Abrazo de Acatempan |
103/2018
(Serie AmadaAmérica)
Hoy, “Dia de la Hispanidad” por
más señas, es para mí un día contradictorio, en el que recuerdo mi propia
paradoja. Me refiero al amor artesanal y minucioso que siento por cada rincón
de este país -más nuestro que mío- y al simultáneo sonrojo visceral que me
causan algunas actitudes típicamente españolas (creo que algo semejante existe
en Japón y se llama Harakiri) que nos llevan a no tener término medio: o somos
los más guapos del baile o nos escondemos hasta de nosotros mismos, como antes
se escondía al “hijo tonto” y a sus besos más dulces, no fuera a ser que el
vecino se riera de nosotros delante del puesto de los nabos.
Hoy, “Día de la Hispanidad” por
más señas, regresan a mí, uno a uno, los imperecederos recuerdos de cada rincón
de los infinitos que he visitado a lo largo de mi ya larga vida, en mi amada,
en mi inolvidable AmadaAmérica.
Internet |
Hoy, “Día de la Hispanidad”
porque hubo un allá fecundo, pronuncio los nombres amados de las gentes que
conocí allá, saboreándolos uno por uno, y sabiendo que este día no tendrá
segundos suficientes para poder nombrarlos a todos con la añoranza que desde la
soledad del aquí se experimenta en días como éste, recordando la calidez del
allí, aunque sea de paso.
Atribuido a José Ibarra |
Recuerdo muy especialmente que
fue allí, -en Caracas más concretamente- donde aprendí la palabra “mantuana”
con toda su carga de deseada y discriminatoria españolidad americana. Y la palabra “criollo”, con ese
sabor a no ser de ningún sitio porque se es de todos: simiente de aquí sembrada
en el útero de la madre tierra de allá.
Hoy, precisamente hoy desearía el
regreso, siquiera sea por encontrarme con lo mejor que allí guardan: mi propio
idioma, hablado y conservado con un preciosismo para el que aquí ya no nos
queda tiempo y, a veces, ni sensibilidad de lo que supone hablar español,
aunque a veces -sólo a veces- me avergüence de no hablar inglés.
http://adarve5.blogspot.com/2016/11/imagenes-para-leer-los-cuadros-de.html |
¿En qué quedamos? ¿Amo cada
rinconcillo más o menos escondido o evidente de España o me avergüenzo de ellos?
¿En qué quedamos? ¿Detestamos/Detestáis
a nuestros/vuestros antepasados, o admiráis que decidieran salir de la miseria con lo
puesto, y fueran capaces de mestizar como ningún otro pueblo de la historia lo
ha hecho, hasta crear esa bellísima riqueza de razas híbridas y hermosas que somos/sois
sus descendientes?
¿En qué quedamos? ¿Nos seguimos
amando como nos amamos, aunque echemos los pies por alto repitiendo como loros
lo que otros vocearon en su propio provecho, o nos perdemos en este ir y venir de
un lado a otro del Océano para fundirnos en la paradoja que siempre es el
abrazo?
Nadie va a negar lo de los barcos
negreros, ni lo de la Inquisición, ni lo de los encomenderos… ¡Faltaría más! Aunque nadie me negará que, aquellos a los que tanto se denuesta, dejaron testigos vivos de su tránsito. Y no
como otros. Pero ni los ojos de mirar lo de entonces están dirigidos con la
mentalidad de ahora, ni los que estamos a este lado somos responsables de los
antepasados de los que están al otro, ni los del otro lado pueden negar que
desde aquí seguimos amándolos y deseando volver allí, aunque sea para mirarnos
de reojo mientras nos convidan a zamparnos una lechona y nos preguntan por "la madre patria".
¿En qué quedamos? ¿Nos decimos
cuatro cosas, vosotros con esa exquisitez algo resentida que os caracteriza (“a
la orden”) y nosotros con nuestras agrestes urgencias, y luego nos vamos de
copas?
O de farra.
O lo que se diga.
Pero quedemos a hablar de lo nuestro.
Que no nos queda tanto tiempo
para gastarlo en rencillas ajenas a las que no nos convidaron.
En CasaChina. En un 12 de Octubre de 2018
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