Periodiqueando – 87/2025
Acabo de publicarlo en ese folio en blanco virtual que es FACEBOOK, bajo la foto de David Uclés, sosteniendo el trofeo con el que el Diario Jaén lo reconocía hace dos días como “Jienense del año 2024”:
Ser <<Jienense del año>> es un hermosísimo reconocimiento que siempre le deberemos al Diario JAÉN. Ser jienense en nuestra memoria y en nuestros corazones te lo deberemos siempre a ti, David. Gracias por ser de carne y hueso.
Lo he dejado dicho por escrito como quien padece de repente un borbotón de emociones de difícil control, y ahora voy a tratar de ampliarlo con algo más de talento, para que no pueda decirse que una servidora es una MalNacida por falta de disposición a la gratitud.
¡Cómo no mostrar gratitud!
Gratitud hacia quien, como director del periódico que cada año promueve tales reconocimientos, Juan Espejo, me remitió −como otros años− la invitación para asistir a la gala de “JIENENSES DEL AÑO”!
Lo que sucede es que, con un año más encima del conteo de mi curriculum, ni soy indispensable para nada, ni soy demasiado futurible para apostar por mí; visto lo cual, me complazco en pensar que la tal invitación esta vez obedece más a la calidez del invitador que a lo útil de una posible reciprocidad.
Lo que sucede, además, es que este año se ha otorgado el reconocimiento de “Jienense del año” a un muchacho más que futurible, escritor por más señas, conquistador de ventas en tiempo record de más de 100.000 ejemplares de su obra maestra “LA PENÍNSULA DE LAS CASAS VACÍAS”, con apenas una treintena de años en su carnet vital.
Lo que sucede, en fin, es que, cuando hace unas horas tuve cerca a semejante ser humano del que hablo, por más señas tocado con gorra contumaz y desprovisto del más mínimo alharaquiento, constaté en carne propia que tentaba a un escribidor de carne y hueso, (poca carne y hueso delicado), a quien, desde la peana ya algo tambaleante de mi edad, y mientras me acomodaba en el quebradizo hueco del brazo izquierdo del muchacho que le puso letra insonora a Los Hunos y a Los Hotros, aún tuve la osadía de decirle casi a la oreja: “ya sabes: hoy subes…, mañana bajas pero…”.
Sucede que el Muchacho del Año no me dejó terminar
Eso es algo que aprendí varias generaciones atrás −me respondió con una sonrisa de siglos−.
Sucede que ahora, acostumbrada como estoy a que en este oficio de escribir, casi todos, empezando por una servidora, parecemos (o queremos hacernos pasar por) onza de oro de curso legal, cuando no somos mucho más que calderilla de escoria metalurgica, poder tentar en vivo y en directo a una “revelación” escrituril como David Uclés, y percibir que es de carne y hueso, me devuelve al latido de lo humano, siquiera sea por un manojillo de horas.
Mi gratitud para quienes, desde el Diario Jaén, hicisteis posible que yo estuviera allí, al mismo tiempo que él.
Mi reconocimiento sin cautelas a David Uclés, a quien todos, desde una pelusa más o menos recatada, quisiéramos parecernos, aunque ya no podamos, y a quien, los que sí que pueden, le deberán siempre la esperanza de poder llegar.
Poco más puedo decirle a este sabiduruoso literateril de carne y hueso salvo que, tras más de dos meses husmeando en el tufo de los fogones de las casas vacías que habitan la península de David Uclés, estoy deseando acabar de leerlo para volver a empezarlo.
¡Tan de carne y hueso…!
En CasaChina. En un 1 de Junio de 2025