VA DE...Batiburrillo literario

martes, 11 de febrero de 2025

ACTOS QUE ARROPAN: MIS LIBROS EN JAÉN


 Gracias a quienes me acompañasteis en la ruta de la poesía, sostuvisteis mis ganas de crecer y seguís ahí, leyéndome, y acompañándome.

 https://www.dipujaen.es/noticias/detalles.html?t=El+presidente+de+la+Diputaci%C3%B3n+participa+en+la+entrega+a+Socorro+M%C3%A1rmol+del+IV+Premio+de+Poes%C3%ADa+de+Diario+JA%C3%89N&uid=1f3ccd8a-8701-11ef-9e8b-005056b0675f 

lunes, 10 de febrero de 2025

HOY ES CRISTIAN - Hagámoslo

 

SierraMaginaBendita – 10/2025

        Cristian, para salvar su vida, necesita encontrar una persona compatible dispuesta a donar médula.

       En Sierra Mágina hay muchas personas dispuestas siempre a la solidaridad.

¿Alguien pone en duda que la comarca de Sierra Mágina es solidaria?

       Veréis lo que pasará al final del día después de leer esto:

https://www.diariojaen.es/provincia/cristian-un-joven-marteno-que-necesita-un-trasplante-de-medula-para-sobrevivir-DC10476476  

       Yo no sé cómo hacerlo. Pero… hagámoslo.

 

Desde CasaChina. En un 10 de Febrero de 2025

domingo, 9 de febrero de 2025

YO, POR SI ACASO, AVISO

 

Jaeneando Febrero II – 19/2025

        Que conste que la culpa de que este mes haga doblete es solo suya, DonMinistro, por mantenerme FrustraitaPerdía, por no decir fastidiaíta con “J” de Jaén, con ese “andanismo” que usted se gasta. Pero no vaya a creer que ese llamarse andana es escollo para una servidora. Ni se piense que cejaré. Como ya le tengo dicho, quienes me conocen bien saben que porfío en lo que se me mete entre ceja y ceja hasta que me dan la pluma verde.

Ya le contaré lo de la pluma verde.

Le diré, DonMinistro, que, después de llevar meses mandándole esquelas sobre lo del AVE a Jaén, y a pesar de ser usted tan largo de oído como corto de oreja, tengo yo para mí que usted oye lo que yo le digo desde estas páginas como quien oye llover. Y eso… ¡qué quiere usted que le diga! Eso no es bueno ni para este Jaén nuestro ni para mi honrilla paisanera. (Léase “autoestima”). Pero, sobre todo, no es bueno para usted, a tenor de lo tozuda que es una servidora cuando se le mete algo en la cabeza. Así que no debiera usted hacerse ilusiones de que más antes que después vaya a venir el tiempo a acallarme a mí y a librarle a usted de la pejiguera pedigüeña con la que persevero en lo de instarle que qué hay del AVE a Jaén.

        No quisiera yo que tomara mis palabras como lo que no son. Lejos de mí la ordinariez de lanzar amenazas como quien lanza cohetes en la delantera de una procesión, sabiendo como sé que las amenazas, como los cohetes, acaban por consumirse en una miserable nubecilla de humo blanco tras soltar un último plof agónico, más o menos ruidoso pero inofensivo. Eso por no hablar del riesgo que corren los coheteros de que el cohete les explote en las manos antes de darles suelta.

        Lo que yo me sospecho es que si no nos pone el AVE a Jaén no es por falta de parné, sino, simple y llanamente, porque no quiere. A usted le está pasando con lo del AVE a Jaén como a la del estribillo de aquello que cantaba una tal Estrellita de Palma: Mi novio fuma/ mi novio bebe/ mi novio come/ mi novio duerme…/ y no se casa.../ ¡Ay...!/ Por qué no quiere.

        No, no tiene usted edad para recordar la susodicha coplilla que arrancaba con aquello de Mi novio tié’ mucha guasa/ que es mucho novio, mi novio/ porque mi novio se raja/ cuando le hablo de casorio…

Ea, no se me raje usted, DonMinistro, por cuatro duros de nada; no sea que, en lugar de tocarle el himno nacional cuando usted aparezca, le dé a la gente por cantarle con desespero la dichosa coplilla, acoplada mismamente al tema que nos ocupa: Lo pedimos hace años/ y ya somos cuarentonas/ y nos cantan por el barrio/ si exigimos en persona

 

¿Y del AVE, qué?

Pues del AVE, ná’´.

Pues no dicen que...

Dicen, pero cá’

Debe usté entender

si esto sigue así

se va usté a quedar

con querer venir sin poder llegar.

 

        La letra verdadera y sin “morcillas” sigue a lo suyo. Y a fe mía que tiene su enjundia a la hora de cavilar sobre la buena o la mala memoria con la que usted pueda ser recordado en esta tierra nuestra, dependiendo de que nos apañe o no lo del AVE. Y eso porque, ya que le he puesto yo semejante tesón pedigüeño, no quisiera morirme sin darme un garbeo Madrid/ Jaén/ Madrid en el mismo día y sin acabar derrengada.

Lo del AVE a Jaén ¡Ay, lo del AVE! Como escribía en el arranque de esta nueva misiva, repito ahora el aviso: como una servidora se muera sin alcanzar de usted la gracia de que se “estire” y nos ponga el AVE, que sepa, DonMinistro de las vías, que, cada noche, en cuanto se meta usted en la cama (solo o en compañía) voy y me aparezco a usted en plan visión, lo muelo a repullos y le fastidio (con “J” de Jaén y de lo otro) eso que dicen que empieza con “J” de lo otro y acaba con lo que los franceses le dicen LaPettiteMorte, y nosotros −y usted perdone el exabrupto− lo llamamos fastidiar con “J”.

Ah, lo de la copla. Pasa como en nuestros anhelos respecto al AVE: que pareciera que su destino es tenerlos arrinconados en vía muerta. Pero aquí estoy yo dispuesta a dejarle el enlace a YouTube para que la pueda escuchar si se le antoja saber el desenlace:

https://youtu.be/zrYbDPBoJcw?si=lRRWcRB9fsAKFv2U


       En CasaChina. En un 9 de Febrero de 2025

 

 

domingo, 2 de febrero de 2025

TOTAL, POR UNA FIRMA DE NADA

 

04/2025 – Jaeneando

Le decía yo el mes pasado que iba a emplear la página que me regalan en este periódico para seguir dándole la tabarra con lo del AVE a Jaén hasta que vea elevarse fumata blanca ahí abajo, al fondo del Paseo de la Estación, al grito de HabemusAVE”.

Le anunciaba también que iba a echar mano de historias fantásticas a ver si así conseguía que usted, DonMinistro, repare en lo que son miserias históricas. Ya sabe usted, que tantísimo cuento habrá escuchado: los cuentos, desde la infancia hasta que la diñamos, han funcionado a la hora del Pedid-y-Seosdará.

Dentro de los cuentos magistrales hay un clásico de Somerset Maugham,  “El campanero”, que viene a contar cómo, cuando el director de un banco, tras recomendarle y gestionarle una determinada inversión a un cliente MuyRiquísimo, se entera de que el cliente no puede firmar los papeles de la operación por NoSaberFirmar, le pregunta algo así como “…si, siendo analfabeto, ha conseguido usted amasar semejante fortuna, ¿qué hubiese sido usted de haber sabido firmar? A lo que el cliente responde: “Campanero; hubiera sido campanero”.

La historia tiene su miga –vaya, lo que los eruditos en las tres fases de la escritura llaman “nudo”−. Resulta que el creso inversor amasó su fortuna debido a un despido, que en estos tiempos sería improcedente, si no nulo, cuando invirtió la indemnización que le dieron en montar un estanco, que descubrió que no lo había en su barrio, cuando, muerto de vergüenza por el despido, le entraron unas ganas de echarse como fuera un caliqueño para subirle los humos a su autoestima despachada del puesto de campanero, oficio que venía desempeñando junto a un anciano y tolerante preste, hasta que el patrón la diñó, llegó un cura nuevo, en cuyo caletre no cabía el acaso de tener en su parroquia un campanero analfabeto, y lo despidió.

Imagínese usted, DonMinistro, que llega un CuraNuevo a su parroquia, y a usted lo despiden de su puesto de dar campanadas, sin haber echado la firma en lo de ponernos un AVE a Jaén. La verdad es que no me pienso yo que vaya a desesperarse con su porvenir porque, desde lo del campanero de Somerset Maugham a nuestros días se han inventado eso de LasPuertasGiratorias, y no creo yo que tenga que meterse a “emprendedor” para mantenerse. Pero, ya en paro, imagine que le entran ganas de conocer nuevos paraísos, y se entera de que existe nuestro JaénParaisoInterior, pero que ya no tiene coche oficial para alargarse hasta nuestras bellezas. Entonces, conociéndolo como creo que lo conozco, se pone usted tozudo en lo de venir a nuestro JaénParaisoInterior, aunque sea por no ser menos en desplazarse a este destino de privilegio que, como sabe, es el centro histórico de todo. Y de repente se recuerda usted de cómo ignoró mi porfía en pedirle que firmara los papeles del Ave-A-Jaén, y se queda usted sin pisar el paraíso, porque tiene que dar demasiada vuelta para volver a sus inicios de Adán recién instalado. Creame: por mucho que SuEva le tiente con las manzanas, usted va a desear nuestras aceitunas de por vida, que, por rurales, no son tan vistosas como las manzanas de una gran urbe, pero saben a gloria bendita licuada en oro verde.

¿Ve usted de lo que hablo?

Suponga usted ahora que va y firma los papeles del AVE antes de que le manden a usted la carta de despido. Y que, cuando le llega, a usted le da lo mismo porque, si le entra el hormiguillo de mojar el pan en zumo de paraíso, se monta en su propia obra y se pone en Jaén en un pispás. Yo le prometo que, llegada esa hora, mis paisanos y yo misma salimos en bandada, bajamos a la estación con cestas llenas de ochíos, lo alzamos en volandas por encima del paisaje, lo llevamos en procesión a comerse unos andrajos en cualquiera de nuestras tascas, o a picotear un queso curado en la taberna del Gorrión, y lo devolvemos de la misma guisa triunfal a SuAVE. Y, todo eso, en un mismo día, cuando ahora tenemos que echar por lo menos tres entre llegar, buscar y regresar sin comer.

¿Qué…? ¿Qué me dice de lo de la firma?

 

En un 15 de Enero de 2025

LO QUE APRENDÍ DE LOS GITANOS

 

(Gitanear valores)

Historias de Soc - 15/2025

¡Honrarás a tus mayores sobre ti mismo! −rezan los calés−. Es su primer mandamiento no escrito. Y bien que lo guardan ellos, vive Dios.

Ahora que tanto se habla por unos y se cacarea por muchos sobre eso que llaman “la soledad no deseada”, al mismo tiempo que  “apartan” a los ancianos en residencias extrarradio en mitad de la nada, no puedo por menos que desempolvar viejos recuerdos de auténtica solidaridad tribal que tanto nos ayudaría a entendernos y a entender que no hay una edad más necesitada de vivir en el mismísimo centro de donde acampa el gentío que la de la vejez.  Y, si no os lo creéis, preguntadle a ellos.

¿A qué viene eso de mandarnos al bosque, donde lo más que podemos encontrarnos, si nos aventuramos a asomar las cataratas al escalón de la residencia, es al solitario lobo de una Caperucita desteñida por la desidia, cuando no de la avaricia?

Si ha de acamparse fuera de nuestra propia carreta, por falta de bríos para arriarla, por favor, que sea como lo hacen ellos: en círculo, en mitad de la caterva y junto al resto de las carretas, con un fuego comunal en mitad del redondel.

Me refiero, un suponer, a esa manera de entender la vida que tienen los gitanos y de la que tanto bueno nos haría a los payos llegar a contagiarnos.

A lo mejor un ejemplo explica mejor lo que quiero decir, aunque de eso haga ya tantísimo tiempo. Porque ellos, en lo que hace a la tribu, y a pesar del tiempo transcurrido, no cambian de hacer, parecer y compostura, según voy viendo.

Me explico.

Verán: a poco de llegar a Jaén como flamante Maestra Nacional de la recién estrenada “Campaña de Alfabetización”, aquel curso de 1964/ 1965, todavía “menor de edad” legal, tuve la certeza de que uno de los núcleos de población más necesitados de un centro de alfabetización era aquel Sanatorio Antituberculoso del Neveral que miraba a la ciudad desde lo alto del mismo cerro de Santa Catalina, el mismo donde estaba el Parador de Turismo, pero retirado hacia el lado izquierdo por una conveniente bifurcación en la carretera que convertía al lazareto en prisionero de una particular, cruel e ineludible Isla-del-Diablo patógena: la tuberculosis.

La tuberculosis era por entonces una enfermedad terrible, de declaración obligatoria para cualquier médico que la detectaba, de internamiento forzoso para el enfermo, y de tan larga duración que hubo personas internadas apenas en su infancia que allí, en el Neveral, fue donde crecieron, maduraron y envejecieron sin saber lo que era un abrazo o una escuela. La ausencia de abrazos porque, por entonces, abrazar a una persona tuberculosa daba demasiado miedo, no fuera que…; la ausencia de escuela porque, aunque conviviéramos a diario con otras ferocidades, nadie se había atrevido todavía a crear plazas para maestros en semejantes centros, ni maestros que se arriesgaran al destierro de los apestados.

¡Todo un grupo social privado de dos caudales básicos!

Esa ausencia de escuela entre los tuberculosos de larga duración internados en el Neveral fue la que me espoleó a mí, como accidental “delegada-de-alfabetización”, a crear un centro de alfabetización −valga la redundancia− en el sanatorio, valiéndome −cómo no− tanto de la intrepidez de unos escasos 18 años llenos de insolencia como del frenesí propagandístico con el que se alardeaba entre la clase política de la flamante Campaña de Alfabetización que, según las soflamas del NO-DO, nos abriría de par en par las puertas de una Europa, entornadas hasta entonces, entre otras razones, por el alto índice de analfabetismo de un país que apenas comenzaba a sacudirse las miserias de los “años del hambre” con bocadillos de sardinas arenques, dentro de las camionetas de la emigración.

Son muchos los recuerdos que guardo de mi estancia −y aprendizajes− como maestra de adultos en el Neveral; pero hay uno que me conmueve todavía de manera especial: el de la solidaridad del pueblo gitano con sus miembros más precisados de proximidad, los tuberculosos, por muy contagiosos que fueran, mientras los payos languidecían de abandono y soledad en aquellas cinco plantas de apestados forzosos, incluida la parte derecha de la planta cuarta, la zona llamada “de distinguidos”, destinada a los que podían pagarse con sus propios medios una habitación privada para su imperativa e ineludible soledad hospitalaria, pero sin dineros suficientes para comprarse un abrazo en buena compañía que no fuera el de la monja mercedaria, gordinflona y abrazadora que era la hermana Josefina.

¡Cómo poder olvidar la explanada delantera del Neveral, auqella inmensidad que amanecía desbordada por el silencio estremecedor de decenas de gitanos que iban llegando durante la noche desde los cuatro puntos cardinales de toda la provincia cuando la persona que entraba en quirófano esa mañana era un calé, sin saber quiénes los avisaban!

Como, fuera de las horas en las que tenía que impartir mis clases, se me permitía corretear por todas las estancias del sanatorio como una más de las personas sin miedo al contagio, el quirófano fue uno de los mejores lugares de aprendizaje para mí. Allí, además de aprender a anestesiar dolores y revivir moribundos, comprobé con mis propios ojos que la sangre de todas las criaturas es tozudamente roja por muy variopintas y cromáticas que sean las creencias de los abiertos en canal a golpe de escalpelo.

Somos tan iguales por dentro −cavilaba−… Por fuera, es cuestión de modales. Simples modales aprendidos o despreciados.

Quizá sea por eso por lo que aún recuerdo la voz de Don Luis Sagaz, el por entonces director del sanatorio y cirujano inigualable, al terminar la intervención de cualquier gitano:

“Que alguien salga a informar a la tribu de que hoy todo ha salido como Dios ha dispuesto que sea. Mañana, Dios dirá”.

Y aquel sabio que fue don Luis Sagaz pronunciaba la palabra “tribu” como quien estuviera nombrando algo sagrado; con tal miramiento y con tal fervor que pareciera que estuviese orando en mitad de nuestro MarDeOlivos, dando gracias a Dios sabe quién por la gracia que se les había concedido a sus manos cirujanas.

Una vez conocedora del resultado del día, don Luis Sagaz observaba desde el ventanal del primer piso cómo la tribu entera, concentrada en la placeta delantera del Neveral, se amalgamaba en una sola cosa, encomiando o doliéndose de lo que procediera con un halo de mismidad tal que a los ojos del cirujano aparecían como la materialización de un abrazo colectivo lleno de oles o de ayes tan resonantes o más que sus palmas y panderos. Luego se iban en todas direcciones.

“Hasta la próxima” −murmuraba don Luis.

Don Luis Sagaz fue un verdadero Maestro con mayúscula, con él y por entonces aprendí, y ahora entiendo, que solo la consciencia de pertenencia grupal nos redime de lo más triste de nosotros mismos: la soledad no deseada. Esa que los gitanos desconocen porque jamás permitirán en su tribu que uno de sus ancianos sea llevado al solitario bosque de cualquier Caperucita desteñida, donde con el único que pueden encontrarse es con un lobo dispuesto a merendarse a su abuela si es preciso, aunque al final se le indigeste.

 

En CasaChina. En un 2 de Febrero de 2025

LAS MANOS DE MARÍA LA GITANA

  (Manos de Mujer Gitana) Gitaneando en verso -   24/2025 A María la gitana, que me ha mandado razón de que vaya a su casa a comer hab...