VA DE...Batiburrillo literario

martes, 18 de febrero de 2020

NADA COMO LOS OJOS


¿Quién puede sustraerse
al recóndito mundo de los ojos?

En ellos, en los ojos, vive el miedo.
El miedo deslumbrado de algún recién nacido
a la primera luz de un universo
prohibido, inédito, asombroso.

Vive en ellos la pena
mansa como un meandro
inmenso.
La pena despaciosa
como la incertidumbre mágica del Níger
cuando da marcha atrás.
Vagabundea,
en ese deambular de indecisiones que es su cauce.
La pena resignada los habita
(los ojos −digo−).
O la pena insurrecta como una catarata
que salta el precipicio de los párpados
y se convierte en llaga derramada
y en torrente salobre que extermina
cualquier consolación,
cualquier mesura;
y adelgaza la placidez pulsátil
y abre surcos
en la fertilidad de las mejillas.

Aunque a veces los ojos se desmandan
como en un carnaval desaforado.
Entonces
los ojos son caricia,
asesinato,
cercanía entibiada
o gélido desprecio,
infinita tristeza,
o abandono,
súplica, devoción, jaculatoria,
o reivindicación inapelable.
Ira adulta
o risa incontenible lo mismo que una infancia.
O expiración.
Tránsito enturbiado y opalino.

¡Nada como los ojos!

En los ojos busqué, sin sumisión,
(y hallé; os lo juro)
sin pausa, sin disfraces,
el profundo misterio de la vida.

Al final del camino
ando en desenterrar las últimas respuestas:
En ellos,
en los ojos,
vive todo el amor del universo.

En CasaChina. En un 18 de Febrero de 2020

domingo, 16 de febrero de 2020

DE VIRGOS Y DE INSOMNIOS


                                                                                                     


Hoy, relato. Dedicado a José Iglesias, el prologuista de mi nueva novela, con quien estuve sola  en la última madrugada.

(A propósito de cómo se va escribiendo un libro)

         Eran las cuatro de la mañana. El teclado del ordenador, bajo la luz sesgada de la lamparilla de noche, se me antojaba ligeramente desordenado, y el orden de la casa estaba en silencio como corresponde a la soledad. 
Sigo durmiendo en la misma cama de matrimonio de hace tantos años, aunque ahora el lado vacío me sirva de mesa auxiliar para tentempiés, cuadernos y para papeles; esos cuya lectura de última hora deciden el argumento de los primeros sueños.
Anoche, sin ir más lejos, estaba yo empeñada en repasar unas viejas cartas de un noviete caducado, de las que intentaba inútilmente sacar material para una de mis   patrañas, cuando me venció el sueño.

(Entre nosotros: hay que ver lo doloroso que resulta que, a fuerza de tedio, deje de dolernos quien un día nos dolió como una pupa viva empapada en yodo).  

A eso de las tres de la mañana, cuando estaba en lo mejor de más enloquecido sueño, me despertó la edad.


(Entre nosotros: a esta edad suele suceder que el sueño dé portazos desconsiderados a cualquier hora de la noche). 

Sacada de la fragilidad de mi sueño, y metida en la ordinariez de lo oscuro, decidí encender la luz y ponerme a escribir un capítulo de esa novela con la que completaré el círculo de la trilogía de LAS VIRGOS.
Aclaro que <VIRGO POTENS> ya la publiqué por el 2016, con lo que me libré de uno de sus más descarados personajes: la Salomoncica de las narices. <VIRGO FIDELIS> está en imprenta, cosa que a La Oliva, a la que le he dado el papel de narradora coral, no parece haberle complacido especialmente.
Ya se sabe que las olivas son muy suyas y les gusta hacer solos estentóreos en canciones colectivas de viaje de autobús de fin de curso.
Entre manos tengo mi virgo más virgo: mi <VIRGO CLEMENS>, de la que ya llevo más de 20 capítulos sin que los habitantes de sus páginas dejen de darse codazos, dejándome a mí fuera de juego.
Como iba diciendo, a eso de las tres de la mañana, y a falta de con quién pegar la hebra, me puse a escribir un nuevo capítulo de mi <CLEMENS>, cuando hete aquí que uno de los personajes de quien más espero, “el Culebras”, me avisó de que las cosas estaban alborotadas por “Los Refugios”, y que él estaba harto y había decidido morirse.
¡Para qué voy a contaros lo que tuve que hacer para convencer al Culebras de que él no podía morirse o me desmochaba la novela antes de tiempo! ¡Hasta he tenido que meterle la luz en su refugio para ver si así me concedía la gracia de seguir vivo!
Arreglado el embrollo con un recurso como el de meter la luz en Los Refugios, cosa que no tenía yo prevista con antelación, ya que el amo es un pelín avaro, eché una parrafada con el “mi-Pepe”, del que ya os hablaré otro día, pero os adelanto que es de carne mortal y el prologuista de <VIRGO FIDELIS>, y me quedé eclipsada sobre la luz azulona del ordenador en el que había mantenido mi último coloquio con el Culebras.
¡Lo que tiene una que hacer para ocupar en algo útil los insomnios de la edad!
Sin embargo…
Me fascina haber llegado a la edad de los insomnios creativos

En CasaChina. en un 6 de Febrero de 2020

lunes, 10 de febrero de 2020

ALGO NECIA SÍ SOY


(Crónicas politiqueras)
Hablábamos él y yo de odios, en la seguridad de que es el sentimiento más necio del mundo, porque siempre se vuelve contra quien lo proyecta.

Es cierto: no conozco a nadie verdaderamente sabio que abrigue un odio propio ni se deje inocular un odio ajeno.

         Me decía un amigo de toda una vida, tan sabio él como puede serlo quien empeñó su ya largo tiempo en comprender las pequeñas cosas de la vida, que el odio político es uno de los más necios, porque significa que el odiador se deja manipular por las agencias de creación de opinión”.
Venía esta reflexión suya a cuento de un artículo que acababa de mandarme, y cuya primera “imagen” llegó a mi conciencia emocional antes incluso de mirar quién lo firmaba.
Tras sentirme algo necia por mi visceral reacción antipoiética, he leído el artículo. Hasta tres veces lo he leído. Y he vuelto a pensar que es un verdadero privilegio llegar a este tiempo en que se tienen amigos especialmente sabios, que dicen cosas tan lúcidas como lo del odio político inducido, y se toman el trabajo de enviarme un artículo que me obliga a fortalecerme en eso de que tengo que evitar con todas mis fuerzas el acoger como propio el “odio político” ajeno, inducido tanto por los unos como por los otros, tal que si el resto fuéramos tontos (que, a lo mejor, lo somos).
Solo inmunizándome cada día contra el “odio político” podré ejercer mi mejor derecho: elegir en cada momento por sus obras, y no por sus “ventiladores”, sin que me manejen los unos y los otros con sus sempiternas y cansinas retahílas de “mira-que-bien-lo-hacemos-nosotros y mira-qué-mal-lo-hacen-los-otros”. (“…una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón”).
Claro que no puedo olvidar que el odio político es como las ciciones. Vaya, como las tercianas: que la fiebre es recurrente, y hay que estar tratándose los síntomas de por vida.

ELENA CAMY RUS EN MI MEMORIA

  (Moribundarios)   Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar que es el morir Jorge Manrique. 83/2024 A mi lado, −co...