Azul.

Celeste.

 

En CasaChina. En un 10 de Junio de 2023

jueves, 8 de junio de 2023

COMOSA Y PUNTOAPARTERA


(Gramatiquerías. El oficio de escribir)

58/2023

Entre poner o no poner una coma en condiciones podemos estar provocando en raudal tanto la tacha de indigencia comosa como la de exuberancia comatosa.

O, lo que es lo mismo: meternos en comatear o entrar en coma.

¡Hay que fastidiarse! ¡Será posible que algo tan chico, tan retorcido y de hechuras tan insignificantes pueda significar tanto que hasta consiga arruinar un texto por defecto o por exceso…!

Pues así es.

Quien no me crea, que lea el famoso librito de <PERDÓN IMPOSIBLE>, y se va a enterar.

Puestos a rizar el rizo, no hay nada más que pasar de la pobretica coma al jacarandoso punto y coma para acabar de desesperarse.

El autor del librito de marras, <PERDÓN IMPOSIBLE>, José Antonio Millán, pone un ejemplo incontestable, afirmando que  «…No hay mayor prueba de que la puntuación es un arte, un reto y también una necesidad»:

Dicen que a Carlos V le pasaron para firmar una sentencia que rezaba: «Perdón imposible, que cumpla su condena». El monarca se sintió magnánimo, y simplemente cambió una coma de lugar: «Perdón, imposible que cumpla su condena». Con ese gesto, el sentido de la frase y el destino del condenado cambiaron completamente.

 

Pues eso: que una miserable coma se convierte en cuestión de vida o muerte, por exceso, por defecto, por ubicación, o por todas esas cosas juntas.

¡Y cuando alguien se pone abundante, y va y mete de rondón una coma entre sujeto y verbo! Eso es como cuando dos se pelean, echan las patas por alto, y cada uno se va por su sitio sin repartirse los papeles que deben interpretar.

        Comentario aparte merece lo del valor de profusiones y silencios dentro de los textos, y su administración en la artesanía de lo de escribir, cosa que se consigue administrando con talento la separación, largura o mengua de párrafos. Vaya: lo de ir haciendo apartadicos literarios a golpe de puntos o punto y aparte, dependiendo de la parte del relato en la que estemos. Sobre todo, cuando el lector se va acercando a un desenlace previamente organizado y orquestado con esa habilidad mañosa con la que un buen cuentista va administrando la información,  organizando los detalles y valiéndose de puntos, comas, signos, carencias, abundancias, verborreas y silencios, hasta conseguir que los asistentes al espectáculo comiencen a jadear y sientan que la excitación de la lectura conduce sin piedad a un clímax explosivo y cegador.

        Comas, punto y coma, punto y seguido, y punto y aparte, ahí donde los tienen, son el abracadabra sin cuyo hábil manejo resulta imposible escribir un buen relato, por muy buenas palabras y mejor historia de las que se haga alarde.

        ¿Fácil?

        ¡Pues claro que no lo es!

        Si será verdad lo que digo sobre semejante galimatías que hasta yo misma, con toda mi carrera de Maestra de la vieja escuela, mi licenciatura en leyes de la primera promoción, en esa universidad diabólica que es la UNED, mis amagos con la acogedora Filosofía y Letras en aquellos desaparecidos cursos “comunes”, mi amorosa relación con el latín y sus declinaciones, mi afición por la gramática y, sobre todo, con mi abundancia en años, he conseguido todavía una mediana destreza axiomática en ese juego de manos que es la ortosintáxis, donde se juega con fuego en el que podemos achicharrar la expectativa de que se nos lea, si el primer libro que aireamos está percudido y chamuscado.

        ¿Entonces?

        Entonces, pues eso, colegas: escribir, leer, releer, consultar, revisar, corregir, volver a corregir, y… con un poco de suerte −en lo de encontrar editor−, y un mucho de arrestos para enfrentarse con propiedad al propio “amorpropio”, ¡PUBLICAR!

        Si es que este oficio de escribir es da rescoldera…

 En CasaChina. En un 8 de Junio de 2023

miércoles, 7 de junio de 2023

DIS-PUTI-LANDIA

 

 (DE-batir o DIS-putar)

57/2023

        Que no; que va a ser que no. Que, aunque el conflicto en sí mismo pertenezca a la esfera de la privacidad, en cuanto aflora y se manifiesta en contienda en forma de disputa, se convierte en un algo de dominio público, se pongan como se pongan los disputantes.

        ¡Hay que intervenir!

        Cuestión aparte es cómo es eso de cómo “intervenir”.

        Si me permiten una sugerencia, échenle un vistazo al suelto de FRAN MIRANDA en el periódico JAÉN de hoy. No tiene desperdicio.

        Está claro que un padre o una madre tienen, no ya el derecho, sino la obligación de establecer reglas para con sus hijos; pero si esas reglas se convierten en regletazos en los nudillos…, pues mire usted: ¡No! Hay que intervenir sí o sí, y alzarle la regla al vareador.

        Por supuesto que en una relación de pareja es la intimidad la que establece los ámbitos privados como espacio de desenvolvimiento. Pero, si en esos espacios aparecen resquicios de hostilidad incompatibles con la libertad individual…, pues muren ustedes: ¡No! Hay que intervenir, sí o sí, y meterle las ínfulas por donde le quepan a quien se embosca en el tanto “la maté porque era mía”.

        No cabe duda, porque su propio nombre lo indica, de que el Parlamento es el lugar idóneo para debatir sobre lo divino, pero, sobre todo, sobre lo humano integrado y propiciado por los ciudadanos. Pero si ese lugar sagrado de la palabra que es el Parlamento se convierte en una casa de fieras, donde en lugar de vocabularios se escuchan bramidos, y en lugar de debatilandia didáctica se convierte en una disputilandia de trinchera… pues miren ustedes: ¡No! Hay que intervenir, sí o sí.

        Y los ciudadanos, que, quitados unos pocos adoradores de diosecillos con tribuna, detestamos lo de ponernos a mamporrearnos al más puro estilo disputeril, lo hacemos… ¡Claro que lo hacemos!

        ¡En las urnas!

 

En CasaChina. En un 7 de Junio de 2023

ELENA CAMY RUS EN MI MEMORIA

  (Moribundarios)   Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar que es el morir Jorge Manrique. 83/2024 A mi lado, −co...