96/2018
NOCIONES BÁSICAS -MEP-
(Por Juan Revelo Revelo y Soco Mármol Brís)
Tras casi una década de trabajo,
y varios libros publicados paralelamente en América y Europa, los creadores del
Modelo de Escritura Polifónica, y de su Metodología (MEP), Juan Revelo y Soco
Mármol Brís, vemos con tanto entusiasmo como orgullo cómo nuestra novedosa
propuesta literaria de 2010 ha adquirido divulgación impensada, dimensiones que
nadie preveía cuando comenzamos, y se expande y se diversifica en actividades y
propuestas verdaderamente emocionantes.
A lo largo de estos años, tuvimos
ocasión de experimentar los resultados sinérgicos, integradores y sanadores de
nuestro MEP tanto en ámbitos puramente literarios (foros, congresos,
encuentros…), como en centros académicos universitarios (Universidad de
Honduras, p. e., de manos de nuestra escritora polifónica Ondina Zea), pasando por vivencias escolares (Colegio de Cartagena
de Indias, con su profesora Lidia
Corcione al frente), encontrándose actualmente en fase de experimentación su aplicación en
intervenciones de colectivos específicos tales como ancianos "aparcados" en una inactividad estéril o escolares con
problemas de acoso escolar (implicación terapeútica).
Podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que el Modelo de la Literatura Polifónica (libros ya publicados) surgido
de una Metodología reglada en su concepción y escritura (MEP), ha venido a
incorporar el oficio de escribir a los parámetros conformadores de la
innovación, si por innovación aceptamos definición adoptada en 2015
por la Fundación COTEC, ‑http://cotec.es- “Innovación es todo cambio (no
solo tecnológico) basado en conocimiento (no solo científico) que genera valor
(no solo económico)”:
·
Interactividad
·
Multiculturalidad
·
Interdisciplinariedad
·
Multigeneracionalidad
·
Flexibilidad resiliente
Salvo contadas excepciones -que sin
duda enriquecen la experiencia polifónica literaria- nuestros autores,
especialmente llamados a los proyectos, y consolidados como polifónicos, han
resultado integrarse en una “especie literaria” magnífica, donde han dado
muestras de leales señas de identidad sinérgica, generosidad entrañable y
valiente receptividad, que nos lleva a considerarlos imprescindibles en futuros
e inminentes proyectos, dentro de esta aventura que aún tiene mucho camino por
andar, al tiempo que nos felicitamos al verlos reconocidos por su propio nombre más allá de cualquier
horizonte, como es el caso de Ángeles
Fernangómez, integrante del grupo que participó en el -según nuestros
lectores más críticos como Evely Kestemberg-
mejor libro polifónico de relatos que se ha publicado, y a quien la profesora colombiana
Sussana Restrepo menciona como
lúcida iniciadora de un cuento inquietante sobre la Guerra Civil Española, en
el que pusieron su talento y su sensibilidad escritores americanos, parcial o absolutamente
desconocedores de nuestra más ignominiosa contienda, tales como la mexicana Laura Hernández o la argentina Maria Vilalta.
Tras estos fructíferos años, en
cuyos comienzos tanto nos alentó el respetado historiador y lingüista
colombiano Enrique Santos Molano[i],
los creadores del método, promotores de su modelo y coordinadores de sus proyectos
asistimos a una sostenida corriente de interés público explícito por la
Literatura Polifónica, que justifica para nosotros estos largos años de trabajo
y para nuestros escritores polifónicos supone el espaldarazo que sin duda
merecen.
Surgen aquí y allá intentos y amagos de escribir en conjunto,
de incorporarse a un cántico colectivo, de crear mano a mano, de converger en
letras y afectos. Y eso es maravilloso; o, como decía un viejo amigo mío, tan
analfabeto como sabio, eso es lo “más
mejor” que nos ha podido suceder como artesanos de la escritura.
Sin embargo, bueno será
puntualizar desde ahora que no cualquier convergencia sincrónica
de voces literarias en una sola composición (poesía, prosa) es una obra
polifónica, desde el concepto y los parámetros del MEP (Método/Modelo de Escritura Polifónica) implementados por sus creadores; como -por poner un ejemplo visual y potente- tampoco cualquier composición poética de dos cuartetos más dos tercetos
agrupados secuencialmente en un solo poema es un soneto “fecho al itálico modo”.
La intuición adventicia nunca sustituye a la indagación
sistémica, ni la indagación sistémica interfiere la concepción creativa inconsciente,
sino que la facilita y desescombra.
Nadie puede negar que la obra
maestra está dentro de la intención de quien la ve cuando aún no existe, tras
las retinas exploradoras y expectantes del bloque de piedra que corta la
carretera, reconociéndolo como una incidencia posibilista, en cuyo interior se
encuentra agazapada su mejor escultura: ésa que sólo sus ojos pueden ver como coyuntura
creativa, allí donde los ojos de los demás ven un bloque de piedra que les
impide el paso unidireccional, y que hay que dinamitar para seguir el camino.
Cuestión de saber administrar aPtitud y aCtitud. O, lo que es lo
mismo: de ser apto y, además, querer ser.
Volviendo al concepto de Escritura Polifónica, nada imposibilita, sino más bien al
contrario, que surjan y emerjan voces fusionadas en juegos
y divertimentos creativos, más o menos sesudos
o triviales, aunque imbuidos del
concepto esencial sobre el que pivotan las polifonías literarias: la creación
literaria participativa, y ello con origen en nuestra primera propuesta de
creación literaria novedosa, bajo las entonces incipientes reglas de MEP, inicialmente
improvisadas en el primer proyecto, y posteriormente perfiladas, proveídas y
experimentadas durante años con resultados constatables.
La pregunta es: ¿se pueden
ejecutar obras polifónicas sin aplicación de regles metodológicas cuando
simplemente la propuesta es un juego literario?
Veamos. Todo depende de lo que
nos propongamos.
Sabemos que, desde que John von
Neumann, Oskar Morgenstern
y John Nash propusieran su famosa “teoría del juego”, adoptadas
como esencia de algo tan dudosamente lírico o contentadizo como las matemáticas
y de la economía, siempre hemos creído imprescindible trasladar sus
conclusiones a los “divertimentos polifónicos”,
en los que, como en cualquier juego, por simple que sea, son imprescindibles unas
mínimas “reglas del juego” dirigidas a los eventuales participantes, para que
el juego llame a la participación eludiendo estériles discordias. Son reglas
que, como veremos, incluyen, excluyen o contemplan tangencialmente las
previstas para las verdaderas creaciones literarias dimanantes de proyectos polifónicos propiamente dicho,
y cuya formulación mínima, en los divertimentos, estará a cargo de quien
asume la coordinación individual o colegiada.
Aquí las resumimos:
a) Invitación aleatoria
(foro de participación casual, al contrario que en la obra polifónica).
b) Definición temática y
dimensional (coincidente con la coherencia del proyecto
literario polifónico).
c) Coordinación colegiada
(que coincide con la vocación de continuidad del proyecto literario
polifónico).
d) Compilación
sincrónica dinámica (que se identifica con la motivación
sinérgica del proyecto literario polifónico).
e) Tiempo de ejecución,
(que institucionaliza la certidumbre del proyecto literario polifónico).
f) Cierre y publicitación
(opera conclusa)
Todo ello, necesitado de mayor esclarecimiento,
lo ampliamos a continuación.
REGLAS
DEL JUEGO o DIVERTIMENTO POLIFÓNICO
Establecida la necesidad e ineludibilidad de unas mínimas
reglas del juego polifónico, y enunciadas las mismas, pasamos explicar con más
detalle su naturaleza, desde la consistencia que otorga el propio Método de
Escritura Polifónica (MEP) ampliamente experimentado a estas alturas.
a) Sobre la Invitación aleatoria en
los divertimentos polifónicos literarios, y al contrario que en la obra
polifónica o proyecto formal, en el divertimento se suelen crear foros de participación casual.
De hecho, en varias ocasiones los creadores del Modelo y
su metodología hemos dirigido “divertimentos polifónicos ocasionales” (como el
de la Feria del Libro de Madrid 2017) con sorprendentes resultados.
Recordemos no obstante que, en un verdadero proyecto
polifónico hay que abordar selectivamente la invitación de sus participantes, con previos criterios cruzados
y definidos en privado por los coordinadores proponentes, y desde una intencionalidad
deliberada. Se trata de saber elegir a los más idóneos para la naturaleza
del proyecto concebido
(prosa/ poesía/ relato/ novela/ cuentos infantiles o juveniles…), calibrando el
proyecto mismo desde la contingencia
de la aportación de los escritores (complementariedad y/o simetría), conceptos comunicativos
que requieren un capítulo aparte.
Así, mientras que en
un proyecto polifónico consolidado hay que tener en cuenta factores muy
diversos que requieren una experiencia específica, en un “divertimento polifónico” puede prescindirse de una elección
selectiva previa y proponerse una participación indiscriminada.
En lo que hace a la coordinación, tampoco se requiere de
especial experiencia, dentro de lo que luego matizaremos.
b) Sobre la definición
temática y dimensional, existe una sólida coincidencia en ambas
actividades -proyectos consolidados y divertimentos-. Así, cuando se elige un tema con el que “jugar” literariamente,
y se establece una extensión
determinada en la participación de cada “jugador”, se está cuidando
anticipadamente la mínima coherencia exigible en cualquier
actividad lúdica, con mayor exigencia si ese juego es literario. Sin esas reglas mínimas, el
divertimento puede convertirse en un caos con rápida y progresiva pérdida de
interés para los jugadores y resultados desalentadores.
Mientras dura la actividad
creativa, (o el juego) entra dentro de las habilidades integradoras, y de la
mayor o menor maestría coordinadora, el saber proponer, dinamizar y conservar
la unidad temática y estilística, dentro de un decidido
respeto a la marca y cuño individual
de cada partícipe.
c) La Coordinación
colegiada, que
es imprescindible en los proyectos polifónicos consolidados, coincidente
con la vocación de continuidad
temporal del proyecto literario polifónico, puede ser excusable en los
juegos polifónicos literarios, si estos se conciben como accidentales
divertimentos ocasionales de corta duración.
La función de los juegos no es en principio la de conseguir
una imperecedera “obra maestra”, sino la recrearse activamente en un pasajero entretenimiento;
mientras que, si la coordinación no es colegiada en los proyectos, se parte desde
un parámetro que choca frontalmente con la esencia estructural de la creación
literaria polifónica, que no es otra que la de la excelencia compartida,
compartible y perdurable. Y sabido es que la excelencia nace del contraste de
criterios en el tiempo y en el espacio, sin interrupciones fortuitas.
A lo que hay que añadir la
eventualidad de que cualquiera de los coordinadores quede inhabilitado o
imposibilitado, definitiva o temporalmente, para la tarea iniciada,
frustrándose con ello las expectativas de los participantes y el proyecto
mismo, cosa que se evita con la colegiación.
d) La compilación
sincrónica dinámica tiene que ver con la motivación sinérgica del proyecto literario polifónico. Dado que los
proyectos polifónicos se alargan en el tiempo durante meses, y que la tarea
coordinadora compilatoria y organizadora es ardua, se ha revelado como preciso
que los coordinadores colegiados se repartan entre si las distintas tareas
-sugerencias, revisiones, comunicaciones privadas…- para mantener vivo el
interés participativo del grupo y evitar la emergencia pública de errores que
pudieran desalentar a alguno de los miembros.
La brevedad temporal de los divertimentos polifónicos propicia la
coordinación unipersonal.
e) El establecimiento
de un tiempo de ejecución, que incluye la certidumbre del proyecto literario polifónico
frente al desaliento de lo interminable, es perfectamente trasladable al juego polifónico.
Si un juego -cualquier juego- no previene sus tiempos de
comienzo y clausura, se convierte en aquel desesperante “…quieres que te cuento de pan y pimiento que nunca se acaba…” que,
si en un primer momento puede atraer como todo lo novedoso, acaba pronto por
aburrir, fastidiar o importunar; o, en el peor de los casos, por primar la
inactividad de los rezagados más perezosos.
f) Sobre el cierre y publicitación (opera conclusa), se trata de diferenciar ab initio con voluntad finalista, y
saber si lo que nos proponemos es crear una obra concreta, consolidada en la
publicación de un libro, o distraer al personal sine die, como en el hilo de Ariadna, donde el interés se desplaza
desde la certeza de la voluntad creativa (la obra que se teje) a la disculpa de
la desviación intencional (la espera mientras llega algo en que centrarse).
En cualquier caso, los creadores del MEP
recomendamos muy seriamente a todos aquellos que miran la literatura como un
oficio artesanal, el que busquen y frecuenten su participación en
“divertimentos polifónicos”, a manera de juego, bien como promotores, bien como
copartícipes literarios, con esa doble intencionalidad que impregna la
actividad MEP: la de la “musculación” literaria y la de la sanidad convivencial
de experiencia participativa.
Es a través del
juego como los niños aprenden formas de incorporación e integración en el mundo
adulto; y el aprendiz de escritor, cuando participa de un juego literario
polifónico, se está ensayando para su oficio desde la óptica de la
participación sinérgica, al tiempo que se amplía su conciencia desde la
exclusión del plagio de obras o de ideas.
A través de la obra lúdica de
factura común, se interiorizan nociones elementales de sana convivencia y
respeto de espacios privados, compartidos voluntariamente con la colectividad.
Es la concordancia del “nosotros” desde la consciencia de la individualidad del
“yo mismo” (myself).
En definitiva, y frente a la
ancestral figura paleontológica de la creación solitaria, la esencia que
impregna la Escritura Polifónica (proyecto o divertimento) es la de la inclusividad resiliente activa, que viene a
complementar más que a sustituir la resistencia de rígidas posiciones excluyentes pretéritas en un mundo regido
por el pensamiento sistémico presente
y erigido sobre la globalización.
Juan Revelo
Soco Marmol