(Jaeneando humanidad)
105/2024
Ya sé que para algunos pendencieros
trasnochados se acabó la fiesta. (Por Decreto Ley).
Ellos sabrán. Será que no les fue
demasiado bien en el reparto de regocijos del guateque que entre todos nos
hemos montado para seguir viviendo, y, puestos a rabiar, prefieren echar mano del
cilicio en su propia extremidad zurda, mientras que con la diestra empuñan “el
gato de nueve colas”, tan en desuso a Dios gracias a la hora de relacionarse
los unos con otros.
Ya sé que, para unos
pocos, entre los que mal que bien pululamos extramuros, los que hay dentro del
trullo debieran ser condenados a penar por toda la eternidad, a poder ser remando
en galeras, aunque ya no se lleve lo de las galeras y haya que gastarse una
pasta gansa en fabricar galeras apolilladas para ensañarse con los pillados infraganti,
y cascarles las liendres a los vigilados desde enfangados panópticos.
Ellos sabrán. Será que todos,
mientras no nos pillen con las manos en la masa, (y aunque nos pillen) vamos de
“inocentes” por la vida, obligándome a recordar lo que no se cansaba de
repetirme aquel cliente tardofranquista, tan cerril y firmemente instalado en
la trinchera del otro lado de la Ley por vocación/decisión propia, hasta el
extremo de considerar sus discontinuos pasos por la cárcel como un inevitable “accidente
laboral”. “Yo soy cualquier cosa menos un renegado” −se ufanaba él, mientras
que, entre entrada y salida del talego, no se cansaba de intentar apearme de la
provechosa prosperidad de mi inocencia:
“convénzase, abogada; en este regimiento, tropa
y oficialidad nos dividimos en tres batallones verbales: los que estuvieron, los que están y los que
estarán en la cárcel”.
“Dicho esto”, −que diría
el ínclito Fraga Iribarne como racional locución ilativa tan propia de él− yo
me quedo con quienes convierten lo legalmente inevitable en una justa fiesta
humanizada. Y bendigo sin cautelas a los que voluntaria y generosamente entran
a la cárcel (a la que fuimos, en la que estamos, o a la que iremos o iríamos si
se supiera todo) para hacer de ella lo que de verdad debiera ser: un espacio
de intercambio de reflexión lúdica donde aprender que se puede vivir y convivir
sin necesidad de amargarles la fiesta a los demás, o de amargarse uno mismo la
propia fiesta que es esta necesidad de vivir en paz, y sin tanto barullo de “y-tú-más”.
¿Qué a qué viene esto? Pues, ni más ni menos
que a lo que se cuenta en el DIARIO JAÉN, −portada y páginas 10 y 11,
de hoy, 17 de junio de 2024, día de curiosas efemérides: la que nos
recuerda que allá por 1972 se detenía a cinco “ladronzuelos” de lujo que se
creían inmunes, tratando de alzarle en el edificio Watergate unos
documentos de nada a la administración Nixon. O la historia de otro creyente de
su inmunidad: Mario Conde, para quien, hace ahora ocho años, se abrieron
las puertas de una cárcel en la que nunca creía que entraría alguien como él.
Mientras sucede todo
esto, y
hay quien pretende apagar las últimas luces de la fiesta, surgen quienes están
siempre dispuestos a prender candiles; como el director de un periódico de
provincias, EL DIARIO JAÉN que, entre largos silencios de complicidad en compañía
y autoría por cooperación necesaria con quienes piensan que la fiesta no ha
hecho más que empezar, se montan con cuatro trastos la verbena de la solidaridad
entre los de este y el otro lado de los muros reforzados con alambradas y
concertinas.
Debe
ser que, por haberlos, también hay demonios buenos –“el demonio a la oreja/ te
está diciendo”−; porque, de pronto, escucho a mi oreja: …dar de comer al
hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero,
asistir los enfermos, visitar a los presos,
enterrar a los muertos…
Pues eso: que, mientras
llega y no llega −que llegará− la hora de nuestro propio entierro −en vida o
después de ella−, vamos a lo que vamos: dejarnos de estos lodos y meternos
hasta las trancas en el polvo de la justicia auténtica con los que ahora están
allí…
NOTA: sinónimo de “justicia auténtica” = humanidad
En CasaChina. En un 17 de Junio de 2024