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domingo, 16 de marzo de 2025

TODO LLEGA

 

Habitantes del Páramo en Bedmar – 38/2025

Porque lo nuestro es pasar… se condolía ya en 1912 el Maestro entre maestros, DonAntonioMachado, desde sus “Proverbios y Cantares”, alojados en el destierro de “Campos de Castilla”, yendo y viniendo en círculos paradójicos y contradictorios −golpe a golpe/ verso a verso− sobre sus propios versos, sin acabar de decidirse sobre pasar de largo o quedarse para siempre:

Porque lo nuestro es pasar…

O a lo mejor no. A lo mejor lo nuestro no es “pasar” sin más, mientras haya una cronista, de nombre ELISABETH RUIZ MARTÍNEZ, trabajadora sabática de un periódico de vocación rural y peleona como lo es el DIARIO JAÉN, dispuesta, una buena tarde de sábado a marcar el número de mi teléfono de un marzo madrileño que se resiste a mayear, dispuesta ella a tentarme la emoción con la que espero que llegue el día del regreso a ese pueblo en el que vi el mundo por primera vez, en una casa que resiste y permanece con idénticas hechuras a las de aquel primer día:

AQUÍ NACI

ASÍ NACÍ

1979

Le dije quedamente:

espera.

No me empujes.

Déjame que me quede

en el tierno refugio de tu vientre.

 

Me dijo: ¡has de nacer!

Y se puso afanosa,

dolorida y penosa,

a cumplir su tarea de mujer.

 

Me envolvió un estallido

de luz y de sonidos.

 

Así nací

un verano al amor del Aznaitín.

 

Sí señor: ayer mismo, al hilo de la llamada de Elisabeth, me asaltaba de nuevo ese algo que me viene dando vueltas en la cabeza cada vez que un periódico se me cruza en el camino: hay que ver lo sencillas que parecen las preguntas que hacen l@s periodistas cuando sus interlocutores son otr@s, y lo dificultosas de contestar que son cuando somos nosotr@s quienes tenemos que responderlas.

“¿Qué se siente…?” −preguntaba la reportera.

¿Que qué es lo que siento ahora que llega el día de llevar hasta Bedmar a mis zarandeados “HABITANTES DEL PÁRAMO”? −titubeé frente a la pregunta de Elisabeth−. ¡Pues qué iba a sentir! Que, como decía DonMachado, …caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más./ Caminante, no hay camino/ se hace camino al andar.

Siento… ¿qué siento? ¿Qué se me da otra oportunidad de regreso al punto de partida para volver a hacer y deshacer un mismo camino siempre diferente?

Mientras me emociona la idea del regreso a lo de “hacer camino”, no puedo por menos que caer en la cuenta de algo que toma cuerpo en mis creencias: los periódicos son como los peones camineros del día a día: cuidan a sus “caminantes” como a rompepiedras de la palabra, que viene a ser la zahorra con la que emparejar los baches del olvido, los proveen de presencia viva haciéndolos visibles; y, cuando se les van, aún los mantienen vivos en las hemerotecas para que no pueda decirse con razón que lo de quienes juntamos letras somos efímeros; que “lo nuestro es pasar”.

Pues va a ser que lo nuestro no es pasar mientras exista un periódico que, −golpe a golpe/ verso a verso−, día a día, arranque −golpe a golpe− los primeros vagidos a criaturas recién llegadas al mundo de las letras arrebujándolos en sus faldellines de papel; se preste a ser rodrigón −verso a verso− de los plantones nuevos; provea de respiradores −golpe a golpe− a los juglares moribundos; y resucite −golpe a golpe/ verso a verso−, la voz de los poetas de cuerpo presente, para siempre, en la tierra mullida de sus hemerotecas.

Eso es lo que siento: que, en este ir y venir con el que el periódico de mi tierra me zarandea de un lugar a otro, me está obligando a andar sin descanso por las lindes de lo rural. A seguir haciendo camino… hasta que se me acabe la linde.

¡Y aún después!

¡Hasta mañana!

 

En CasaChina. En un 16 de Marzo de 2025

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