II
(Brevería200)
141/2024
Doy la vuelta a la última hoja del Diario Jaén del penúltimo día del mes de agosto −es decir, de hoy mismo− y me toma por asalto una frase del Dalai Lama que viene a señalarme la mejor ruta para evitar que cualquier “alguien” me “secuestre” entre sus inmundicias:
Dejar ir a las personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, que no sea tu mente.
Entonces reflexiono: después de toda una vida dedicada a crecer en cordura, ni quiero, ni aspiro ni necesito menguar rebatiendo la rudeza de “alguienes” que, por su propio historial de fracasos, se trasforman en tenaces camorristas; pero quiero, aspiro y puedo evitar sentirme herida por semejantes mortales, impidiendo así que contaminen mi propia vida.
Como en los viejos tiempos, y como adición a recursos propios, “me acojo a sagrado” echando mano de un pasaje que siempre me cautivó, y que puede encontrarse en el libro más leído del mundo a pesar de que no genere derechos de autor. La Biblia:
La cordura del ser detiene su furor. Su honra está en pasar por alto la ofensa. (Proverbios 9. 11-29).
En CasaChina. En un 29 de Agosto de 2024
EPÍTOME: Dejar ir... porque ningún "alguien" atrapado en pleno brote psicótico puede "secuestrar" nuestra serenidad si no se lo permitimos.