VA DE...Batiburrillo literario

domingo, 29 de septiembre de 2024

CON "K" DE KARLOS

 

(Historia universal de la moderna cocina)

170/2024

Con mi admiración por la "K"

Todavía hay quien recuerda con veneración los libros de cocina de un tal Karlos Arguiñano, prohibidos por perniciosos como sabrás hace ya demasiado tiempo, condenados a la hoguera hace menos, ejecutados no hace tanto, y de los que, los que saben a saber por qué, cuentan a hurtadillas que, quitando los que se guardan bajo llave en recipientes estériles en la caja fuerte de la Biblioteca Tóxica, aún existen algunos ejemplares clandestinos, legibles y bien conservados, ocultos en los lugares más inauditos que pueda imaginarse la mente humana.

Para que te hagas una idea, se dice que el último ejemplar localizado y condenado a la hoguera por los Rectores de la Censura Regimental estaba en una cantimplora abatible intervenida en el tercer sótano del pozo seco que hay en la bodega de una tal Saturia[1], de nombre, como verás, algo extravagante, y posiblemente pariente lejana del Arguiñano de marras cuyo nombre arrancaba de una “K” sospechosa.

El tal Karlos Arguiñano, según los anales, nació a mediados del siglo XX, traspasó la barrera del 2000 ya con el pelo blanco, amotinado y sin afeitar, y feneció bien mediado el siglo XXI. El pobre se dice que murió de un torozón, en pleno Ciclo de la Metamorfosis entre Pitanzas, a causa de las restricciones de materia prima de costumbre con la que seguir comiendo de su oficio de siempre y, ya de paso, haciendo alquimia sospechosa.

Quisiera yo aclarar que el ínclito Arguiñano fue uno de los últimos insurrectos de la pitanza que se atrevieron a desafiar los Edictos de Racionamiento con los que se trató de remediar la carencia de aquellos víveres prehistóricos con los que se alimentó la humanidad hasta bien entrado en siglo XXI. “Cocina con fundamento”, le decía el Kocinero de moda a aquella bazofia con la que se alimentaban nuestros antepasados antes de entrar en razón, como hicimos todos, con mejor o peor fortuna y más o menos finura en el paladar. Porque se necesita ser muy cerril para añorar condumios que, además de destrozarnos los entresijos con sus rescolderas, nos obligaban a tener dientes. Y no como ahora, con estas bocas tan limpias y en vías de extinción… Pero déjame que te siga contando.

Aquel año, mientras que el muy cerril del Arguiñano buscaba de estraperlo a lo largo y ancho del planeta los últimos vestigios horteras y granjeriles en extinción, dicen que la Saturia, en lugar de seguir las instrucciones de la Municipalidad, tendentes a que cualquiera con jardinillo tuviera en el mismo una nutriente higuera de la que proveerse se azúcares o un pie de oliva que abasteciera del aceite del año, ella fue y plantó una morera en su jardinillo particular.

Ya se sabe que de la Saturia se decía que la pobre tenía las escasas luces precisas para ir presumiendo de exquisita, como si fuera la única en el pueblo que descendiera de la estirpe de las garzas. Pero me pienso yo que en aquel avenate de plantar una morera no iba ella tan descaminada como se demostró con el tiempo como se verá.

A poco de lo de la morera del jardinillo de la Saturia, cuando el arbolillo comenzó a echar los primeros brotes, y agotada la Era de los Gorgojos por insuficiencia de insectos voladores a causa de exceso de pesticidas y de golondrinas, la Fiscalía de Condumios y Bebedizos impuso como alimento básico obligatorio la crianza de lombrices y demás gusarapos y gusanos rastreros.

Como la cría de lombrices dio de sí para algunos años, el personal vivió confundido creyendo que el problema estaba resuelto, puesto que, como es sabido, las lombrices se alimentan de tierra, y de eso todavía quedaba algo sin escarbar. Pero el resto de los gusanos se revelaron como voraces devoradores de cualquier hoja verde que aún se atreviera a levantar cabeza, de manera que tampoco lo de los gusanos fue un remedio de hambrunas por mucho tiempo. No hubo geranio o berza que no fuera exterminada por el ejército de las plutelas.

¡Y qué decir de los higos! Ni uno dejaban sano las moscardas, las avispas o los pocos pájaros que iban quedando.

Ahí es donde caímos en la cuenta de que la Saturia no debía ser tan tontorrona como todos creíamos. Lo que sí resultó ser fue tan exquisita como ella se decía a sí misma. Porque, mientras los vecinos nos desquiciábamos buscando gusanos, ciempiés, polillas, sanguijuelas y moscas que echarnos a la boca por cualquier sitio, nuestra vecina, relumbraba con su despensa llena de reservas. Y no de cualquier gusano plebeyo como pudiéramos apañarnos los demás, sino de genuinos gusanos de seda al natural, bien engordados durante el verano con las jugosas hojas de su morera, y echados en conserva de salmuera para el invierno.

Así fue cómo, mientras los vecinos nos quitábamos el hambre a bofetones, batallando entre nosotros por una miserable hormiga canija que masticar, la Saturia se regodeaba detrás de sus cortinas, haciendo ostentaciones de llevarse a la boca, con remilgos propios de sí misma, uno de aquellos delicados gusanos de seda que ella, por cierto, acomodó en una extraña cajeta de cartón heredada de su tatarabuela, con la leyenda todavía visible de “Zapatos Gorila”, con alusión insólita como habrás notado a un animal de nuestra prehistoria más reciente e incitación al merodeo.

Por entonces, hubo un verano tan despiadado y caluroso que se secaron los últimos veneros, incluidos los que daban de beber al mismísimo jardinillo de la Saturia.

¡Ay, el agua! Aquella cosa tan añorada a escondidas que de seguro que era tan perniciosa o más que la lujuria con la que por entonces se fabricaban criaturas… Pero, a lo que estábamos...

Hacia septiembre de aquel año comenzamos a echar en falta a muchos de nuestros vecinos. Entre ellos a la Saturia y a sus gusanos. Pero no cualquier gusano, no señor. ¡Gusanos de seda!

Pero, entre lo de un lado y otro del Océano con lo que encubrir miserias de mares más chicos, y algún chisme que otro de reyes descoronados con los que vocinglearse unos a otros desde sus buenas butacas de colorines, el personal de tropa fue matando el hambre mal que bien y como se pudo.

A Saturia la encontraron una mañana, seguramente muerta de hambre, junto a su cajeta de gusanos de seda con la leyenda “Zapatos Gorila” todavía visible ya vacía, y con una última mariposa de cosecha del año entre los labios.

−¿Que qué comemos ahora? Ay, hija, perdona el olvido. Ahora no comemos; esnifamos fragancias de viejos condumios y esencia de tierra mojada. Y mira que bien nos conservamos, sin aquellas ordinarias gorduras de los peores tiempos.

−Y sin necesidad de dientes dentro de unas bocas ya en extinción.

 

En CasaChina.

A mitad del siglo que viene, y recordando un 29 de Septiembre de 2024

 

viernes, 27 de septiembre de 2024

ALUCINACIONES

 

169/2024

      Quiero pensar que no es cosa de la edad, sino más bien de alguno de esos malhadados bajones de azúcar visual y auditiva que suelen ser consustanciales a la facundia en la que germinamos y nos multiplicamos los escritores cuando nos juntamos a hablar de nosotros. El caso es que ayer, a eso de las ocho de la tarde, y cuando ya se nos anunciaba que intervendrían los últimos de la Calle Huesca número 7 de Madrid, sucedió algo que me hubiera hecho entrar en pánico si no fuera por esta tendencia mía a poner el oído cada vez que escucho hablar como a escondidas y de tapadillo.


El murmullo comenzó hacia arriba y hacia mi izquierda, allí donde el marrón de las estanterías le presenta batalla al blanco general, que es el color que domina en la nueva sede de SIAL PIGMALIÓN, en el número 7 de la calle Huesca de este Madrid nuestro en el que tantos liceos, ateneos, cafetines literarios, librerías y mentideros hay donde poder pegar la hebra, sin necesidad de tener que ir a juntarse en cualquier Speakers' Corner al más puro estilo londinense.

      Por cierto que, como no quisiera yo desviarme como siempre hago de a lo que iba hoy, que es lo de la inauguración del AULA LITERARIA que dirigirá ese sabio que es el profesor
Francisco Gutiérrez Carbajo
, recuérdenme que les hable en otra ocasión del día de la inauguración de la nueva sede, que fue el pasado día 12, y que no tiene desperdicio.

      Volvamos ahora a lo del Aula Literaria, cuya primera intervención magistral estuvo a cargo del profesor de la Universidad de la Manouba de Túnez, Ridha Mami. ¡Que gozo escucharlo sobre tema tan delicioso como la figura de Lorca! Con ese acierto propio de los grandes pedagogos avezados en el oficio, en lugar de ponerse a pontificar y pavonearse, comenzó con la mayéutica de la pregunta certera: ¿Quién es Lorca en el mundo árabe? Las respuestas se las dio él mismo: “Lorca para nosotros es un símbolo, un icono, un mártir de Al-Ándalus, que para todo árabe es el paraíso perdido, con Granada en el centro, como la última esperanza morisca…”.

    Y así estaba la tarde, metida en lírica, cuando, por detrás de la voz del ponente, comencé yo a percibir los bisbiseos de los nuevos habitantes de HuesSial –ya saben: el nombre que me he agenciado para resumirme a mí misma sobre la editorial SIAL y su nueva ubicación en la calle HUESCA–.

      ¿Ven?, si es que no puedo conmigo. Ni que fuera una escritora. En cuanto me descuido, me desmando y tiro por mitad de la trocha en lugar de estar a lo que estoy y seguir camino alante. 

    A lo que estaba y a lo que vuelvo, que era lo de los murmullos recónditos a espaldas de los asistentes.

      Como iba diciendo, entré en pánico cuando comprobé que los murmullos provenían de las voces de los múltiples autores encerradas en los mismísimos libros, que comenzaron de repente a inquietarse, primero en monólogos entrecortados y vacilantes; luego en diálogos confusos de tomo a tomo entre los más próximos y, al final, en auténtica barahúnda de pasapágina, sin la menor consideración con nosotros, los asistentes quienes, por otra parte, y quitada una servidora, no parecían darse cuenta de lo que allí estaba pasando.

Solo a Raquel, con esa discreción de la que siempre hace gala, la vi llevarse el dedo índice a los labios y mirar hacia los sediciosos, reconviniéndole a las estanterías el desbarajusta, como si les estuviera demandando silencio al jolgorio de los libros, quienes, sin darse por enterados, siguieron a lo suyo:

     
–¿Pero qué hacen estos humanos deshumanizados que no paran de hablar? –decía un libro que me pareció imitar la voz de una ausente Gloria Nistal?

      –¡Es que no van a acabar nunca con su facundia parlante en lugar de ponerse a lo que deben que es escribir! –se lamentaba ahora un libro de José Luis López Amigo mientras se ponía un apósito sobre una puñalada recién recibida en la página del último crimen.

      –Pues mira lo que está escribiendo la muy cursi de la Soco Mármol en su inseparable cuaderno de chismosa-sin-nadie-con- quién-hablar.

    -Lo que yo os diga que esa es una espía...

   Pues yo, a lo mío:

Recitaba en voz alta

el Poeta llegado del desierto.

Desde la blanca estantería, a mis espaldas,

los libros cuchichean fascinados

y sisean entre sí

cual fantasmal susurro de la arena.

Hasta que dan las ocho de la tarde.

Entonces

la profusa familia de los libros

prorrumpió  su diálogo entre líneas

de vidas en conserva.

 

En CasaChina. En un 27 de Septiembre de 2024

miércoles, 25 de septiembre de 2024

LO HICISTE, MANUELA ROSA

 

(Periodiqueando)

168/2024

        Muy señora nuestra, adjunta a la dirección (dos puntos).

        Se supone que debiera ser más respetuosa con la cabecera de esa sección rotulada  “Cartas al director” y dirigirle esta misiva al “idem”. Pero a mí lo que se me apetece hoy es dirigirte esta carta a ti, MujerEspejo en la que se miran ya las próximas generaciones de PeriodistasMujeres que, en lugar de inclinarse por las “labores periodísticas propias de su sexo”, ven cómo tú elegiste algo tan trabajoso como árido: la crónica política.

        Si te escribo hoy esta carta es porque sabes y te consta que te admiro, pero esa admiración merece −porque tú lo mereces− que se haga pública. Y qué mejor ocasión que la de tu charla en lugar tan entrañable de nuestro Jaén como nuestra Real Sociedad Económica de Amigos del País donde te contaste a ti misma con la sencillez de los grandes.

Por cierto, vaya nombre para tan hermosa actividad como es la de hacer amigos en un país tan enemistado a grito pelado, en la vocinglería de nuestros “representantes patrios” y que, desde luego, a mí no me representan, ni me representarán, ni los unos ni los otros, hasta que no bajen el volumen y pulan las maneras.

        Ya lo he dicho. Ya lo sabes: te admiro. Pero quiero decirte por qué, en esta ocasión, te admiro mucho más: porque tu volumen siempre es el cabal, ese que ayuda a atender sin rescoldera a lo que dices y a cómo lo dices. Porque la exquisitez de tus maneras no dan ocasión al desabrimiento, sino todo lo contrario. Pero, sobre todo, porque lo hiciste: elegiste el tono, el timbre, cantidad y e intensidad adecuados a quien vive de la palabra. Trabajan la palabra. Y llevan la palabra a un centro como ese en el que estabas. 

Y lo más importante: porque te hiciste preceder por el titular exacto: 

“JAÉN QUE ME QUITA EL SUEÑO”.

        Por todo eso, permíteme que te abrace en la distancia, y felicite en ti a todas las mujeres como tú, con un abrazo escrito, por esa sabiduría que hasta hace bien poco tiempo se les suponía a los hombres por el hecho de serlos y las mujeres debíamos demostrar y certificar: la sabiduría de emocionar y deslumbrar desde la palabra exacta.

        Lo hiciste, gran señora, lo hiciste: emocionaste.

 

En CasaChina. En un 25 de Septiembre de 2024

domingo, 22 de septiembre de 2024

LOS NUEVOS FLAUTISTAS DE HAMELÍN

(Periodiqueando)

162/2024

Caigo en mitad de esa doble página literaria tan llena de palabras mágicas, con la que nos encandila el Diario Jaén cada domingo, y no puedo por menos que tratar de retener el tabardillo que me entra cuando compruebo que el autor del cuento OSSA, Miguel del Olmo Escribano, ha dejado sin rematar ese cuento en el que ha abandonado a la intemperie una colección de cadáveres pajareros y un esqueleto anónimo pendientes de darles sepultura.

Y, en mitad del CampoSanto, el pobre conserje recién estrenado, tratando de enmendar el entuerto sin que el creador de la criatura escrita acabe de decirnos cómo.

¡Eso no se hace con una provecta paisana!

Y menos de mi edad, colega.

Al menos, podrías informar sobre la fecha aproximada de continuación “Ossea”.

¡Qué le vamos a hacer! Paciencia, y a ponerle sitio al quiosco de la esquina hasta que desentierren a Ossa II.

 

En CasaChina. En un 22 de Septiembre de 2024


sábado, 21 de septiembre de 2024

TU DERECHO A DECIRLO

 

(Periodiqueando)

 

¿Tolerante yo? ¡Vamos, anda!

A ver: ¿quién de nosotros nos atreveríamos a sostener que "toleramos" a quienes no piensan, hablan, sienten, adoran y sirven a o se expresan como nosotros?

Pues... Leed, leed lo que hoy, en su columna del Diario Jaén. dice el columnista José Antonio Torres que dijo un tal Noam Choscky

"...si no creemos en la LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE LOS QUE DESPRECIAMOS, no creemos en ella".

¡Uf!

En CasaChina. En un 21 de Septiembre de 2024

HABITANTES DEL PÁRAMO CON TOGA Y BIRRETE

    (Actos y Eventos) Honor que mi tierra me hace...  ¡Cómo no amar a mi tierra!