17/2022
(Politicastrerías)
¿Se acuerdan ustedes de la letra aquella de la yenka aparecida en unos
tiempos en los que la censura estaba al acecho de lo que fuera, de quien fuese
y de lo que se dijera?
Les aseguro que esa letra me viene al pelo para eso de lo que yo tengo que decir
y ante quien quiera que yo pueda presentar mis quejas:
“…Izquierda− izquierda // derecha-derecha //
adelante−atrás// un, dos, tres…
con las piernas marcaremos el compás//
bailaremos sin descanso siempre más//
Y no hace falta comprender la música…//
Pues eso es, criaturitas de mis entretelas: resulta que esto de hoy se ha
convertido en un sinvivir. No puede una servidora mirar un programa de TV, ni
leer un periódico, ni contestar una llamada telefónica sin que se le despotrique
sin miramientos, desde la derecha, desde la izquierda y desde la mismísima Antártida,
sobre el desbarajuste que se lio ayer en el Congreso de los Diputados de este
país nuestro, donde, dicho sea de paso, resulta que hoy por hoy se puede votar a
quienes nos salga de los higadillos, y botar a quienes se pongan delante de
nuestras ojerizas más o menos razonables, si somos capaces de RE-capacitar sin
tanta bulla.
No voy a pararme en lo que sucedió ayer, porque estoy al borde de la náusea de
todo lo que se ha oído y escrito ya sobre ello; pero sí que voy a aprovecharlo
para acercar el ascua a mi sardina sobre esto del coronavirus de la política y
sus efectos secundarios.
¿A quién seguir, Dios mío, a quién seguir que no siga como la gallinica
ciega esa llamada “disciplina de partido” tan partidaria ella? Y, si por un
casual se “despartidan”, ¿de qué lado quedarse, eh, eh…?
A
poco talento que tengamos, todos andamos a la busca de nuestros modelos a seguir,
en función de su credibilidad, de su dignidad, de su EXCELENCIA. Lo difícil en
estos tiempos está siendo encontrarlos, porque así, a primera vista, todos
parecen una misma cosa espurreada en un gallinero.
Con
los años, he aprendido que los únicos seres creíbles e imitables de esta corta
vida que nos toca en suerte son los que buscan, inducen y provocan LA RAZÓN DE
LA PAZ POR ENCIMA DE LA SINRAZÓN DE LA GRESCA.
Por
eso, y por pura sanidad mental, la estrategia seguida por mí es la de poner una
cierta distancia de seguridad, una barrera traducida en silencios, frente a quienes se
pasan la vida lanzando diatribas, de cosecha propia o tomada de prestado,
siempre en busca de nuevos sicarios que se zurren y se agredan, GENERALMENTE POR
CAUSAS AJENAS, como fieles lacayos de reyezuelos de reinado eventual y
transitorio entre dos periodos electorales.
Lo anterior viene a
cuento de uno de los muchos artículos que hoy se publicaron en todos los medios,
en el que me he tomado el trabajo de buscar inútilmente una sola alegación
positiva a la que agarrarme frente al desparrame indiscriminado de
calificativos y descalificativos que, junto a la injustificada ausencia de algún
acento y otros signos de puntuación, deslucen tan ofuscado empeño ¿por
convencer?: 3 “CHAPUZAS”, 2 “BAJEZAS”, 3 “SECTARISMO”, 2 “SINVERGÜENZAS”, 3 “INDECENTES”,
3 “PUCHERAZO”, …y otras lindezas varias, lanzadas en un tonillo de “primo de
zumosol” que, como siempre, acaba convirtiendo lo que podía ser sublime en un
discurso ¿grotesco?
¿Que lo que pasó
ayer en NUESTRO Congreso de los Diputados es francamente mejorable?
¡Pues claro!
Pero no creo yo que
la excelencia que tanto echamos en falta se consiga a mamporrazos.
Yo, por lo menos,
no pienso recoger guantes que me convoquen a batirme en un campo de dudoso
honor. Quiero demasiado a mis amigos, aunque no piense como ellos. O aunque me
avergüencen las mismas cosas ¿…?
ME ATREVERÍA A AFIRMAR SIN TEMOR A EQUIVOCARME
QUE, QUIEN BUSCA LA PAZ, NO COMIENZA POR RETAR A DUELO AL QUE CONSIDERA SU ENEMIGO.
Pero ya seguiré con
el tema otro día que no tema el chorreo que me va a caer por no liarme yo
también a mamporros con los que piensan lo contrario de los que no piensan.
En CasaChina.
En un 4 de Febrero de 2022