VA DE...Batiburrillo literario

jueves, 4 de enero de 2024

EL ÁRBOL DE HOYA DEL SALOBRAL

(Caras y Cruces de un mismo milagro)

04/2024

        Varias veces me puse ayer a escribir sobre El Árbol de Mágina en la Hoya del Salobral, y otras tantas me sorprendí a mí misma acosada por un extraño estremecimiento que me paralizaba, dejándome en suspenso, quieta, delante de la pantalla del ordenador que parpadeaba frente a mí, resplandeciente como una aparición, hasta hacer daño a los ojos, y con la página pestañeando en blanco. Era como si tuviera que esperar hasta que se me dijera por qué tenía que escribir sobre ese lugar.

        Tantas veces como lo intentaba, otras tantas volvía yo a entrar en trance.

        Tras uno de esos lapsos, y cuando ya había escrito la palabra “Árbol” y la palabra “Cruz”, sonó mi teléfono. Era Anamary, la alcaldesa de Arbuniel, esa joven mujer que tanto sabe de los padecimientos del alma, del poder sanador de la palabra y de la milagrosa herencia genética que nos hace semejantes. Quería agradecerme lo que había escrito poco antes en mi blog sobre El Árbol de Mágina de Arbuniel al hilo del poema que ella había escrito sobre las manos de sus mujeres.

        “Soy yo quien debe estar agradecida de poder contar lo que nadie podría creer sobre el tesón con el que las mujeres de Sierra Mágina se han convertido en custodias, guardianas y maestras de nuestro patrimonio artesanaldije desde mi más profunda convicción de lo que decía−. Y volví a mi estado de estupor paralizante.

        Estaba visto que algo estaba inmovilizándome a la hora de escribir sobre La Hoya del Salobral y sus mujeres, enganchadas de ese hilo invisible que, por la gracia de seiscientos pares de manos tejedoras, ya une a todos los pueblos de Sierra Mágina en un arco iris común que va más allá de donde el mundo acaba.

        Lo siguiente fue una llamada telefónica desde Colombia, a unas horas en las que allí se está en el primer sueño. La comunicante quería saber si −textual− “¿…podría mirar de a poquito si todavía conserva la foto de la cruz de La Teja?”.

    ¿La cruz de La Teja? −farfullé atónita, al tiempo que mil imágenes atravesaban mi cerebro como una lluvia de estrellas fugaces.

        ¡La cruz! Aquella cruz blanca y brillante que había captado mi cámara fotográfica cuando nos dirigíamos al pueblecito de La Teja en una “SUV”, una furgoneta, para asistir a una boda indígena en casa de la inmensa poeta colombiana, Marga López, y ya de paso, montar un recital en mitad de la selva.

        Quienes me acompañaron en aquel viaje, incluido un chamán nativo que ofició la boda, darán cuenta de que lo que aquí narro fue tan verdad como la fotografía.

        Toda mi parálisis anterior se convirtió en actividad delirante. Busqué los álbumes de tomas americanas de 2011 y esparcí las fotografías por encima de mi escritorio hasta que apareció la foto de la cruz. Aquella cruz que nunca volvimos a ver a pesar de que al regreso buscamos en el paraje y frente a la casita donde la cámara la había captado.

Justamente en ese momento algo me obligó a revisar la reseña del DIARIO JAÉN, donde se daba cuenta del motivo elegido por las mujeres de La Hoya del Salobral para su árbol:


“En este caso, las mujeres de Hoya del Salobral han reflejado la importancia que tiene el Santo Custodio en su pedanía, siendo un lugar que atrae a un elevado número de visitantes. Todas ellas lo han recreado con una representación de la Santa Cruz y la imagen del Santo”.

        ¿Por qué, de repente, como en una especie de batiburrillo, recordaba las palabras de Anamary, la alcaldesa de Arbuniel, sobre la fuerza redentora de todas las mujeres de Mágina?

        ¿Por qué las mujeres de la Hoya del Salobral habían elegido ese motivo de la Santa Cruz para su árbol, y habían tejido otras diecisiete cruces para los otros diecisiete pueblos?

        ¿Por qué, ¡doce años después!, me habían telefoneado desde Colombia a semejantes horas para pedirme que buscara “de a poquito” la foto de una cruz luminosa, inexistente salvo para el objetivo de mi cámara de fotos?

        Esto último sí que podía averiguarlo.

        Marqué el número que había quedado grabado en mi teléfono poco antes. El tono de llamada se demoró. Luego, sonaron tres timbrazos, un chasquido y una voz:

“…el número marcado no existe”.

        ¡Cómo que no existe! Pero si me han telefoneado desde ese…!

¡Clic!

*   *   *

        Mientras remato, punto a punto, letra a letra, esta croniquilla sobre El Árbol de Mágina de la Hoya del Salobral, siento como mis dedos son recorridos por pequeños espasmos que le mandan a mi cerebro un mensaje inequívoco:

        “Tienes que volver. Aunque sólo sea una vez más, tienes que volver a La Hoya del Salobral, buscar el Árbol de Mágina, mirar de frente esa cruz en la que se afanaron sus mujeres, y reconocerles una a una, con nombre propio, su aportación al milagro de detener el tiempo con un simple hilo de lana”.

        Y hay que decirle al mundo por qué tienen que ir a La Hoya del Salobral. Allí todo es energía. Todo es un milagro.

 LAS CARAS

Aquí tienen a las hacedoras del milagro de las cruces de Hoya del Salobral:

 

1.  Maria Isabel Moya Martínez.

2.  Manuela Martínez Aranda.

3.  Filla Moya Martínez.

4.  Isabel Martínez Ortiz.

5.  Trinidad Moya Prieto.

6.  Placida Moya Castillo.

7.  Virtudes Castro Vela.

8.  Manuela A. Gálvez  Aceituno.

9.  Josefa Martínez Peláez.

10.  Aurelia M. Castro Ramos.

11.  Dolores Moya Prieto

12.  Encarni Serrano Villegas.

13.  Francisca Arriaza Cano.

14.  *Gregoria Villegas Pelaez.

15.  Antoñi  Ramos Villegas.

16.  Dominga Rosales Garrido.

17.  Trinidad del Moral Rubio.

18.  Maria Peláez Ortiz.

19.  Gabriela Arriaza Aranda.

20.  Isabel Martínez Peláez.

21.  Toñi Rosales Martos.

 

Y LAS CRUCES...

La estructura del Árbol y las cruces de hierro fueron obra de dos hombres implicados en el milagro:

* José Antonio Romero Cano.

* Ángel D. Moya Moya.

 

martes, 2 de enero de 2024

EL ÁRBOL DE MÁGINA EN NOALEJO

 

03/2024

        Para quien no lo haya descubierto todavía, sabed que Noalejo es una mesa recién puesta, con pan y viandas encima, y siempre con un plato y una silla de más para cualquiera que llegue acarreando la necesidad de consolar el estómago. Si el vacío lo llevan en el corazón, los “cuquillos” y las “cuquillas” −que así les dicen también−, están siempre dispuestos a abrir sus brazos y cobijar en ellos a quienes lleguen allí con tal carencia. Y, ya de paso, siempre se encontrará a alguien con quien echar un ratico de cháchara entre  unas gentes tan generosas que se quitan el pan de la boca para compartirlo con el caminante que hasta allí llega.

      No conocen los Noalejenses el discurso “esto es mío” porque todo lo dan a manos llenas. Esa es la mejor razón para alargarse a Noalejo.

      ¿Quién no se anima a ir? Aunque…

      Desde que hicieron la variante de Jaén a Granada, no es Noalejo un pueblo de paso. Si se quiere conocer uno de esos paraísos de Sierra Mágina, no hay más que proponérselo. A Noalejo se puede llegar de muchas maneras más sencillas, pero a mí, que me gusta disfrutar de lo arisco de estas Sierras, se me antoja siempre la misma ruta: tomar la autovía 44 que va de Jaén a Granada, echarle valor para torcer hacia Campillo Arenas por la JV 2228 para saber lo que es deleitarse y perderse por una vieja carretera sin miramientos; subir como Dios nos de a entender los caracolillos diabólicos que separan Campillo de Noalejo. Coronada la cuesta, y descendiendo una chispa, torcer otra vez a la derecha, ¡y ya está! Ahí está Noalejo con su mesa puesta.

      Cada vez que llego a ese pueblo de águilas, pienso en lo mismo: si el de Nazaret hubiera nacido por estas tierras, hubiera elegido Noalejo para librarse de tener que hacer el milagro de la multiplicación de los panes y los peces; porque en este pueblo parece que siempre tienen una cuchara que ofrecer a cualquier caminante para que pueda meterla en sus sartenes.

      Sucede que, a falta de un Nazareno milagroso, el cielo envió a ese pueblo al Santo Custodio. El Santo de Noalejo, que no ha precisado de canonizaciones ni de papeles para ser su Santo sin más aguabenditas ni escrituras de confirmación. Ese que está enterrado allí arriba, en su cementerio/mirador, y que desde allí −se lo digo yo− reparte y se reparte como si lo que haya en el pueblo fuera de todos, −nativos y los forasteros−, y todos tuvieran licencia para sentarse en cualquier mesa y sentirse como en su casa.


      Será por eso por lo que Las Mujeres Enganchadas de un Hilo de Noalejo han querido reconocerle a su Santo como quien es, y, puestas a buscar lo más particular de su pueblo, han tejido a ganchillo la tumba de su Santo, −el Santo Custodio− para ponerlo en su Árbol de Mágina, además de enramar en lana otros tantos enterramientos iguales para repartirlos entre los otros diecisiete Árboles de Mágina.

      Yo, que entre dos luces de una tarde-noche de verano tuve el privilegio de recitar delante de esa tumba, con motivo de unas Jornadas Internacionales de Literatura Gastronómica que su Ayuntamiento, y su alcalde, Antonio Morales −presidente de ADR por más señas−, promovieron, traigo aquí aquellos versos, dedicados a unas mujeres que, al igual que sus condumios, son capaces de repartirse ellas mismas al generoso grito del “todo para ellos” del entrañable Juan Ramón Jiménez:

Todo para ellos, todo, todo:

viñas, colmenas, pinos, trigos…

Yo bastante he tenido

con mi ilusión de luz, con mi acento divino.

He sido cual la rosa: todo esencia.

Igual que el agua: sólo desvarío.

Y fueron ellos

tierra sana a mi raíz ansiosa

y cauce humano a mi raudal altivo.

Todo para ellos.

Que si ellos no ha amado nunca

qué pobres habrán sido.

 

(Del libro Bonanza. De Juan Ramón Jiménez)



SONETO AL ÁRBOL DE MÁGINA EN ARBUNIEL

 EL ÁRBOL DE MÁGINA en ARBUNIEL

 

El sonido del agua es su lenguaje.

¿Su historia? Es un cruce de caminos.

Industriosos ingenios sus molinos.

Solad de quebrantados su paisaje.

 

Tan llano es, tan íntimo hospedaje

el que acoge los pasos interinos

que revierte en hogar de peregrinos,

y en ofrenda de líquido homenaje.

 

Con ancestral paciencia, sus mujeres

convierten este pueblo en un mantel

y de lana tejen amaneceres.

 

Porque en el agua embeben sus saberes

hoy le canto a las aguas de Arbuniel

y me abrazo a la luz de sus mujeres.

 

En CasaChina. En un 2 de Enero de 2024


EL ÁRBOL DE MÁGINA EN ARBUNIEL

02/2024

(De aguas, patitos y agujas de ganchillo)

    Otra vez es nuestro DIARIO JAÉN, en su página 12 del domingo, 31/12/2023, el que mantiene vivo el generoso recuerdo de nuestras Mujeres Enganchadas de un Hilo en Sierra Mágina. Esta vez, en Arbuniel.

        ¿Que cómo es El Árbol de Mágina de Arbuniel? No hay más que escuchar lo que le dijo Tita a quien la entrevistaba para Canal Sur. ¡Ochenta patitos tuvo que tejer, con sus ochenta pares de ojos en lana negra, y sus ochenta pares de alas y sus…! Al fin y al cabo, había que hacer un motivo sobre Arbuniel para cada uno de los DIECIOCHO ÁRBOLES para llevar a los DIECIOCHO PUEBLOS de Sierra Mágina.

 

       Pues eso: Para saber cómo es el Árbol de Mágina de Arbuniel no hay más que verlo: es lo que es Arbuniel:

             ¿Que cómo es Arbuniel? Pues… un poco más chica, pero, casi, casi, como aquella Granada que definió el poeta Manuel Machado como “agua oculta que llora[1]”.

       Arbuniel, como todos y cada uno de los pueblos de Sierra Mágina, se sostiene en las manos de sus mujeres, y se mira en los ojos de sus mujeres.

       Sus razones para llorar tienen los ojos de estas Mujeres Enganchadas de un Hilo en Arbuniel, que, como ya he dicho tantas veces, se quedaron en las puertas de sus casas despidiendo a los que se iban y guardándonos los saberes de nuestros pueblos por si un día nos daba por regresar y preguntarles por las guardianas de nuestro patrimonio.

       Como digo, también Arbuniel, y las mujeres de Arbuniel, y las aguas de Arbuniel tienen mucho por lo que llorar. Y, sin embargo, estoy segura de que, si Manuel Machado levantara la cabeza para cantarle a este pueblo de Sierra Mágina, escribiría algo así: “Arbuniel: agua que aflora a raudales para poder cantarle a las manos de las mujeres que la tientan”.

       Vean, si no, a su alcaldesa, Ana Mari García, cómo les ha cantado a las manos de sus mujeres:

 

 A LAS MANOS DE LA MUJER DE SIERRA DE MÁGINA

(De Ana Mari García)

Las manos de la mujer de Mágina nunca están quietas.

Siempre en movimiento están.

Las manos de la mujer de Mágina son fuertes y suaves,

atendiendo a su familia y creando obras de arte.

Son manos que acunan la vida.

Calmando al niño que llora.

Consolando un corazón.

Manteniendo vivo el amor cuando se extienden en compasión.

Las manos de la mujer de Mágina

siempre están ocupadas,

ya sea: cocinando, limpiando, consolando…

O haciendo manualidades.

Punto o ganchillo también saben hacer.

Esas manos labradas por el trabajo y el amor,

son capaces hasta de sanar cualquier dolor.

A veces callosas,

a veces magulladas,

pero siempre en movimiento,

tratando de hacer del mundo un lugar mejor.

Nos enorgullecemos de las mujeres de Sierra Mágina,

entre las cuales El árbol de Mágina es el hilo conductor.

Nos enorgullecemos en especial,

de las mujeres que mantienen nuestro pueblo en movimiento,

con su trabajo interminable y su tesón.

 

       ¿Cómo iba yo a ser menos en lo de cantarle a Arbuniel, teniendo en mis propias manos este oficio de escribir que la vida ha querido darme?

       Este es mi soneto para Arbuniel y su Árbol de Mágina:

EL ÁRBOL DE MÁGINA en ARBUNIEL

 

El sonido del agua es su lenguaje.

¿Su historia? Es un cruce de caminos.

Industriosos ingenios sus molinos.

Solad de quebrantados su paisaje.

 

Tan llano es, tan íntimo hospedaje

el que acoge los pasos interinos

que revierte en hogar de peregrinos,

y en ofrenda de líquido homenaje.

 

Con ancestral paciencia, sus mujeres

convierten este pueblo en un mantel

y de lana tejen amaneceres.

 

Porque en el agua embeben sus saberes

hoy le canto a las aguas de Arbuniel

y me abrazo a la luz de sus mujeres.

 

En CasaChina. En un 2 de Enero de 2024



[1] ANDALUCÍA (Manuel Machado)

Cádiz, salada claridad; Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
y Sevilla.

 

LOS NUEVOS FLAUTISTAS DE HAMELÍN

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