(Vergonzoserías)
188/2024
Hay quienes, aprovechando una tragedia de proporciones monstruosas como la de Valencia, se portan como lo que son, carroñeros, que, marcando con su hedor cualquier lugar por donde pasan, saquean como sabandijas lo poco que queda del desastre para ir a vendérselo a quienes compran al peso carroña de hedionda procedencia para lucirla entre sus secuaces de marca falsificada.
¡Pobres diablos miserables!
Los hay que, oportunistas y advenedizos, venidos de fuera, y aprovechando la impunidad de la visita de consuelo a la gente desconsolada y vencida por la tragedia, se portan como lo que son, jaurías de perros rabiosos, alimañas que desvalijan a dentelladas el consuelo ofrecido por gentes de buena voluntad para vendérselo de estraperlo a los votantes que portan sus angarillas como oferentes siervos de la gleba.
¡Pobres diablos miserables!
Ambos, los carroñeros y los perros aulladores, son igual de miserables, aunque vistan los estos de seda y los aquellos de dril.
Ambos, carroñeros y perros, dormirán esta noche en sus camas, tras creer satisfechas sus “hazañas”. Y hasta se masturbarán las meninges −si se las encuentran− rememorando sus fechorías.
Los dolientes verdaderos, los del lugar, seguirán sobrellevando su drama una noche más, incapaces de comprender de dónde llegaron hasta sus pueblos los oportunistas salteadores de diligencias y con qué designios alzaron sus fauces aullando a las alturas de donde llovió el desastre.
Yo, entristecida y estremecida, no puedo irme a mi cama sin agradeceros a quienes cumplís y persistís con lo de consolar al triste a pesar de tanta perrería.
Para los sufrientes no tengo palabras. No hay palabras. Me da mucha vergüenza poder dormir también esta noche tan tranquila sin haberme callado antes.
Aunque sea de vergüenza.
En CasaChina. En un 3 de Noviembre de 2024
PS/ ¡Qué le vamos a hacer! Me han tocado donde me duele y se me ha ido este repullo...
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